La modalidad de liderazgo evidencia la manera como está organizada una sociedad, sobre todo los elementos que integran su cultura política en lo que se refiere a la construcción de lo político, los partidos, las instituciones, las autoridades electas y designadas, y la valoración de un determinado tipo de gobierno en su aceptación, credibilidad y popularidad.
Entonces, el liderazgo es una invención social, que en palabras de Max Weber, puede ser burocrático, reverencial y carismático, aunque este sociólogo alemán habló de tipos de dominación debido a la asimetría o desigualdad en las relaciones de poder entre quienes ejercen el liderazgo y quienes lo asumen, algunas ocasiones como algo legítimo y otras veces como algo legal.
Desde la Constitución de la República en 1830, Ecuador ha optado por la exacerbada personalización del líder, quien tendría un conjunto de características carismáticas, es decir la creencia popular y mayoritaria de que hay en distintas épocas un ungido, una especie de Mesías salvador, un transgresor del orden que posee ciertas cualidades como un imán, la fuerza arrolladora de un huracán y una retórica que persuade en búsqueda de votos sin mayor esfuerzo, aunque los discursos estén vaciados de sentido y de frases sencillas para memorizar y repetir.
Esto ha provocado que la población identifique las distintas épocas históricas con el apellido de los ungidos, como en los casos del floreanismo, garcianismo, alfarismo, velasquismo y últimamente con el correísmo. Bajo esta referenciación, el pueblo olvida que no podría haber ungidos si tampoco habría quienes los enaltezcan, les llenen de halagos y lancen pirotecnia al aire desde una zona de confort que justifica la falta de acción de las personas junto con la entrega de un cheque en blanco al líder.
La idea de que los proyectos políticos trasciendan a las personas es cada vez más urgente, puesto que un país no se puede gobernar desde la lógica del capricho del líder, sino más bien desde las demandas sociales en el diseño de una propuesta de largo aliento, en donde las instituciones estén por sobre los intereses personales.