Dramático e histórico problema

Algunos entendidos en materia de salud pública opinan que es más costoso mantener a los centros de salud que construirlos. Esta semana la Plaza de la Independencia en la capital ecuatoriana se desbordó de jóvenes enfermos de cáncer que carecen de los medicamentos necesarios. Un viejo, dramático e histórico problema del que también afecta a quienes reciben trasplantes de órganos.

El drama que acarrean, las autoridades lo reconocen y ofrecen acciones, pero a aquellos ecuatorianos de todas las edades que requieren de los fármacos les invade la impaciencia, la incertidumbre y el temor ante un futuro próximo incierto. Los jóvenes enfermos fueron atendidos en sus reclamos por la Ministra de Salud, lo cual es un signo positivo, aunque por ahora es solo eso.

La falta de medicinas es una denuncia recurrente a todo lo largo y ancho del país, que alza la voz a través de quienes las necesitan cuando la situación de cada hospital o institución de salud se torna crítica y no se avizoran soluciones rápidas y eficaces. Los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad son los principales afectados con el problema. Mirar hacia otro lado con indiferencia es un terrible e irreparable crimen.

Las leyes y normas relacionadas con estos casos y, en general, con las llamadas ‘enfermedades catastróficas’ se vuelven papel mojado cuando no están respaldadas por los recursos necesarios. De nada les sirven a estas personas los ‘golpes de pecho’ de los políticos, sus promesas y sus inflados discursos. A lo largo de nuestra historia hemos aprendido que, en verdad, al árbol se le conoce por sus frutos.

«Sólo conviene la mediocridad. Esto lo ha establecido la pluralidad, y muerde a cualquiera que se escapa de ella”.

Blaise Pascal
Científico y filósofo francés (1623-1662).

«Solo una persona mediocre está siempre en su mejor momento”.

William Somerset Maugham
Escritor inglés (1874-1965)