Dignidad

Carlos Freile

Sin tener en cuenta la simpatía o antipatía personal o política que se pueda guardar para con el señor presidente de la República no es posible dejar pasar los insultos y menosprecios que ha recibido en las últimas semanas. Cuando un individuo que no representa ni al 10% de los ecuatorianos le ha llamado “Patojo de mierda” y otras lindezas, no solo ha ofendido a la persona de Lenín Moreno, sino a todos los ecuatorianos, pues, aunque no hayamos votado por él, ejerce la jefatura del Estado por voluntad mayoritaria, según el Consejo Nacional Electoral.

No importa quién ejerza la suprema magistratura, como se suele decir, todos le debemos respeto porque nos representa y simboliza la dignidad de la Patria. Podemos estar en desacuerdo con sus acciones políticas, con el talante con que gobierna, con sus modos personales de actuar, se lo podremos criticar en público, pero siempre con respeto a su alta investidura, como también se suele decir.

No sé si admirar o lamentar la actitud del primer mandatario frente a las groserías pronunciadas delante de todos por un sujeto grosero; admirar por su magnanimidad, por no rebajarse a la réplica en el mismo tono, por su serenidad de “águila que no caza moscas”, por decirlo con los romanos; lamentar su falta de entereza para rechazar las ofensas al país y a la sociedad ocultas en los insultos de marras, no se trata tan solo de defender su honor sino el de la comunidad nacional, al fin y al cabo es nuestro presidente y no ha caído en las procacidades barriobajeras de su predecesor, situación que habría podido justificar alguna salida de tono de sus opositores.

Ningún cargo de elección popular, ninguna función comunitaria, ningún nivel de riqueza o de poder, otorgan patentes de corso verbales. Los ecuatorianos amantes de nuestra Patria debemos rechazar los insultos y los desplantes, como también las tergiversaciones de los hechos. Todos esperamos de las autoridades competentes acciones que dentro de la Ley pongan en su sitio a los prepotentes insultadores empeñados en ensuciar la dignidad de todos los ecuatorianos.

[email protected]

Carlos Freile

Sin tener en cuenta la simpatía o antipatía personal o política que se pueda guardar para con el señor presidente de la República no es posible dejar pasar los insultos y menosprecios que ha recibido en las últimas semanas. Cuando un individuo que no representa ni al 10% de los ecuatorianos le ha llamado “Patojo de mierda” y otras lindezas, no solo ha ofendido a la persona de Lenín Moreno, sino a todos los ecuatorianos, pues, aunque no hayamos votado por él, ejerce la jefatura del Estado por voluntad mayoritaria, según el Consejo Nacional Electoral.

No importa quién ejerza la suprema magistratura, como se suele decir, todos le debemos respeto porque nos representa y simboliza la dignidad de la Patria. Podemos estar en desacuerdo con sus acciones políticas, con el talante con que gobierna, con sus modos personales de actuar, se lo podremos criticar en público, pero siempre con respeto a su alta investidura, como también se suele decir.

No sé si admirar o lamentar la actitud del primer mandatario frente a las groserías pronunciadas delante de todos por un sujeto grosero; admirar por su magnanimidad, por no rebajarse a la réplica en el mismo tono, por su serenidad de “águila que no caza moscas”, por decirlo con los romanos; lamentar su falta de entereza para rechazar las ofensas al país y a la sociedad ocultas en los insultos de marras, no se trata tan solo de defender su honor sino el de la comunidad nacional, al fin y al cabo es nuestro presidente y no ha caído en las procacidades barriobajeras de su predecesor, situación que habría podido justificar alguna salida de tono de sus opositores.

Ningún cargo de elección popular, ninguna función comunitaria, ningún nivel de riqueza o de poder, otorgan patentes de corso verbales. Los ecuatorianos amantes de nuestra Patria debemos rechazar los insultos y los desplantes, como también las tergiversaciones de los hechos. Todos esperamos de las autoridades competentes acciones que dentro de la Ley pongan en su sitio a los prepotentes insultadores empeñados en ensuciar la dignidad de todos los ecuatorianos.

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Carlos Freile

Sin tener en cuenta la simpatía o antipatía personal o política que se pueda guardar para con el señor presidente de la República no es posible dejar pasar los insultos y menosprecios que ha recibido en las últimas semanas. Cuando un individuo que no representa ni al 10% de los ecuatorianos le ha llamado “Patojo de mierda” y otras lindezas, no solo ha ofendido a la persona de Lenín Moreno, sino a todos los ecuatorianos, pues, aunque no hayamos votado por él, ejerce la jefatura del Estado por voluntad mayoritaria, según el Consejo Nacional Electoral.

No importa quién ejerza la suprema magistratura, como se suele decir, todos le debemos respeto porque nos representa y simboliza la dignidad de la Patria. Podemos estar en desacuerdo con sus acciones políticas, con el talante con que gobierna, con sus modos personales de actuar, se lo podremos criticar en público, pero siempre con respeto a su alta investidura, como también se suele decir.

No sé si admirar o lamentar la actitud del primer mandatario frente a las groserías pronunciadas delante de todos por un sujeto grosero; admirar por su magnanimidad, por no rebajarse a la réplica en el mismo tono, por su serenidad de “águila que no caza moscas”, por decirlo con los romanos; lamentar su falta de entereza para rechazar las ofensas al país y a la sociedad ocultas en los insultos de marras, no se trata tan solo de defender su honor sino el de la comunidad nacional, al fin y al cabo es nuestro presidente y no ha caído en las procacidades barriobajeras de su predecesor, situación que habría podido justificar alguna salida de tono de sus opositores.

Ningún cargo de elección popular, ninguna función comunitaria, ningún nivel de riqueza o de poder, otorgan patentes de corso verbales. Los ecuatorianos amantes de nuestra Patria debemos rechazar los insultos y los desplantes, como también las tergiversaciones de los hechos. Todos esperamos de las autoridades competentes acciones que dentro de la Ley pongan en su sitio a los prepotentes insultadores empeñados en ensuciar la dignidad de todos los ecuatorianos.

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Carlos Freile

Sin tener en cuenta la simpatía o antipatía personal o política que se pueda guardar para con el señor presidente de la República no es posible dejar pasar los insultos y menosprecios que ha recibido en las últimas semanas. Cuando un individuo que no representa ni al 10% de los ecuatorianos le ha llamado “Patojo de mierda” y otras lindezas, no solo ha ofendido a la persona de Lenín Moreno, sino a todos los ecuatorianos, pues, aunque no hayamos votado por él, ejerce la jefatura del Estado por voluntad mayoritaria, según el Consejo Nacional Electoral.

No importa quién ejerza la suprema magistratura, como se suele decir, todos le debemos respeto porque nos representa y simboliza la dignidad de la Patria. Podemos estar en desacuerdo con sus acciones políticas, con el talante con que gobierna, con sus modos personales de actuar, se lo podremos criticar en público, pero siempre con respeto a su alta investidura, como también se suele decir.

No sé si admirar o lamentar la actitud del primer mandatario frente a las groserías pronunciadas delante de todos por un sujeto grosero; admirar por su magnanimidad, por no rebajarse a la réplica en el mismo tono, por su serenidad de “águila que no caza moscas”, por decirlo con los romanos; lamentar su falta de entereza para rechazar las ofensas al país y a la sociedad ocultas en los insultos de marras, no se trata tan solo de defender su honor sino el de la comunidad nacional, al fin y al cabo es nuestro presidente y no ha caído en las procacidades barriobajeras de su predecesor, situación que habría podido justificar alguna salida de tono de sus opositores.

Ningún cargo de elección popular, ninguna función comunitaria, ningún nivel de riqueza o de poder, otorgan patentes de corso verbales. Los ecuatorianos amantes de nuestra Patria debemos rechazar los insultos y los desplantes, como también las tergiversaciones de los hechos. Todos esperamos de las autoridades competentes acciones que dentro de la Ley pongan en su sitio a los prepotentes insultadores empeñados en ensuciar la dignidad de todos los ecuatorianos.

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