Un oficio que le incentivó su padre, pero que se va perdiendo con el tiempo

Oficio. El gusto de Don Segundo realizando esta actividad que le inculcó su padre.
Oficio. El gusto de Don Segundo realizando esta actividad que le inculcó su padre.

Don Segundo Lomas es uno de los maestros que a pesar de su edad se mantienen ejerciendo la sastrería.

Redacción OTAVALO

Desde hace más de 50 años, Segundo Lomas ha ejercido este oficio. Su pequeño taller está ubicado a pocas cuadras del parque central de Otavalo.

Relata que su padre le incentivó a aprender esta profesión, por lo que asistía donde uno de los maestros de la ciudad donde se perfeccionó en el arte de la sastrería.

Con el pasar del tiempo tuvo que capacitarse en algunos cursos para actualizarse en el corte y estar a la moda de cada época.

Máquinas de coser, dedales, aguja de mano, tijeras, cinta métrica, reglas y sobre todo su ingenio y experiencia, son parte de las herramientas que cada día emplean los maestros de la costura en este oficio.

Un sastre es la persona que ejerce el oficio de la sastrería, un arte que consiste en la creación de prendas de vestir principalmente masculinas (traje, pantalón, chaleco) de forma artesanal y a la medida de cada cliente.

Según cuenta Segundo, antes se utilizaba máquinas a pedal y también planchas a carbón, pero con el pasar de los años la tecnología fue avanzando y aparecieron máquinas modernas que fueron facilitando el trabajo en este oficio.

Con respecto a la moda de antes y la de ahora, dice que no hay mucha diferencia, a excepción del pantalón acampanado y las hombreras que se lo hacía con algodón para los sacos.

Herencia de su padre

“Los padres de antes eran un poco estrictos, pues se acostumbraba a que los hijos aprendan cualquier profesión para poder defendernos en el futuro”, dice.

“En mi caso no fue ningún suplicio, me gustó la sastrería con la que he venido laborando durante todo este tiempo. Es un oficio que me ha dejado muchas satisfacciones, entre ellas mantener a mi familia y que los clientes se vayan satisfechos con mi trabajo”, comenta Don Segundo.

Para él, la sastrería tuvo su época de gran auge en la década de los 60 y 70, en donde pudo diseñar varios trajes a funcionarios públicos, así como también a personajes de la política de ese entonces.

Indica que la hechura de un pantalón costaba seis sucres en esa época. En la actualidad su valor es de 20 dólares.

A pesar de que es jubilado, se mantiene en esta actividad. Mencionó que seguirá ejerciendo este oficio hasta cuando Dios le de vida y salud.

Entre sus anécdotas, da a conocer que algún momento se le quemó la tela de un cliente, por lo que tuvo que ir a buscar el mismo casimir para devolverlo.

Cambios. La plancha de carbón todavía se usa para este oficio en el taller de Segundo Lomas.
Cambios. La plancha de carbón todavía se usa para este oficio en el taller de Segundo Lomas.

Oficio que se pierde

Manifiesta también que ninguno de sus hijos se inclinó por este oficio y lamenta que en las nuevas generaciones no haya interés de aprender esta profesión.

Explica que los sastres de hoy en día desarrollan su actividad de manera manual, pero contando con muchos implementos tecnológicos que les permite de igual modo obtener resultados más completos y mejores. (PMHR)

DATO
Es más común encontrar sastres para hombres que para mujeres debido al tipo de prendas que suelen trabajarse.