Christoph Baumann: ‘Yo voto por Lasso, pero no me caso’‘

Christoph Baumann: ‘Yo voto por Lasso, pero no me caso’‘
política. Christoph Baumann recuerda los intercambios que ha tenido con los dos candidatos que quieren llegar a Carondelet.

Christoph Baumann: ‘Yo voto por Lasso, pero no me caso’‘

El actor alemán reflexiona sobre la segunda vuelta con la perspectiva de fortalecer la democracia

Christoph Baumann llegó al Ecuador en 1984, persiguiendo el amor. Hoy, tiene dos hijos ecuatorianos y una larga y prodigiosa carrera de actor en la escena dramática del país. Debe ser uno de los hombres más altos y afables que viven en Quito, su gracia y amabilidad no tienen límites.

Ahora conversa con La Hora sobre la segunda vuelta electoral y la democracia. Aprovecha para contar su experiencia personal con Lenín Moreno y Guillermo Lasso, así como con Rafael Correa.

¿Cómo ves el panorama para la elección del 2 de abril?


Me he preguntado por qué estamos, nuevamente, entre la espada y la pared. Es complejo. Si Lenín fuera, al menos, un reformador del correísmo o fiscalizador de su movimiento, lo apoyaría. Pero no lo es.



¿Lo conoces?


Antes de que entrara en las lides políticas nos invitó a todos los cómicos de Quito a comer en su casa. Estaba el Mosquito Mosquera, Santiago Naranjo y otros. Fue una comida amena. El único que no contaba cachos era yo. Hoy me pregunto cuál es el equipo de Moreno. Sé con mucha claridad quienes son los hombres de Glas.

¿Te gustaría que Lenín fuera un fiscalizador?


Si hubiera un candidato con un perfil reformador, me parecería interesante que se corrijan los errores desde la izquierda. Lenín es un candidato que ha levantado, en ocasiones, la mano de protesta y la bajó enseguida. Es una máscara. Ahora la misión ternura, en realidad, es la misión agresiva. Pienso que los cimientos de la democracia ecuatoriana están muy afectados, han empezado a podrirse. Es un país sin separación de poderes, sin justicia y fiscales independientes.

Tu entrevistaste a Lasso. ¿Qué impresión te dio?


Me sorprendió. Siento que ha hecho un trabajo para convertirse en una persona más palpable. Era bastante austero en poder identificarse con otros. Muchas de las posturas que dio en la entrevista son conservadoras. Cuando le pregunté sobre el aborto dijo que debemos reforzar la adopción. Yo le dije que no vamos a resolver el problema con eso. Lo que me pareció bueno es que se comprometió a impulsar una discusión pública sobre el tema, sin que su opinión personal vaya a dirimir la decisión definitiva.

¿Le crees?


Ahora, que vivimos en un Estado de Propaganda, ver la cara real de alguien es difícil. A él le endosan ser el autor del feriado bancario, lo cual es mentira. Es una distorsión de la historia. Ahora está entrando en la política y eso me da la misma sensación que Rodas me ha provocado, pues ha sido muy novato en la política. A Rodas, el instinto político le ha fallado full veces. Lasso seguramente tendrá muchos votos contra Correa. Mucha gente no se quiere casar con Lasso, pero quiere acabar con el sistema de injusticia y corrupción de ahora. En realidad, la única opción es votar por un candidato ante el que se tiene reparos.

¿Reparos irreconciliables?


Hay una postura conservadora que yo, en la vida moderna de ahora, no comparto.

Pero sé que tiene apertura. Sería un presidente que va a depender más que nadie de lo que pase en la calle, con la gente y las movilizaciones. Tendrá en contra la Asamblea y sus leyes, así como de los organismos de control. Él quiere llamar a consulta popular para hacer los grandes cambios institucionales: que se vaya el quinto poder, la Ley de Comunicación, etc. Es decir, dependerá totalmente del apoyo popular. Hoy, él es el móvil para hacer el cambio, pero a la vez es el inicio de un cambio muy difícil.

Entonces, ¿no es mejor el continuismo?


Yo seriamente creo que es la hora de la sociedad civil. En este momento, creo que es mejor para la democracia que gane Lasso, pero la sociedad civil tiene que ponerle frenos. Yo voto por Lasso, pero no me caso. Mantendré un potencial crítico a lo que suceda. El clima hoy no es discutir, sino descalificar. Yo no soy de la derecha. Yo no soy lassista, pero no veo otra forma de lograr un cambio.

¿Por qué votar contra tu ideología?


Es un momento clave. Cuatro años más del correísmo, significa cuatro años más de seguir defendiendo a figuras bajo sospecha de corrupción. Y lo digo como un ciudadano extranjero, que ha vivido 32 años en este país y que ha tomado la decisión de nacionalizarse. En los últimos tiempos ha habido comentarios xenófobos por mis pronunciamientos políticos. Pero yo me siento más de acá que de Alemania.

¿Cuándo te alejaste del correísmo?


Cuando comenzó a perseguir a mis amigos. A Pocho Álvarez le conozco desde que llegué a Ecuador y es de las personas más integras. Desvirtuar su integridad, atacarle en sabatinas, era aberrante. Lo mismo con Jaime Guevara y una cadena de periodistas. En ese momento, ante el trato inhumano y propagandístico a gente decente, empezaron mis sospechas sobre este Gobierno. Esa decepción la reafirmé cuando engañaron a la juventud del Ecuador explotando el Yasuní. Ahí terminé todo con ellos.

¿Conociste a Correa?


Conversamos una vez en el Palacio, en una invitación a muchos artistas. Fue cuando se lanzó el proyecto de dejar el petróleo del Yasuní bajo tierra, con bombos y platillos. Hubo una escena muy extraña. Al final nos quedamos Correa, Hugo Idrovo, una banda y yo. En esa época Hugo todavía no era tan cercano y no había dicho que él también era borrego. Cantó la primera estrofa y se quiso ir. Correa lo agarró y no lo dejó. Yo los observaba y veía una película sobre artistas y poder.



¿El poder envilece?


Yo leí a Javier Ponce con mucho fervor en la época de Febres Cordero. El diario Hoy era para mí como una luz. De pronto, una persona como él, termina de ministro de Defensa y Agricultura de este Régimen. Se aisló de todos los amigos, le queda uno sólo. Adentro de mí, pienso que la amistad es más importante que cualquier ideología política. En la época antigua, para los griegos la amistad era un hecho público que se promovía en la antigua polis, para debatir los asuntos públicos. Entre amigos deberíamos poder encontrarnos y debatir nuestras posiciones ideológicas. Estaríamos obligados a construir algo de nuestras diferencias. (MMD)