¡Basura!

¿En qué estado de salud nos encontramos como sociedad, si 70 congresistas votaron en contra de “la incautación de bienes por delitos de corrupción que incluía los delitos de peculado, enriquecimiento ilícito, cohecho, concusión, enriquecimiento privado no justificado y testaferrismo”? El diagnóstico es un estado de descomposición, algo así como basura. ¿A qué le tienen miedo los 40 que no dieron paso a esta reforma del COIP, y los 30 que se abstuvieron?

El registro de la votación está en internet y servirá como prueba para quienes busquen la reelección o el “carguito” en cualquier gobierno. Quienes votan en contra del país no logran entender que la corrupción aniquila a las sociedades.

Estas maniobras evidencian la política en manos equivocadas. A diferencia de lo que creen estos 70 asambleístas, los ecuatorianos y las ecuatorianas, en la gran mayoría no somos “pendejos” ni tampoco estamos despistados, al contrario, miramos con pavor y hasta con asco lo que sucede.

El silencio de la población no puede confundirse con pasividad. Es la temperatura efervescente de una olla de presión que está a punto de estallar. ¡Ecuador, mi lindo Ecuador! en vez de avanzar, retrocede como si quisiéramos competir en barbaridad y desvergüenza.

El 17 de septiembre marcó un antes y un después en la política. Cayó el telón para abrir los ojos, si es que o los teníamos abiertos, ante las inconsistencias y triquiñuelas en que incurren los partidos políticos que se definen como revolucionarios, otros como progresistas y los demás, claro está, bailarines del ritmo de la coyuntura, el amarre y la negociación.

¿Qué dicen los asambleístas de la RC, algunos del PSC, AP, ID e independientes? Las votaciones nos advierten escenarios futuros por quienes no votar ni siquiera en la peor pesadilla.

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