El cuco de carne y hueso

El cuco de carne y hueso
El cuco de carne y hueso

Hoy, como todos los días, el periodista de La Hora hará un esfuerzo por despegarse de la cama, arrancarse la lagaña, desayunar y prepararse para trabajar. Tomará un autobús. Muchas veces irá parado. Estará a tiempo (bueno, casi siempre) en la reunión matutina para asignar las coberturas noticiosas.


Durante su trabajo, mientras entrevista a un ministro, a su celular llegará un mensaje diciendo que su niña tiene fiebre. Mientras el ministro, muchas veces sucede, acusa al periodista de formar parte de una conspiración contra el poder, al celular del reportero llegará un mensaje afinando los detalles para la fiesta del viernes. Será en el karaoke del barrio. La cuota será de 15 dólares.


Al final del día, el periodista habrá terminado su reportaje. Salió bien, revelador, seguro que al ministro no le va a gustar, pero dice la purita verdad.


Tomará el mismo bus que en la tarde está aún más lleno. Llegará a casa, pondrá unos paños tibios en la frente de su niña y responderá al chat de panas diciendo que no podrá ir al karaoke porque su hija está enferma. Verá las noticias y se le ocurrirá un nuevo tema para los siguientes días. Antes de acostarse, en un una cadena de televisión aparecerá un alto, altísimo funcionario público, calificando su trabajo de vendepatria, de caretucada, de parte de un plan internacional para desestabilizar gobiernos progresistas. Su esposa le preguntará, preocupada, si es que la familia corre peligro. Él responderá que tranquila, que es mejor ir a la cama, que eso pasa por ser periodistas y no bajar la cabeza en un país como este.

El cuco de carne y hueso

Esta historia ficticia se aplica para los hombres y mujeres que a diario nutren las ediciones impresas y digitales de La Hora. Esta historia ficticia no es tan ficticia, al final de cuentas. Tras un reportaje de política, de economía, de justicia, ciudad, deportes, sucesos policiales, salud, ambiente, de todo, hay un ser humano, un reportero de La Hora, nunca un agente de la CIA, ni un macabro conspirador, ni bla, bla, bla. Hay un tipo que le pone compresas de agua a su niña.


Hoy, con este especial, celebramos los 34 años de La Hora, desde su primera edición, en Quito, y hemos decidido abrir nuestras puertas y enseñarles quiénes somos y cómo hacemos lo que hacemos. Con esto no esperamos quedar de héroes, en lo absoluto, solo queremos informarle que tras cada párrafo hay una persona, no un cuco. Los que ven cucos por todos lados son otros. Hola, somos los que te informamos, mil gracias por tu lectura.

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