Quito: El Pobre Diablo, el fin de una edad de oro

ARTISTAS. El músico estadounidense Dave Samuels durante una actuación en El Pobre Diablo.
ARTISTAS. El músico estadounidense Dave Samuels durante una actuación en El Pobre Diablo.

Tras 27 años, uno de los focos de vida y agitación cultural de Quito cerró sus puertas el anterior sábado.

No podía ser de otra manera. El Pobre Diablo acaba de entrar en el que es seguramente el grupo más exclusivo sobre la faz de la Tierra: el ‘Club de los 27’. En él se encuentran personajes de la talla de Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain o incluso la nueva integrante Amy Winehouse. Personajes de la historia del rock que fallecieron todos a la edad de 27 años, igual que El Pobre Diablo.

Ahora queda recordar en un acto de nostalgia y guiados por el mono (insignia del local) mefistofélico que durante casi tres lustros dio la bienvenida a sus parroquianos. Porque si este lugar será recordado por algo es por las personas –y sobre todo personajes – que lo deambularon: diseñadores, bohemios crepusculares, acróbatas de la noche, músicos malditos, fotógrafos, ‘Peter Panes’, políticos con oído y demás entes del Quito nocturno.

AMBIENTE. Imagen del exterior de El Pobre Diablo, donde se realizaban exposiciones y encuentros.
AMBIENTE. Imagen del exterior de El Pobre Diablo, donde se realizaban exposiciones y encuentros.

Personajes ilustres
El músico Álex Alvear es una pieza fundamental de este puzzle cultural y su agradecimiento, sin pelos en la lengua, emerge desde la primera línea: “El Pobre Diablo ha hecho mucho más por la cultura de Quito que el Municipio o el Ministerio de Cultura. Es una vergüenza que ante esta pérdida ningún organismo haya intervenido para ayudar o subsanar el problema o hacer un intento de ayudar”.

EL DATO
Más de 3.000 músicos pasaron por El Pobre Diablo.Recuerda que ha tocado en innumerables ocasiones, ya no recuerda cuántas. En la época que vivía en Estados Unidos y venía a Quito una vez al año siempre ofrecía algún recital. Allí tocó con también con la ya mítica formación Promesas Temporales (con Hugo Idrovo, Héctor Napolitano, David Gilbert, Dany Cobo y el propio Alvear) por los 20 años de su fundación. “Pensaba que solo vendrían gente de la ‘vieja guardia’, pero cuál fue mi sorpresa cuando la mitad del público eran ‘peladitos’, fue un gran concierto que jamás olvidaré. También tocó por primera vez con su proyecto Wañukta Tonic.

“El Pobre Diablo fue también una incubadora para nuevas bandas, siempre ofrecía su espacio, era un lugar consagratorio. En todo el fenómeno de El Pobre Diablo creo que fue capital la excelente curaduría que ofrecía Pepe (Pepe Avilés, uno de los socios fundadores), ya que siempre tuvo un gran oído y muy buen ojo para las bandas, traía gente de la Costa, músicos excepcionales”, añade Alvear.

Habitúe. Álex Alvear es uno de los grandes músicos que han pasado por el ya mítico local. Él tiene mucha historia en este lugar.
Habitúe. Álex Alvear es uno de los grandes músicos que han pasado por el ya mítico local. Él tiene mucha historia en este lugar.

El comienzo del mito
Pepe Avilés es uno de los socios fundadores. En total son cuatro: la pareja formada por Paco Salazar y María Fernanda Riofrío y la de Patricia Endara y Pepe.

Su historia comienza en octubre de 1990. Pepe y Paco, ambos fotógrafos, querían ofrecer a la escena local un espacio en el confluyeran las artes, sobre todo la música y la fotografía, así como elevar la percepción de esta última disciplina artística. A pesar de que mucha gente no lo sabe en realidad, existieron dos locales.

El primero se encontraba en la calle Santa María y Juan León Mera, en La Mariscal. Funcionó desde 1990 hasta 2000, cuando cerraron con la coyuntura del fin de la moneda sucre. En 2000 apostaron por un nuevo local en La Floresta, cuando por esa época no había ningún rastro de locales de ocio.

Fueron años de cientos de músicos, quizás miles, nadie sabe exactamente cuántos. Lo que sí tiene claro Patricia Endara es que actuaban semanalmente tres músicos. Haciendo el cálculo por 27 años da un total de 3.896 artistas. Respecto al fin de esta gran historia hay dos factores. Uno es el económico, la acuciante crisis hizo estragos en el negocio. Por otro lado, y no menos importante, es el cansancio que acumulan los cuatro socios luego de casi 30 años y las ganas de dedicarse a otros proyectos, otras ilusiones.

En el imaginario popular deja este cierre una gran sentimiento de orfandad, ya que este local es uno de los últimos míticos de la capital, ya que cerraron sus puertas el Seseribó, el Papillón, El Aguijón o el Blues, por tan solo citar algunos.

Justo en esa época Pepe recuerda una gran fiesta: “Con el fin del sucre hicimos la fiesta de ‘Hasta la vista, baby’, haciendo el guiño a la película ‘Terminator 2’. Los afiches son muy recordados. También hicimos ferias de circo, diferentes actos performáticos, pero siempre con especial cuidado al diseño y a la fotografía”, apunta.

Quito queda, una vez más, huérfano de uno de los locales en los que se apostó por la calidad, por el arte en letras mayúsculas, por la esencia de la música. Con su partida, una edad de oro de la escena cultural se da por concluida. (MAP)