La justicia en el Quijote

Jaime Vintimilla

Como se sabe el autor de la magna obra Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra, vive durante el reinado de Carlos V, Felipe II y Felipe III, pues fallece en 1616. En efecto, la realidad que le tocó conocer tuvo influencia directa en el contenido de su producción literaria, pues muestra un mundo de inseguridad, guerras y persecuciones caprichosas e injustas de aquellos que defendían el poder, donde la Función judicial “era sólo una pantalla para imponer la voluntad del Monarca y sus escogidos”.

Un ejemplo de lo dicho y a pesar de la honradez del Manco de Lepanto se advierte que fue varias veces víctima de la injusticia de los tribunales e inclusive, en una ocasión, fue a prisión por desfalco en la entrega de las contribuciones, aunque está comprobado que los errores se debieron a actividades de asistentes suyos y a su fe en la honorabilidad de los mismos.

A lo largo de la obra se observa una crítica al sistema de justicia, basado en trámites burocráticos que se encuentran al servicio de la opresión y la tiranía, aspecto que en la actualidad, en muchos países, no es realidad distinta. No obstante, Don Quijote no deja de mostrar la importancia que tiene la administración de justicia en la sociedad.

En el capítulo XLII de la segunda parte, Don Quijote aconseja a Sancho “antes que fuese a gobernar la Ínsula” y, entre otras cosas, dice: “Nunca te guíes por la ley del encaje (arbitrio judicial), que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre. Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente; que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo”.

Más allá del positivismo o del naturalismo, el Quijote se centra en la dignidad del ser humano que es uno de los puntos fundamentales del humanismo, donde la libertad, incluso para la falta de juicio, es un derecho.

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