Chile avanza a la normalidad tras semana de furia y clamor por cambios sociales

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Santiago, Chile AFP

El presidente Sebastián Piñera hizo este sábado anuncios con miras a volver a la normalidad tras una semana de furia colectiva en las calles de Chile que cerró el viernes con una histórica marcha en Santiago, donde un millón de personas exigieron una sociedad más justa.

Más descontracturado que en los últimos días, el presidente Piñera anunció que pidió la renuncia a todos sus ministros para reestructurar su gabinete para poder atender las demandas que exige el momento del país.

También dijo que muy probablemente levante el estado de emergencia que puso a los militares en las calles del país por primera vez desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90).

«He pedido a todos los ministros poner sus cargos a disposición para poder estructurar un nuevo gabinete, para poder enfrentar estas nuevas demandas», dijo Piñera. Uno de los ministros más cuestionados por la opinión pública es el titular de Interior y Seguridad Pública, Andrés Chadwick, quien también es primo hermano del mandatario.

«Estamos en una nueva realidad, Chile es distinto al que teníamos hace una semana atrás y por eso (debemos) atender a esa demanda social», dijo el presidente en la sede de gobierno, La Moneda.

Paralelamente, las Fuerzas Armadas levantaron el toque de queda que regía en Santiago desde el sábado pasado.

En un tono conciliador, recalcando que trabaja con el Congreso para concretar una agenda social, Piñera puso como ejemplo la crisis de los «chalecos amarillos» en Francia que también puso contra las cuerdas al establishment político de ese país el año pasado.

Las protestas -que se iniciaron con incidentes muy violentos hace nueve días en rechazo al aumento de la tarifa del metro y dejaron 19 muertos– llevaron a Piñera a decretar el estado de emergencia, lo que le permitió desplegar militares en las calles y decretar siete toques de queda consecutivos en la capital.

Santiago, Chile AFP

El presidente Sebastián Piñera hizo este sábado anuncios con miras a volver a la normalidad tras una semana de furia colectiva en las calles de Chile que cerró el viernes con una histórica marcha en Santiago, donde un millón de personas exigieron una sociedad más justa.

Más descontracturado que en los últimos días, el presidente Piñera anunció que pidió la renuncia a todos sus ministros para reestructurar su gabinete para poder atender las demandas que exige el momento del país.

También dijo que muy probablemente levante el estado de emergencia que puso a los militares en las calles del país por primera vez desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90).

«He pedido a todos los ministros poner sus cargos a disposición para poder estructurar un nuevo gabinete, para poder enfrentar estas nuevas demandas», dijo Piñera. Uno de los ministros más cuestionados por la opinión pública es el titular de Interior y Seguridad Pública, Andrés Chadwick, quien también es primo hermano del mandatario.

«Estamos en una nueva realidad, Chile es distinto al que teníamos hace una semana atrás y por eso (debemos) atender a esa demanda social», dijo el presidente en la sede de gobierno, La Moneda.

Paralelamente, las Fuerzas Armadas levantaron el toque de queda que regía en Santiago desde el sábado pasado.

En un tono conciliador, recalcando que trabaja con el Congreso para concretar una agenda social, Piñera puso como ejemplo la crisis de los «chalecos amarillos» en Francia que también puso contra las cuerdas al establishment político de ese país el año pasado.

Las protestas -que se iniciaron con incidentes muy violentos hace nueve días en rechazo al aumento de la tarifa del metro y dejaron 19 muertos– llevaron a Piñera a decretar el estado de emergencia, lo que le permitió desplegar militares en las calles y decretar siete toques de queda consecutivos en la capital.

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El presidente Sebastián Piñera hizo este sábado anuncios con miras a volver a la normalidad tras una semana de furia colectiva en las calles de Chile que cerró el viernes con una histórica marcha en Santiago, donde un millón de personas exigieron una sociedad más justa.

Más descontracturado que en los últimos días, el presidente Piñera anunció que pidió la renuncia a todos sus ministros para reestructurar su gabinete para poder atender las demandas que exige el momento del país.

También dijo que muy probablemente levante el estado de emergencia que puso a los militares en las calles del país por primera vez desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90).

«He pedido a todos los ministros poner sus cargos a disposición para poder estructurar un nuevo gabinete, para poder enfrentar estas nuevas demandas», dijo Piñera. Uno de los ministros más cuestionados por la opinión pública es el titular de Interior y Seguridad Pública, Andrés Chadwick, quien también es primo hermano del mandatario.

«Estamos en una nueva realidad, Chile es distinto al que teníamos hace una semana atrás y por eso (debemos) atender a esa demanda social», dijo el presidente en la sede de gobierno, La Moneda.

Paralelamente, las Fuerzas Armadas levantaron el toque de queda que regía en Santiago desde el sábado pasado.

En un tono conciliador, recalcando que trabaja con el Congreso para concretar una agenda social, Piñera puso como ejemplo la crisis de los «chalecos amarillos» en Francia que también puso contra las cuerdas al establishment político de ese país el año pasado.

Las protestas -que se iniciaron con incidentes muy violentos hace nueve días en rechazo al aumento de la tarifa del metro y dejaron 19 muertos– llevaron a Piñera a decretar el estado de emergencia, lo que le permitió desplegar militares en las calles y decretar siete toques de queda consecutivos en la capital.

Santiago, Chile AFP

El presidente Sebastián Piñera hizo este sábado anuncios con miras a volver a la normalidad tras una semana de furia colectiva en las calles de Chile que cerró el viernes con una histórica marcha en Santiago, donde un millón de personas exigieron una sociedad más justa.

Más descontracturado que en los últimos días, el presidente Piñera anunció que pidió la renuncia a todos sus ministros para reestructurar su gabinete para poder atender las demandas que exige el momento del país.

También dijo que muy probablemente levante el estado de emergencia que puso a los militares en las calles del país por primera vez desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90).

«He pedido a todos los ministros poner sus cargos a disposición para poder estructurar un nuevo gabinete, para poder enfrentar estas nuevas demandas», dijo Piñera. Uno de los ministros más cuestionados por la opinión pública es el titular de Interior y Seguridad Pública, Andrés Chadwick, quien también es primo hermano del mandatario.

«Estamos en una nueva realidad, Chile es distinto al que teníamos hace una semana atrás y por eso (debemos) atender a esa demanda social», dijo el presidente en la sede de gobierno, La Moneda.

Paralelamente, las Fuerzas Armadas levantaron el toque de queda que regía en Santiago desde el sábado pasado.

En un tono conciliador, recalcando que trabaja con el Congreso para concretar una agenda social, Piñera puso como ejemplo la crisis de los «chalecos amarillos» en Francia que también puso contra las cuerdas al establishment político de ese país el año pasado.

Las protestas -que se iniciaron con incidentes muy violentos hace nueve días en rechazo al aumento de la tarifa del metro y dejaron 19 muertos– llevaron a Piñera a decretar el estado de emergencia, lo que le permitió desplegar militares en las calles y decretar siete toques de queda consecutivos en la capital.

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La marcha de inflexión

Una marea de al menos un millón de personas -sin distintivos políticos ni clases sociales- copó el viernes de forma pacífica las principales avenidas de Santiago y generó una postal única que evoca la firme voluntad de los chilenos de buscar cambios en el modelo económico neoliberal que instauró la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y se consolidó en democracia.

«Este país se ha levantado de peores, esto es como terremoto, lo provocamos nosotros, ya pasó, ahora hay que salir a trabajar, y que los que están arriba (el gobierno) no se hagan los locos, nos tienen que escuchar», dijo a la AFP José Vergara, un vendedor de diarios de 65 años.

Este sábado Santiago amaneció con grupos de vecinos y organizaciones sociales limpiando los escombros que dejaron las manifestaciones, varias muy violentas, e incluso borraban los grafitis de la estatua de Plaza Italia, epicentro de una manifestación multitudinaria.

El Metro funcionaba parcialmente en cinco líneas, mientras dos continúan paralizadas. Los buses operaban a un 98% de su capacidad habitual y muchos comercios comenzaban a abrir sus puertas.

«Todos hemos escuchado el mensaje», aseguró el viernes Piñera en un escueto pero conciliador mensaje en su cuenta de Twitter.

El magnate -que gobierna Chile por segunda desde marzo de 2018 tras su gestión entre 2010 y 2014- reconoció la dimensión de la marcha que vivió Santiago y otras ciudades de norte a sur del país. «La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza», acotó.

La marcha de inflexión

Una marea de al menos un millón de personas -sin distintivos políticos ni clases sociales- copó el viernes de forma pacífica las principales avenidas de Santiago y generó una postal única que evoca la firme voluntad de los chilenos de buscar cambios en el modelo económico neoliberal que instauró la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y se consolidó en democracia.

«Este país se ha levantado de peores, esto es como terremoto, lo provocamos nosotros, ya pasó, ahora hay que salir a trabajar, y que los que están arriba (el gobierno) no se hagan los locos, nos tienen que escuchar», dijo a la AFP José Vergara, un vendedor de diarios de 65 años.

Este sábado Santiago amaneció con grupos de vecinos y organizaciones sociales limpiando los escombros que dejaron las manifestaciones, varias muy violentas, e incluso borraban los grafitis de la estatua de Plaza Italia, epicentro de una manifestación multitudinaria.

El Metro funcionaba parcialmente en cinco líneas, mientras dos continúan paralizadas. Los buses operaban a un 98% de su capacidad habitual y muchos comercios comenzaban a abrir sus puertas.

«Todos hemos escuchado el mensaje», aseguró el viernes Piñera en un escueto pero conciliador mensaje en su cuenta de Twitter.

El magnate -que gobierna Chile por segunda desde marzo de 2018 tras su gestión entre 2010 y 2014- reconoció la dimensión de la marcha que vivió Santiago y otras ciudades de norte a sur del país. «La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza», acotó.

La marcha de inflexión

Una marea de al menos un millón de personas -sin distintivos políticos ni clases sociales- copó el viernes de forma pacífica las principales avenidas de Santiago y generó una postal única que evoca la firme voluntad de los chilenos de buscar cambios en el modelo económico neoliberal que instauró la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y se consolidó en democracia.

«Este país se ha levantado de peores, esto es como terremoto, lo provocamos nosotros, ya pasó, ahora hay que salir a trabajar, y que los que están arriba (el gobierno) no se hagan los locos, nos tienen que escuchar», dijo a la AFP José Vergara, un vendedor de diarios de 65 años.

Este sábado Santiago amaneció con grupos de vecinos y organizaciones sociales limpiando los escombros que dejaron las manifestaciones, varias muy violentas, e incluso borraban los grafitis de la estatua de Plaza Italia, epicentro de una manifestación multitudinaria.

El Metro funcionaba parcialmente en cinco líneas, mientras dos continúan paralizadas. Los buses operaban a un 98% de su capacidad habitual y muchos comercios comenzaban a abrir sus puertas.

«Todos hemos escuchado el mensaje», aseguró el viernes Piñera en un escueto pero conciliador mensaje en su cuenta de Twitter.

El magnate -que gobierna Chile por segunda desde marzo de 2018 tras su gestión entre 2010 y 2014- reconoció la dimensión de la marcha que vivió Santiago y otras ciudades de norte a sur del país. «La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza», acotó.

La marcha de inflexión

Una marea de al menos un millón de personas -sin distintivos políticos ni clases sociales- copó el viernes de forma pacífica las principales avenidas de Santiago y generó una postal única que evoca la firme voluntad de los chilenos de buscar cambios en el modelo económico neoliberal que instauró la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y se consolidó en democracia.

«Este país se ha levantado de peores, esto es como terremoto, lo provocamos nosotros, ya pasó, ahora hay que salir a trabajar, y que los que están arriba (el gobierno) no se hagan los locos, nos tienen que escuchar», dijo a la AFP José Vergara, un vendedor de diarios de 65 años.

Este sábado Santiago amaneció con grupos de vecinos y organizaciones sociales limpiando los escombros que dejaron las manifestaciones, varias muy violentas, e incluso borraban los grafitis de la estatua de Plaza Italia, epicentro de una manifestación multitudinaria.

El Metro funcionaba parcialmente en cinco líneas, mientras dos continúan paralizadas. Los buses operaban a un 98% de su capacidad habitual y muchos comercios comenzaban a abrir sus puertas.

«Todos hemos escuchado el mensaje», aseguró el viernes Piñera en un escueto pero conciliador mensaje en su cuenta de Twitter.

El magnate -que gobierna Chile por segunda desde marzo de 2018 tras su gestión entre 2010 y 2014- reconoció la dimensión de la marcha que vivió Santiago y otras ciudades de norte a sur del país. «La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza», acotó.

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«Segunda transición”

Sin liderazgos visibles, los chilenos -organizados en las redes sociales- piden un cambio para combatir las inequidades de un país que destaca por su estabilidad y un ingreso per cápita superior a los 20.000 dólares, el mayor de la región.

La movilización «interpela a los dirigentes políticos para impulsar cambios profundos en el modelo de desarrollo capitalista. Una suerte de segunda transición», comentó a la AFP Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago.

Mella alude a la transición que permitió dejar atrás la dictadura -que mató a unas 3.200 personas y torturó a unas 38.000- e iniciar en 1990 el camino democrático gracias a un plebiscito de 1988 en el cual el pueblo chileno dijo «no» a prolongar el régimen militar.

Pero 29 años de gobiernos democráticos, con mayoría de periodos liderados por la centroizquierda, no fueron suficientes para cambiar un sistema económico que generó gran desigualdad.

Este estallido social tras décadas de estabilidad «constituye la irrupción de un sujeto político sin membresía partidaria que exige que la democracia se exprese no solo en procedimientos, sino también en resultados. Esto es, una sociedad menos desigual y con derechos más fuertes», acotó el analista.

Chile albergará en noviembre la reunión de líderes del foro Apec y en diciembre la cumbre mundial de cambio climático Cop25. Hasta el momento, ambas reuniones se desarrollarían sin cambios pese a la crisis.

«Segunda transición”

Sin liderazgos visibles, los chilenos -organizados en las redes sociales- piden un cambio para combatir las inequidades de un país que destaca por su estabilidad y un ingreso per cápita superior a los 20.000 dólares, el mayor de la región.

La movilización «interpela a los dirigentes políticos para impulsar cambios profundos en el modelo de desarrollo capitalista. Una suerte de segunda transición», comentó a la AFP Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago.

Mella alude a la transición que permitió dejar atrás la dictadura -que mató a unas 3.200 personas y torturó a unas 38.000- e iniciar en 1990 el camino democrático gracias a un plebiscito de 1988 en el cual el pueblo chileno dijo «no» a prolongar el régimen militar.

Pero 29 años de gobiernos democráticos, con mayoría de periodos liderados por la centroizquierda, no fueron suficientes para cambiar un sistema económico que generó gran desigualdad.

Este estallido social tras décadas de estabilidad «constituye la irrupción de un sujeto político sin membresía partidaria que exige que la democracia se exprese no solo en procedimientos, sino también en resultados. Esto es, una sociedad menos desigual y con derechos más fuertes», acotó el analista.

Chile albergará en noviembre la reunión de líderes del foro Apec y en diciembre la cumbre mundial de cambio climático Cop25. Hasta el momento, ambas reuniones se desarrollarían sin cambios pese a la crisis.

«Segunda transición”

Sin liderazgos visibles, los chilenos -organizados en las redes sociales- piden un cambio para combatir las inequidades de un país que destaca por su estabilidad y un ingreso per cápita superior a los 20.000 dólares, el mayor de la región.

La movilización «interpela a los dirigentes políticos para impulsar cambios profundos en el modelo de desarrollo capitalista. Una suerte de segunda transición», comentó a la AFP Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago.

Mella alude a la transición que permitió dejar atrás la dictadura -que mató a unas 3.200 personas y torturó a unas 38.000- e iniciar en 1990 el camino democrático gracias a un plebiscito de 1988 en el cual el pueblo chileno dijo «no» a prolongar el régimen militar.

Pero 29 años de gobiernos democráticos, con mayoría de periodos liderados por la centroizquierda, no fueron suficientes para cambiar un sistema económico que generó gran desigualdad.

Este estallido social tras décadas de estabilidad «constituye la irrupción de un sujeto político sin membresía partidaria que exige que la democracia se exprese no solo en procedimientos, sino también en resultados. Esto es, una sociedad menos desigual y con derechos más fuertes», acotó el analista.

Chile albergará en noviembre la reunión de líderes del foro Apec y en diciembre la cumbre mundial de cambio climático Cop25. Hasta el momento, ambas reuniones se desarrollarían sin cambios pese a la crisis.

«Segunda transición”

Sin liderazgos visibles, los chilenos -organizados en las redes sociales- piden un cambio para combatir las inequidades de un país que destaca por su estabilidad y un ingreso per cápita superior a los 20.000 dólares, el mayor de la región.

La movilización «interpela a los dirigentes políticos para impulsar cambios profundos en el modelo de desarrollo capitalista. Una suerte de segunda transición», comentó a la AFP Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago.

Mella alude a la transición que permitió dejar atrás la dictadura -que mató a unas 3.200 personas y torturó a unas 38.000- e iniciar en 1990 el camino democrático gracias a un plebiscito de 1988 en el cual el pueblo chileno dijo «no» a prolongar el régimen militar.

Pero 29 años de gobiernos democráticos, con mayoría de periodos liderados por la centroizquierda, no fueron suficientes para cambiar un sistema económico que generó gran desigualdad.

Este estallido social tras décadas de estabilidad «constituye la irrupción de un sujeto político sin membresía partidaria que exige que la democracia se exprese no solo en procedimientos, sino también en resultados. Esto es, una sociedad menos desigual y con derechos más fuertes», acotó el analista.

Chile albergará en noviembre la reunión de líderes del foro Apec y en diciembre la cumbre mundial de cambio climático Cop25. Hasta el momento, ambas reuniones se desarrollarían sin cambios pese a la crisis.