La legendaria banda estadounidense dio dos horas de show en Quito. Cerca de 30 mil fanáticos corearon sus canciones.
Se hicieron esperar, pero al final valió la pena. Es que el show de anoche cumplió con las expectativas de los casi 30 mil fanáticos de Metallica que se congregaron en el escenario del parque Bicentenario de Quito para ser parte del segundo espectáculo que brindó el cuarteto estadounidense en la capital.
Todos fueron por esas dos horas de thrash metal en una sola familia: Metallica. Es que todos llevaron ayer ese apellido, pese a que en un inicio estaban enojados con ellos porque el concierto inició a las 21:45, tres cuartos de hora más tarde de lo previsto.
Apertura de lujo
Los encargados de encender la velada fueron los integrantes del grupo ecuatoriano Basca, que saltó a la tarima a las 20:00.
Y como era de esperarse, interpretaron pocas canciones, debido a la escasa media hora que les prestaron el escenario.
Temas como ‘Almas en la oscuridad’, ‘Heavy rock’ y ‘Sucesor’, entre otros singles, fueron coreados a todo pulmón y cierta furia expresada con golpes en el pecho y los brazos levantados.
“Basca se merecía abrir este concierto”, manifestó Paúl, un ambateño que llegó a Quito el viernes por la mañana para ver a su banda preferida: Metallica.
Dos años de espera
Alejandro, al igual que Paúl, tuvo que esperar dos años para ver a Metallica. En 2014, cuando el cuarteto californiano dio su primer concierto en Ecuador, ellos no pudieron asistir porque se vendieron todas las entradas en aquella ocasión.
Pero todo eso ya pasó y pudieron ver a James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo, quienes llevan más de 30 años en escena juntos (a excepción de Trujillo) y el tiempo ha pintado sus cabellos de blanco o se ha hecho presente la alopecia.
La canción que abrió el espectáculo fue ‘Creeping Death’, ‘Harvester of Sorrow’, ‘The Memory Remains’, ‘One’, ‘Seek and Destroy’… Y muchas más.
Hubo momentos memorables, solos de guitarra y bajo, fuegos artifciales y ese agradecimiento de Metallica por ser esa noche una familia. (DAG)
