Cleptocracia, cacocracia y eudemonología

Jaime Vintimilla

Schopenhauer define a la eudemonología como un tratado de la vida feliz, es decir, el ser humano debe aprender a vivir tolerablemente, en definitiva, debe tratar, lo antes posible, de desentenderse de la vida.

En cambio, una reciente columna de Moisés Naím en el diario El país ha diferenciado con precisión la cleptocracia, mal endémico de la política desde sus inicios, de la cacocracia, consecuencia nefasta de la inercia ciudadana para participar en el ingrato arte de la política. La cleptocracia se refiere a aquellas “conductas criminales que no son individuales, oportunistas y esporádicas sino colectivas, sistemáticas, estratégicas y permanentes.

Es un sistema en el cual todo el alto Gobierno es cómplice y se organiza de manera deliberada para enriquecerse -y usar las fortunas acumuladas para perpetuarse en el poder-“. Por su parte, la cacocracia hace alusión al gobierno de los ineptos, incompetentes o sencillamente de los malos que “proliferan en sistemas políticos degradados y caóticos que repelen a los talentosos y le abren paso a los peores ciudadanos, o a los menos preparados”.

Infortunadamente, mucho de los años republicanos del Ecuador se han malgastado entre las escenas reiteradas de la cleptocracia y los engañosos momentos de la cacocracia, en la que se ha notado que parte de la política se ha convertido en la ciencia de los oportunistas que se baten a duelo sin tregua por obtener el poder y satisfacer así sus zafios intereses, dejando claro, que todo lo efectuado ha sido por obra y gracia del pueblo que parece ser que se ha convertido en un nuevo concepto paraguas que protege todo desliz y excusa la omisión de las reglas institucionales e incluso la ruptura constante de las normas imperantes.

Bajo esas circunstancias la felicidad se ha transformado en una verdadera quimera, pues algunos políticos han generado una sensación de desencanto y hasta fastidio que ha alejado a ciudadanos prestantes de la vida pública.

Ojalá algún día nos genere felicidad la participación transparente en la política de los preparados y nos genere indignación la presencia de tiranos, corruptos o incompetentes así digan que nos representan.

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