Los cronómetros estaban sincronizados. Un minuto antes de las 20:00 el corazón de Óscar Amaguaña latía deprisa. A la señal que le daban Llorenç Barber y Monserrat Palacios (desde otro punto del Centro Histórico): Levantó los brazos y la primera campanada desde la Catedral llamó a las demás con un repique contundente.
Los sonidos salían de 16 iglesias siguiendo las partituras de ‘Ecuatorialis fulgor’, una composición para orquesta de campanas que se estrenó ayer, a nivel mundial.
Amaguaña, quien es el director musical de la Banda Municipal de Quito, fue uno de los 16 directores que estuvieron al frente de los campanarios en este concierto que se realiza desde 2001.
Los creadores
“Nuestro llamado es para que las campanas salgan de los museos y se usen porque esa es su utilidad”, decía Palacios, minutos antes del concierto. La mexicana etnomusicóloga, cantante y “campanera” (como la presenta Barber) hizo un libro sobre las campanas de Quito en 2001 y se enamoró de la ciudad y sus condiciones para un concierto de campanas.
Esta fue la cuarta edición en la que los artistas dirigieron el concierto.
Barber fue el encargado de crear las partituras y se inspiró en los paisajes de la capital ecuatoriana. “Es una respuesta que dice al mundo que Quito está cuidando, conservando y usando sus campanas”, comentó.
La composición musical tuvo un solo movimiento sin interrupción. A nivel musical, el compositor explicó que el Centro Histórico es un lugar único en el mundo en el que se pueden hacer conciertos por cuatro factores: orografía, urbanismo, distribución de las campanas y gente dispuesta a aceptar el reto.
El músico español resaltó la importancia de los participantes en el concierto. “Es cómo enfrentarse a un monstruo desconocido”, dijo con respecto a las campanas que, en este caso, son los instrumentos que se utilizan.
Percepción
Por una hora las campanas sonaron en las plazas y calles del Centro Histórico.
Priscila Hermida llegó con su esposo y cuñada a la Plaza Grande para escuchar el concierto de campanas. Fue la primera vez que lo presenciaron. Ella es cuenca, pero sus acompañantes nacieron en Belgrado (Serbia).
Opinaron que fue una experiencia interesante. Nikola Petrovic, de Belgrano, dijo que era la primera vez que tenía una experiencia musical de ese estilo.
Después del concierto se realizó una actividad especial con música y baile para celebrar los 40 años de la declaratoria de Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad. (PCV)