Esmeraldas: el mar deja de golpear con fuerza

Redacción ESMERALDAS

La excavación no va más allá de los 40 centímetros sobre la arena removida por el aguaje. Hombres, mujeres y niños se aferran a la idea de encontrar oro donde rompen las olas de la playa de Súa, cantón Atacames.

Los ‘mineros’ ya tienen evidencias y ganancias de los hallazgos. Unos encontraron anillo, cadena y pulseras con frases de amor.

«El mar lo destruyó todo (12 bares juntos al mar) ahora sólo nos queda encontrar alguna pepita o algo de oro», justifica la búsqueda del metal, Estrella Lajones, quien, más allá de la actividad ocasional, llama al turista a que no les abandonen durante el último feriado del año.

Al clamor se suma Nancy Bazurto, propietaria de un restaurante en la parroquia Tonchigüe, a 13 km más al sur de Súa, las dos jurisdicciones más afectadas, previo a la Navidad por la marejada. Y no es la única con problemas en la franja junto al mar. Juntos llegan a 10 los prestadores de servicio que desde la semana anterior están en pelea con el mar: él llega con arena y agua salada; los vecinos con palas, baldes y sacos con arena contarrestan el ataque que se sintió con mayor fuerza la madrugada del sábado anterior.

Los pescadores también dejaron de salir a sus jornada. «El mar se puede ver tranquilo, pero por debajo está alborotado. No hay pesca», aclara Rodrigo Casanova con 20 años de experiencia en temas pesquero. Él y 56 compañeros ahora ocupan la calle ‘Jesús Vera’, en Tonchigüe, para evitar que el oleaje destruya los 8.000 dólares de inversión; los motores son llevados al hombro hasta las casas.

En el viviendas el ocio por ahora es obligatorio para los cerca de 200 pescadores que Rodrigo estima zarpan desde Tonchigüe donde sueñan con un puerto artesanal como el de la ciudad de Esmeraldas, ubicado a 41 km hacia el norte donde el aguaje no generó afectaciones.

En cambio, en la playa de Las Peñas, cantón Eloy Alfaro y en Mompiche, de Muisne, sí hay reportes de construcciones, en algunos casos reducidas a escombros.

Mientras unos esperan que la ayuda gubernamental sea más que reuniones o maquinarias retirando escombros, algunos vendedores de ceviche, cervezas, artesanías de la parroquia Súa, se aferran a la idea que el mar le envíe la ‘fortuna’ plasmada en oro, la que buscan frente a lugar devastado por las olas.