Lo que queda

Jorge Oviedo Rueda

Por fin cayó el telón de la famosa consulta popular que siempre la entendí como una encuesta que Lenín y sus aliados de la derecha hacían para medir cuál era la fuerza real de Correa. El 37% de los votos válidos. ¿Cómo les quedó el ojo?

De antemano lo sabían, por eso concibieron el tiro de gracia de la pregunta dos que lo elimina de la “democrática” carrera por la Presidencia de la República. Correa nunca más, fue la consigna.

La “izquierda boba” concibió la genial estrategia de impulsar el ‘Sí’, sin importarle la cantidad ni la calidad de los aliados de Lenin, obstinados en la idea de que había que acabar con el correísmo, sin entender que sin Correa queda un amplio movimiento popular al que hay que cultivar, porque en él reposa el verdadero espíritu de Montecristi.

Ahora Lenín tiene un cangrejo en la bragueta del cual no se podrá deshacer. La miope “izquierda boba” sigue creyendo en la teoría larreísta de que con Lenín tienen el poder, esto es, la misma fórmula que han aplicado desde la Gloriosa.

Causa indignación la pereza mental de estos seudoizquierdistas que, en vez de construir su propio vehículo para viajar al futuro, se suben en el carro de cualquier charlatán. Ayer creyeron que Correa era el elegido, hoy apuestan por Lenín. Este canijo pensamiento es el que nos tiene al borde del abismo.

Hay que construir el correísmo sin Correa, dotarle a ese 37% de la población nacional de una verdadera dirección revolucionaria. Ahora que todo está claro, a la izquierda verdadera le queda luchar contra la derecha y, también, contra los respetables “progresistas” que dicen querer volver al espíritu de Montecristi. Ese espíritu es revolucionario y no progresista, como quedó demostrado en diez años de correísmo.

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