La magia de contar el mundo al mundo

TRABAJO. Al mediodía, todas las secciones se reúnen para designar los espacios.
TRABAJO. Al mediodía, todas las secciones se reúnen para designar los espacios.

POR: Alexis Serrano Carmona,


Editor de la sección Nacional



En pocos minutos comenzará la magia. La escena es como para película: los operadores, todos pequeñitos y vestidos con mandiles plomos, gorras y máscaras de protección contra el penetrante olor. Las dos rotativas… Rollos enormes de papel periódico regados por todo el suelo del lugar; y en un rincón, en el fondo, los tanques metálicos llenos de tinta.


Pronto volverá el ruido de los rodillos girando a toda velocidad para sacar 100 ejemplares por minuto y parecerá que el periódico volara por los aires al pasar por las rotativas. Cae la tarde en Quito y La Hora está a punto de empezarse a imprimir.


A las nueve y media de la noche llegará un ‘pequeño ejército’ de embuchadores y despachadores. Los unos se encargarán de meter la sección Nacional dentro de la Local en los casi 30.000 ejemplares que el Diario produce cada día y los otros harán los paquetes y los subirán a los camiones que al borde de la medianoche comenzarán la distribución.


El primero en salir será el que llega con el periódico hasta Santo Domingo. Ahí lo estarán esperando también las camionetas que irán hasta Esmeraldas y Los Ríos… Luego saldrá el camión que irá hacia Cotopaxi y Tungurahua… Y, finalmente, el que irá al Norte: Imbabura y Carchi. Como Loja tiene su propia rotativa, allí se imprimen los ejemplares de esa provincia y los de Zamora.


Y a eso, precisamente, es a lo que llamo magia: ese trabajo de ‘relojería’ y ‘carpintería’ que sucede todas las noches mientras todo el mundo duerme, para que a la mañana siguiente usted pueda levantarse y tener el Diario entre sus manos, oler la tinta sobre el papel periódico y llevárselo bajo el brazo para leerlo durante el día.


A veces solemos bromear diciendo que la gente piensa que un periódico es hecho por robots infalibles y perfectos. Pero no, en realidad para que todo eso suceda, hay un trabajo humano que empieza todas las mañanas en una mesa donde todos los reporteros, que son los conocen sus fuentes, los que más caminan las calles y que conviven con la gente, proponen sus temas ante el Jefe de Contenidos, con quien pulen los ejes, acuerdan las fuentes y los datos que se van a incluir; e incluso se define qué nomás irá a nuestras distintas plataformas: papel, Web y redes sociales.


Durante toda la mañana, pasamos recabando cifras, haciendo entrevistas, visitando barrios, entrevistando a gente en la calle, puliendo testimonios, buscando las muchas veces imposibles versiones oficiales… Es lo que en el argot periodístico llamamos ‘reportería’.


Al mediodía cada sección se reúne con su editor y se designan los espacios que cada tema va a ocupar en las páginas del periódico. Luego, los reporteros se retiran a escribir. Siempre hay tiempo para una broma, para una plática, para ir a comprar en la ‘tienda’ que la Consuelito, reportera de temas de ambiente y salud, ha improvisado en los cajones de su escritorio.


La Hora es un equipo joven, matizado por la experiencia de los directivos. La mayoría de los editores, los reporteros y los fotógrafos tenemos entre 25 y 40 años y la relación es tan cercana que ahí en los escritorios se puede estar hablando tanto de la nota del día como buscando solución al problema familiar de cualquiera. Siempre hay alguien que pone algo de salsa en su computadora y alguien que responde con un poco de rock. Mientras, en las oficinas administrativas pulen las cifras, alistan informes, agendan citas.


Los reporteros van terminando de escribir sus notas y los editores vamos encargándonos de armar el rompecabezas. Luego, las páginas pasan a diseño, donde seis personas hacen que todo el trabajo previo se vea bonito. Por ejemplo, se dedican a lograr que todo calce perfecto: las noticias y las publicidades, que las ejecutivas de ventas han logrado sellar.

Viene el trabajo de dos correctoras de estilo, que se preocupan de que se vaya la menor cantidad posible de errores en redacción y ortografía; y luego una revisión final del editor de la sección, con lo cual cada página queda lista para imprimir.


Pasará entonces a ‘pre prensa’, un cuarto pequeño y lleno de unas impresoras gigantes de donde salen unas placas de aluminio que servirán de molde para que cada página se imprima en las rotativas.


En pocos minutos comenzará la magia. Los rollos de papel, los operadores de mandil, las tintas… Hay una pequeña ventana que une al cuarto de pre prensa con este lugar. Han llegado las cuatro primeras páginas que se van a imprimir. Uno de los operadores las toma, las dobla en unos cilindros y enciende el botón. Vuelve el ruido de la rotativa.

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PROCESO. El equipo de diseño pule las páginas para impresión.
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IMPRESIÓN. Las placas de aluminio que sirven como molde para las rotativas.
IMPRESIÓN. Las placas de aluminio que sirven como molde para las rotativas.
FINAL. Las rotativas datan de la década del 70.
FINAL. Las rotativas datan de la década del 70.