Boquiabiertos

María Cristina Ayala

Los ciudadanos comunes parece que estamos destinados a vivir con un gesto en el rostro -mitad de estupor, mitad de idiotez- boquiabiertos ante tanto acontecimiento que nos mantiene entre la incredulidad y la sinrazón, entre el «no entiendo» y el «no puede ser esto posible».

Pasan tantas cosas que para muchos es difícil cerrar la boca porque gran parte del tiempo nuestra entendimiento no puede asimilar tantos hechos desapegadas de la normalidad.

No es que estemos asistiendo a los peores momentos, pero sí a los más confusos. No sólo son las cosas increíbles que pasan en el mundo, las que nos afectan, sino también la desinformación y la inmediatez.

Hace unos años, la actualidad acaecía, el testigo presencial la transmitía, generalmente un profesional que trataba de ser objetivo, la agencia la distribuía, un redactor la procesaba y el medio de comunicación la publicaba. El ciudadano recibía los datos tamizados, contrastados; y, dependiendo de la línea editorial de cada medio, con mayor o menor curvatura hacia izquierda o derecha.

Ahora ocurre cualquier cosa en cualquier recóndito rincón y con una inmediatez absoluta empezamos a recibir por decenas, centenas y miles todo lo que a muchas personas se les ocurre, directamente al bolsillo, al bolso o a donde quiera que guardemos el teléfono. Son más rápidos que los medios que tienen sus procesos y, es ahí, cuando empieza la confusión, la desinformación, el caos. Boquiabiertos quedamos sin saber si creer o no creer, con la pregunta constante del será o no será. Y para más desgracia, nos llega lo mismo del norte, sur, este u oeste, del amigo, del familiar, del individual, del grupal y, al final, quedamos con el microchip del celular, tan colapsado como nuestro cerebro. Y, muchas veces, ¡¡¡muchas veces!!! -nos creerán desmemoriados- pasado un tiempo nos vuelven a bombardear con lo mismo, igual igualito, y muchos dedos irracionales le dan al «clic» de reenviar a todos los contactos y ahí sí, boquiabiertos, nos preguntamos: ¡¡¡¿es que no leen?!!!

Y termino aquí, por no hablar de los miles de muñequitos, figuritas, guiños, consejos, cadenas…vamos a acabar con las mandíbulas estropeadas y con cortocircuito.