Esta fetidez

Jorge Oviedo Rueda

Los buenos propósitos de Navidad y Año Nuevo no han sido suficientes para disipar los malos olores de la política nacional. Ni en la derecha ni en la izquierda hay, por lo menos, una burbuja de aire puro, tan necesaria para recuperar la fe y la esperanza.

Cuando en el 2007 se inició la era correísta todos activaron las antenas de su atención, en espera de que algo remueva la fetidez histórica de la política nacional, pues el nuevo gobierno auguraba transformaciones profundas. La “izquierda boba” fue tragada por la verborrea revolucionaria del caudillo y hasta los movimientos sociales. A los que tenemos el corazón a la izquierda nos costó trabajo demostrar, en medio de tanto corazón ardiente, que para la revolución se necesitaba algo más que entusiasmo, se necesitaba ideología y un proyecto de vida nacional que no veíamos aparecer por ninguna de las ranuras del tan cacareado entusiasmo.

El tiempo ha confirmado las críticas que, semana a semana, hemos hecho al correísmo, pero también reconozco, en lo personal, que la RC tuvo, en sus inicios, el mérito de sembrar expectativas. Inclusive estuve a punto de ser contagiado por su entusiasmo cuando la RC rompió con Gustavo Larrea porque imaginé que eso significaba una radicalización del proceso. El petróleo, a más de cien dólares, hizo a la RC perder la intuición revolucionaria.

¿Qué o quién queda de ese fugaz momento? Nada ni nadie. A Correa le será imposible recuperar el entusiasmo popular. La revolución verdadera está por otro derrotero.

Lo que queda es el triste espectáculo del oportunismo político. Todos los que adularon y callaron con Correa ahora adulan y callan con Lenín. Para la política nacional nada ha cambiado. La fetidez histórica está intacta.

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