Esclavos de las pasiones

Más que un proceso electoral, la consulta del 4 de febrero pareciera volver a ser un proceso pasional. Por lo pronto, las fuerzas políticas y el pulso de ciertas corrientes de opinión apuestan por eslóganes que invitan a la ciudadanía más a un acto de fe que a un proceso reflexivo para la reinstitucionalización del país.

La gran justificación nacional es la gobernabilidad, divisa retórica tan desgastada y por la cual, en el pasado, se cohonestó tanto golpes de Estado como metidas de mano en la Justicia. Gobernabilidad, esta vez, para salir de un proceso político concentrador que, en sus orígenes, también apeló a la gobernabilidad cuando en el fondo pateó los tobillos de los valores republicanos de Ecuador. En este caso, la campaña por la consulta popular se inicia con viejas rutinas: las mareas verde flex ahora son blancas y las fuerzas sociales que dieron al correísmo una decena de cheques sin llenar ahora parecieran entregar uno muy oneroso para que el Ejecutivo siga burocratizando la participación ciudadana.

¿Es dable ir a contracorriente de quienes exigen votos enceguecidos bajo la excusa del consenso para salir finalmente del correísmo? No solo es dable. Es un deber cívico al menos leer el texto de los anexos de las siete preguntas y suscitar un sano debate que nos permita, precisamente, dejar atrás la aplanadora plebiscitaria correísta. Esa aplanadora no debe cambiar solamente de operador: requiere ser desarmada para que la ciudadanía vuelva a valorar el diálogo democrático, la legalidad y las instituciones.


La naturaleza educa al hombre para las relaciones sociales y por medio de ellas”. John Dewey Filósofo estadounidense (1859-1952)

América no es tanto una tradición que continuar como un futuro que realizar”. Octavio Paz Poeta y ensayista mexicano (1914-1998)