Comunicación oficial

Nadie niega que con este Gobierno la Secretaría Nacional de Comunicación cumple más su labor de comunicar y ha dejado de ser uno de los ejecutores de la persecución. Pero esta semana un hecho de violencia mostró que a los encargados de la versión oficial les falta algo más de sensibilidad.

Mientras todos cerrábamos las ediciones lamentando el tercer día de la desaparición de un equipo de diario El Comercio, El Tiempo, de Colombia, informaba que los tres secuestrados habían sido liberados y que estaban en poder de militares ecuatorianos.

Conocemos que en la redacción de El Comercio hubo incluso aplausos en el momento en que se conoció esta información. Hubo alegría. Sin embargo, minutos después surgieron la incertidumbre y las dudas. El Ministro de Defensa se declaraba tan sorprendido como los reporteros por la noticia y lo negaba todo. En esos momentos, desde la comunicación oficial hubo solo silencio. Desde que conoció de la supuesta liberación habían pasado casi tres horas y no había respuesta.

Comprendemos la situación de riesgo de nuestros colegas pero, quizá por eso, lo mejor hubiera sido una respuesta, aunque esa hubiera sido que aún no tenían respuesta. El silencio oficial, sin embargo, solo trajo consigo especulaciones, insinuaciones y desvaríos.

Para todos, esta situación es nueva y llena de lecciones: para los propios periodistas, para las autoridades, para la ciudadanía, para el país. Consideramos que la lección para el Estado debe ser una comunicación mucho más efectiva en momentos así, que esperamos no se vuelvan a repetir.


Tantos siglos de civilización y no aprendimos a abrazarnos”. José Narosky Escritor argentino (1930)

Dinero, maquinización, álgebra. Los tres monstruos de la civilización actual. Analogía perfecta”. Simone Weil Filósofa y mística francesa (1909-1943)