El problema no es la democracia, como algunos sectores dicen, sino la formación de los ciudadanos y, sobre todo, de los políticos en auténticos demócratas. Significa un reto enorme en la cultura cívica, en el sentido de valorar y vivir a plenitud las libertades de opinión, prensa, expresión, asociación y participación, además de apreciar y consolidar la independencia de las funciones del Estado en una lógica de pesos y contrapesos, desde los controles mutuos y la actuación autónoma de las instituciones. En democracia, el principio de igualdad política es vital. Nadie está por sobre la ley ni nadie confecciona leyes a su medida.
La formación en democracia significa considerar y reforzar la ciudadanía como el mejor vínculo posible de desarrollo, sobre la base del respeto y la tolerancia entre distintos y diferentes. Por lo tanto, una verdadera democracia es aprender a vivir en pluralidad de actores, ideas e ideologías. No puede haber democracia si la participación de la población es mínima y casi inexistente. Eso no significa que la participación es únicamente mecanismos de democracia directa por medio de referendos y plebiscitos, sino el involucramiento en actos de rendición de cuentas, veedurías y aportes en proyectos.
Un reto de la democracia es que los actores comprendan la importancia de la alternabilidad, en la media que eso impide la exacerbada personalización de la política, los caudillismos, el arreglo trasnochado entre gallos y medias noches entre operadores que buscan su propio beneficio. La alternabilidad debe producirse en las organizaciones sociales y, sobre todo, en los partidos, pues así se da paso a la reproducción programada de liderazgos en el marco de proyectos que tengan una brújula que sobrepasa el objetivo de cualquier mesías. La democracia interna en los partidos fortalece la cultura cívica.
No se trata de cambiar la democracia, sí de aprender a comportarnos como demócratas y exigir lo propio a quienes tienen sobre sus espaldas la representación del pueblo mediante elecciones o, incluso, porque hubiesen llegado al poder por designación. Más democracia, solo con democracia.