El ecuatoriano y el futuro

Al ecuatoriano actual no le importa el futuro. Ni siquiera cree en él. El futuro es una superstición que pertenece al pasado. Hay un candidato a la presidencia que quiere “recuperar el futuro”. Parece el titular de una película de ficción de los años 80 “Volver al futuro”. Seguramente recuperar el futuro se refiere a recuperar los pilares fundamentales para impulsar el desarrollo, el trabajo y la competitividad sistémica del Ecuador, pero en manos de los socialistas del Siglo XXI, recuperar el futuro puede salir peor de lo esperado.

Ojalá podamos abolir el tabú del futuro que nos impulsaba al ahorro. Antes se consideraba una virtud el ahorro, hoy tan en decadencia: simplemente no se puede hacer porque no alcanza ni para la comida. El ecuatoriano ha comido del pasado y del futuro. Del pasado podemos decir que es un gran error arruinar el presente, recordando un pasado que ya no tiene futuro, pero hay quienes quieren recuperarlo. Del futuro mejor ni hablar, y no porque lo ignoremos, sino porque, en general, le tememos. Con tanto socialista merodeando como león rugiente buscando a que país devorar, el futuro preferimos olvidarlo. La Cuba de los Castro, la Venezuela de Chávez y Maduro, ya estamos viendo en qué mierda ha acabado todo, y hay un 32% de ecuatorianos que todavía les creen. Realmente es inaudito. Afortunadamente hay un 68% de ecuatorianos que no les creemos, que no vamos a votar por ellos.

Los ecuatorianos sabemos por intuición que lo mejor es sepultar definitivamente al socialismo carnívoro que nos quieren implantar a la fuerza. Vemos, sentimos a diario la tragedia de los venezolanos en nuestras calles. ¿Acaso el éxodo de más de 5 millones de ellos es por turismo? ¿O vienen huyendo de un régimen oprobioso que no les garantiza un mínimo de dignidad para sobrevivir?