El Alto, foco del conflicto boliviano, un polvorín, un campo de batalla

LA PAZ

La ciudad andina de El Alto, escenario de violentos choques entre aymaras y fuerzas del orden que la vpera cobraron la vida de dos personas, era este viernes un polvor, en el tercer d de paro cico-vecinal en demanda de la dimisi del presidente Gonzalo Schez de Lozada.

Una de las zonas m deprimidas del pa, donde hace m de 15 as convergen migrantes indenas andinos, miserables y desempleados, El Alto vive momentos de enorme tensi, con cientos de pobladores en las calles, atestadas de polics y militares fuertemente armados.

En el coraz de la ciudad de m de medio mill de habitantes, se encuentra el aeropuerto internacional de El Alto, que sirve a su vecina La Paz, este viernes como toda la semana pasada, bajo freo control militar.

El Alto, en cuyas miserables barriadas populares no existen servicios de agua potable ni alcantarillado y donde su pobladores indenas sobreviven en condiciones de indigencia, amenaza con paralizar o al menos desabastecer a La Paz, sede del gobierno boliviano.

«Guerra frontal contra este gobierno» es la premisa de los manifestantes encabezados por el dirigente sindical Roberto de la Cruz, brazo operativo del ler radical de la unitaria Central Obrera Boliviana, Jaime Solares que, tras proclamar su rotunda oposici a que la riqueza gasera boliviana sea exportada de forma que so favorezca a las petroleras extranjeras que la gerencian y m a a que se embarque desde un puerto de Chile, ha puesto en su mira al resistido mandatario liberal.

«Hay un solo milagro, una salida, si (Schez de Lozada) no quiere ser echado del palacio de Gobierno, que diga que la ley de Hidrocarburos (que promulgdos ds antes de concluir su primer mandato entre 1993 y 97 tras privatizar la mayor parte de las empresas estatales) se abroga, que el gas retorna a manos del pueblo boliviano y se industrializa. De lo contrario vamos a ahorcar a La Paz», declara la AFP en tono desafiante.

Emplazada en la cabeza de la explanada altiplica, la urbe, sacudida por el crimen y la marginalidad, asemeja este viernes un campo de batalla, con cientos de barricadas, hogueras y vidrio triturado en sus calles.

En sus calles de tierra sembradas de basura y escombros, con que los manifestantes impiden el trsito de vehulos, humean a decenas de neumicos que los aguerridos pobladores de origen aymara han encendido para contrarrestar los efectos de los gases lacrimenos con que arremete la fuerza plica al m mimo disturbio.

Su poblaci, mayoritariamente joven de extracci campesina, no puede circular siquiera en bicicleta, pues los organizadores de la protesta que exige la cabeza del «gringo» han proscrito de facto que cualquier rodado se desplace por sus arterias so pena de sufrir una pedrea, arma principal de los furiosos manifestantes.

Decenas de vehulos de transporte de pasajeros y carga, incluso de la prensa, han sufrido avers en sus efervescentes avenidas en los timos ds.

Una veintena de heridos de Ventilla, escenario ayer de crudos choques entre mineros del yacimiento de Huanuni y polics y militares, que dejaron un trabajador y un estudiante muertos, apenas logrfranquear el paso a La Paz tras intensas gestiones humanitarias y de socorro mico.

Elevada a la categor de ciudad en 1988, era este viernes una ‘tierra de nadie’, al igual que en febrero timo, cuando grupos de saqueadores, en medio de una convulsi social que dejm de 30 muertos y 200 heridos, asolaron sus comercios y fricas a pesar de la presencia militar.

AFP