Mujer encadena a su hija 'para que no la agredan'

Mujer encadena a su hija ‘para que no la agredan’
AFECTACIÓN. Anabel Espinoza de 25 años por su actual estado de salud, sus familiares no le permiten tener contacto con sus dos hijas menores de edad.

La joven de 25 años tiene una enfermedad mental y perdió su casa en el terremoto.

Esmeraldas

Evitar que sus vecinos de la ribera del Esmeraldas la agredan física o sexualmente fue la justificación que dio Danny Bedoya para encadenar a su hija, Anabel Espinoza, de 25 años de edad. La joven, que tiene una enfermeda mental, aún transcurre sus días sobre un colchón gastado.


Los aproximadamente dos metros de cadena amarrados a su brazo izquierdo y cerrado con un candado, le imposibilitan caminar por el cuarto del hogar que no le pertenece. Su casa fue afectada por el terremoto.


El daño fue reportado al Ministerio de Vivienda. La entidad destinó el dinero para hacer la nueva casa, pero, la obra está paralizada desde hace más de un mes. Falta colocar el techo, las puertas y otros accesorios que permitan su habitabilidad. “El retraso es debido a la demanda que hay de materiales. No me despachan, pese a que tengo pagado desde hace un mes”, justifica el responsable de la obra, Klaus Chica.


¿Extraños la drogaron?


El deterioro de la salud mental de Anabel, quien además es mamá de dos menores de edad, no solo preocupa a su tía, María Luz Ayoví, que la vigila mientras la madre va al Puerto Pesquero Artesanal de Esmeraldas a pelar camarón, oficio que le genera ingresos económicos menores a 10 dólares diarios.


Erick Caicedo, cercano de la familia afectada, asegura que Anabel tiene crisis emocionales y que producto de sus reacciones tiene comportamientos violentos con sus vecinos del barrio Bellavista Norte, zona deprimida de la ciudad.


“En una ocasión hasta le pegaron con un machete”, comentó entre lágrimas, María Luz Ayoví. Cree que el cambio conductual de su familiar se habría provocado por el ingesta de algún tipo de drogas de personas extrañas.


Sin medicamento


La mujer acudió en más de una ocasión a tratamiento siquiátrico; sin embargo, el proceso fue suspendido. La falta de medicamentos ahonda el problema de salud mental, de quien se muestra desorientada en tiempo y espacio.


Anabel Espinoza, pese al encierro, no evidencia mayor deterioro físico, estado que a criterio de los vecinos es gracias a la atención que recibe de su mamá, que pese a la decisión de encadenar a su hija no tiene el reproche social, más bien los allegados buscan la forma de ayudarle a sobrellevar su problemática que nació hace varios meses. (MGQ)

Cifras


10


dólares diarios son los ingresos de esta familia.

7


meses han pasado desde el terremoto.