Alejandro Cárdenas

Jaime Vintimilla

Muchos juristas consideran que “el derecho se comprende a través de sus objetivos” a lo que habría que agregar que además se práctica con excelencia, lucidez y transparencia gracias a la presencia de profesionales no solamente probos y apasionados sino, sobre todo, consecuentes.

En este sentido, me llamó profundamente la atención cuando leí la segunda edición de 1913 de la obra denominada ‘Notas al lenguaje forense’ escrita por el preclaro jurista Alejandro Cárdenas Proaño, quien nació en Quito el 24 de octubre de 1845 y falleció el 3 de octubre de 1922, pues pude darme cuenta del gran valor de un personaje de sus quilates, ya que en 1883, siendo diputado suplente por Manabí a la Convención Nacional, el día del natalicio del libertador colocó, en el balcón de su despacho profesional, pues ejerció la profesión con mucho decoro, un letrero bastante vistoso que rezaba: “A Bolívar, la conciencia libre, el pensamiento libre, la imprenta libre!!!”.

Por otra parte, fue un juez convencido de que la Corte Suprema era “el poder más importante”, ya en su seno buscan las personas el amparo de sus derechos.

Sabio sin parangón, fue maestro universitario, “amable cultor de benevolente filosofía”. Por sus méritos llegó a ser Rector de la Universidad Central y además impartió la cátedra de Ciencias Constitucionales y Derecho Administrativo.

En su tiempo, algunos decían que desdeñoso de la gloria, le faltó un Platón que recogiera la doctrina de sus diálogos, no obstante, a mi juicio, esta aseveración es apresurada, pues su obra la escribió con su vida, aunque en su libro y en artículos de prensa mostró la maestría de la humildad y de la grandeza, con conceptos que brindaban claridad y profundidad a instituciones jurídicas importantes.

Su libro es una oda al lenguaje jurídico correcto y en cada página a más de precisión se encuentra pulcritud y dominio del idioma, donde cada vocablo estudiado es desmenuzado con sencillez y gracejo.

Creo que el foro necesita de profesionales como Cárdenas para devolverle no solamente la especialidad sino la confianza en ciudadanos que no conocen solo derecho sino que se valen de él para construir un país transparente.

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