La realidad de hoy, de ahora

El Presidente tuvo un encuentro, por momentos un tanto ásperos, con dirigentes gremiales y algunos de los asistentes al acto por los 50 años del Seguro Social Campesino. Se le hizo ver la desatención en ciertos cantones rurales en temas de salud, precios de sus productos y vialidad, así como el acceso al agua y a los créditos. El discernimiento no es reflejo de debilidad política, sino de fortaleza.

Lejos de restarle valor, esos reclamos lo enriquecieron y reflejaron una actitud diferente del mandatario respecto a su antecesor, que les hubiera ninguneado, burlado, amenazado y hasta insultado. La prudencia y la sensatez fortalecen el principio democrático de la legitimidad, fundado en el conocimiento de criterios y la corrección de procedimientos.

Lo ocurrido es la herencia de un tiempo en el que, al decir del Presidente, se creyó que “la bonanza iba a durar toda la vida”, se gastó a manos llenas e irresponsablemente se “siguieron construyendo obras faraónicas, para qué, para enriquecerse más, por eso necesitamos ahora ser cautos, ser austeros”. El dinero fue derrochado y las calamidades locales de los más pobres, ignoradas.
Saber escuchar y tomar notas para propiciar cambios y rectificaciones es clave de buen gobierno, si es que así lo hizo el Presidente.

Pero, sobre todo para los funcionarios responsables de las áreas cuestionadas, el acto en la parroquia manabita La Pila pudiera ser más beneficioso. Gobernar solo desde el Palacio Carondelet es gobernar en el vacío. Fue un bautismo de fuego, tal vez el primero en su mandato.


Un buen gobierno es como una buena digestión; mientras funciona, casi no la
percibimos”. Erskine Caldwell Escritor estadounidense (1903-1987)

Un buen gobierno es como una buena digestión; mientras funciona, casi no la
percibimos”. Erskine Caldwell Escritor estadounidense (1903-1987)