Mario José Cobo

Mario José Cobo

Entre el inconstante flujo de poder malagradecido, gigantes de estrellas, martillos y hoces siguen sus peleas silenciosas en la búsqueda de la supremacía interestelar. Una de las más grandes amenazas de nuestros días muy bien puede ser el terrorismo, ya que no es más que un instrumento para evadir la responsabilidad de una realidad que parece salida de una película de acción, en donde los que hacen las reglas estas sentados en tronos de hierro.

En teoría tenemos la capacidad de interceptar todas las organizaciones terroristas del mundo. Pero por otro lado; el mundo en su entera complejidad, basa su estructura oculta entre mafias económicas y carteles de drogas, armas y trata de blancas. Aun así, si esto no es suficiente, entre estos mismos actores, existe un juego de intereses que son financiados indirectamente no solo por cada uno de nosotros, pero por las elites políticas de muchos países. Centros de inteligencia como la CIA o la GRU, radican sus esfuerzos contraterroristas en tácticas que al fin y al cabo no terminan con el problema de raíz. Esto se debe exclusivamente a que existe complejísimas alianzas entre grupos de interés que no pueden romperse. Nótese que, al hablar de mucha gente, no me refiero a sociedades desarrolladas, pero más incluso a las sufridas nociones del medio oriente, e inclusive comunidades de nuestro propio continente.

Si de verdad buscamos paz, debemos darnos cuenta de que la manera de terminar con el flujo terrorista no está en la violencia (no lo digo como misionero de paz), lo digo, porque esto solo afecta en superficie y por consecuente crea aún más extremismo en ciertas generalidades. La forma de acabar con esta lucha, está en la erradicación de estas mafias y flujos de dineros que financian a los grupos que con su única arma; el terror, amenazan el camino de nuestra comunidad hacía la prosperidad. Estrategia, investigación e inteligencia, esa es la verdadera réplica.