El genio de la lámpara

Yadira Consuelo Torres

Recuerdan los cuentos de las mil y una noches, por ejemplo Aladino y la Lámpara Maravillosa; quién no lo escuchó en la infancia, a pesar de ser un cuento tradicional chino, digo por la distancia, y tecnología embrionaria que nada tiene que ver con la actual. La fábula era fantástica, alertaba nuestra imaginación; con solo frotar la lámpara salía el genio benéfico a cumplir los deseos de su amo, pese a lo desproporcionado e inverosímil que parezca la pretensión.

Hoy, la tecnología, conocimiento, talento, ha crecido a pasos agigantados en nuestro país; no así su economía que ha limitado el presupuesto nacional, dejándonos pensar que obras trascendentales se verían disminuidas. Pero como el genio de la lámpara; reaparecen acreedores para decirnos “Escucho y obedezco”. Permitiendo al Gobierno, poner al servicio colectivo obras como megaproyectos hidráulicos en provincias como Cañar, Guayas, Manabí, Los Ríos, Santa Elena, con miras a protegernos de inundaciones, y; en épocas de estiaje prodigar de agua para riego; obras que las aceptamos con agrado ya que benefician enormemente al país.

La preocupación viene por el endeudamiento, por la invasiva e infinita presencia de mercancía extranjera que está llegando y la encontramos por todas partes, remplazando inmisericordemente la nuestra cuyos precios son superiores. Somos parte de una América a la que países orientales le han enseñado un apetito voraz; que nos invita a reflexionar si tendremos un futuro homogéneo, pues las cifras son bastante reveladoras y no queremos vaticinar en lo absoluto.

El deseo es tomar conciencia; rechazar la pobreza, desigualdad por falta de educación, en definitiva el primer parágrafo de este artículo es un cuento, el resto realidad… por su puesto inherente a cada quien. Cabe destacar el esfuerzo, dedicación y talento ecuatoriano al servicio de estos megaproyectos y ejemplo a seguir y a considerar que una educación de calidad será la que nos conceda verdaderos deseos. (O)

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