Navidad efectiva

Rocío Silva

Después del paro de octubre, los ambateños, ya no somos los mismos, nos rompimos, nos vemos con mucho recelo; este tiempo difícil de postparo, exige que los discursos, al igual que otros símbolos y las fechas festivas, se conviertan en estructuras de poder reivindicativo de una administración pública, que tenga la capacidad de visualizar o invisibilizar posibilidades de acción efectiva en lo social, cultural y económico.

Estas fechas habrían sido la ocasión propicia, para que desde el Gad Municipal de Ambato, se comparta con todos los habitantes, la oportunidad de disfrutar de actividades culturales, lúdicas y deportivas con motivo de las festividades de Navidad y Año Nuevo. Si bien el Municipio presentó el Festival de Luces Navideñas en el atrio de La Catedral, en días pasados, con la actuación de varios artistas; es mucho lo que falta por hacer en la ciudad afectada comercial y productivamente.

Las condiciones de tiempo y espacio, eran la oportunidad para que desde la Municipalidad, se fomente la participación de los barrios, de las familias; de los de a pie, de los que no pertenecemos a la burocracia; para que volvamos a ser los mismos, empecemos a pegar nuestros pedazos, a vernos sin recelo. La Municipalidad pudo convertir a los parques centrales y los de las parroquias, en espacios de encuentros, de loas, de pesebres vivientes, concursos de disfraces, quermés, rifas, tómbolas, coros, orquestas, villancicos, festivales abiertos.

No basta el intento, ni el saludo impreso, ni el mensaje por los medios, se necesita mucho más que un centro urbano con decoraciones tétricas en el día que, al iluminarse con luces de neón en las noches, se vuelven fantasmagórico; espacio al que forzosamente acuden familias a fotografiarse, pero se llevan el vacío del intento de celebración. En política pública administrativa, no hay palabras neutras, acciones a medias, técnicas imparciales. Si se quiere recomponer el ánimo venido a menos de una ciudad, habrá que invertir con ánimo y esfuerzo, apostándole a un objetivo dinamizador.

Rocío Silva

Después del paro de octubre, los ambateños, ya no somos los mismos, nos rompimos, nos vemos con mucho recelo; este tiempo difícil de postparo, exige que los discursos, al igual que otros símbolos y las fechas festivas, se conviertan en estructuras de poder reivindicativo de una administración pública, que tenga la capacidad de visualizar o invisibilizar posibilidades de acción efectiva en lo social, cultural y económico.

Estas fechas habrían sido la ocasión propicia, para que desde el Gad Municipal de Ambato, se comparta con todos los habitantes, la oportunidad de disfrutar de actividades culturales, lúdicas y deportivas con motivo de las festividades de Navidad y Año Nuevo. Si bien el Municipio presentó el Festival de Luces Navideñas en el atrio de La Catedral, en días pasados, con la actuación de varios artistas; es mucho lo que falta por hacer en la ciudad afectada comercial y productivamente.

Las condiciones de tiempo y espacio, eran la oportunidad para que desde la Municipalidad, se fomente la participación de los barrios, de las familias; de los de a pie, de los que no pertenecemos a la burocracia; para que volvamos a ser los mismos, empecemos a pegar nuestros pedazos, a vernos sin recelo. La Municipalidad pudo convertir a los parques centrales y los de las parroquias, en espacios de encuentros, de loas, de pesebres vivientes, concursos de disfraces, quermés, rifas, tómbolas, coros, orquestas, villancicos, festivales abiertos.

No basta el intento, ni el saludo impreso, ni el mensaje por los medios, se necesita mucho más que un centro urbano con decoraciones tétricas en el día que, al iluminarse con luces de neón en las noches, se vuelven fantasmagórico; espacio al que forzosamente acuden familias a fotografiarse, pero se llevan el vacío del intento de celebración. En política pública administrativa, no hay palabras neutras, acciones a medias, técnicas imparciales. Si se quiere recomponer el ánimo venido a menos de una ciudad, habrá que invertir con ánimo y esfuerzo, apostándole a un objetivo dinamizador.

Rocío Silva

Después del paro de octubre, los ambateños, ya no somos los mismos, nos rompimos, nos vemos con mucho recelo; este tiempo difícil de postparo, exige que los discursos, al igual que otros símbolos y las fechas festivas, se conviertan en estructuras de poder reivindicativo de una administración pública, que tenga la capacidad de visualizar o invisibilizar posibilidades de acción efectiva en lo social, cultural y económico.

Estas fechas habrían sido la ocasión propicia, para que desde el Gad Municipal de Ambato, se comparta con todos los habitantes, la oportunidad de disfrutar de actividades culturales, lúdicas y deportivas con motivo de las festividades de Navidad y Año Nuevo. Si bien el Municipio presentó el Festival de Luces Navideñas en el atrio de La Catedral, en días pasados, con la actuación de varios artistas; es mucho lo que falta por hacer en la ciudad afectada comercial y productivamente.

Las condiciones de tiempo y espacio, eran la oportunidad para que desde la Municipalidad, se fomente la participación de los barrios, de las familias; de los de a pie, de los que no pertenecemos a la burocracia; para que volvamos a ser los mismos, empecemos a pegar nuestros pedazos, a vernos sin recelo. La Municipalidad pudo convertir a los parques centrales y los de las parroquias, en espacios de encuentros, de loas, de pesebres vivientes, concursos de disfraces, quermés, rifas, tómbolas, coros, orquestas, villancicos, festivales abiertos.

No basta el intento, ni el saludo impreso, ni el mensaje por los medios, se necesita mucho más que un centro urbano con decoraciones tétricas en el día que, al iluminarse con luces de neón en las noches, se vuelven fantasmagórico; espacio al que forzosamente acuden familias a fotografiarse, pero se llevan el vacío del intento de celebración. En política pública administrativa, no hay palabras neutras, acciones a medias, técnicas imparciales. Si se quiere recomponer el ánimo venido a menos de una ciudad, habrá que invertir con ánimo y esfuerzo, apostándole a un objetivo dinamizador.

Rocío Silva

Después del paro de octubre, los ambateños, ya no somos los mismos, nos rompimos, nos vemos con mucho recelo; este tiempo difícil de postparo, exige que los discursos, al igual que otros símbolos y las fechas festivas, se conviertan en estructuras de poder reivindicativo de una administración pública, que tenga la capacidad de visualizar o invisibilizar posibilidades de acción efectiva en lo social, cultural y económico.

Estas fechas habrían sido la ocasión propicia, para que desde el Gad Municipal de Ambato, se comparta con todos los habitantes, la oportunidad de disfrutar de actividades culturales, lúdicas y deportivas con motivo de las festividades de Navidad y Año Nuevo. Si bien el Municipio presentó el Festival de Luces Navideñas en el atrio de La Catedral, en días pasados, con la actuación de varios artistas; es mucho lo que falta por hacer en la ciudad afectada comercial y productivamente.

Las condiciones de tiempo y espacio, eran la oportunidad para que desde la Municipalidad, se fomente la participación de los barrios, de las familias; de los de a pie, de los que no pertenecemos a la burocracia; para que volvamos a ser los mismos, empecemos a pegar nuestros pedazos, a vernos sin recelo. La Municipalidad pudo convertir a los parques centrales y los de las parroquias, en espacios de encuentros, de loas, de pesebres vivientes, concursos de disfraces, quermés, rifas, tómbolas, coros, orquestas, villancicos, festivales abiertos.

No basta el intento, ni el saludo impreso, ni el mensaje por los medios, se necesita mucho más que un centro urbano con decoraciones tétricas en el día que, al iluminarse con luces de neón en las noches, se vuelven fantasmagórico; espacio al que forzosamente acuden familias a fotografiarse, pero se llevan el vacío del intento de celebración. En política pública administrativa, no hay palabras neutras, acciones a medias, técnicas imparciales. Si se quiere recomponer el ánimo venido a menos de una ciudad, habrá que invertir con ánimo y esfuerzo, apostándole a un objetivo dinamizador.