El tatuaje es tan antiguo como la historia de la humanidad. El lugar donde te lo hagas debe ser garantizado.
Un tatuaje es una modificación permanente del color de la piel en el que se crea un dibujo, una figura o un texto y se plasma con agujas u otros utensilios que inyectan tinta o algún otro pigmento bajo la epidermis de una persona.
Su práctica es tan antigua como la historia de la humanidad.
Se habla del pasado porque hay evidencias en momias descubiertas en Europa y América, como el caso del ‘Hombre de hielo’ encontrado dentro de un glaciar de los Alpes de Otztal (Austria) con 61 tatuajes en su espalda. O el de la Dama de Cao, en el Complejo Arqueológico El Brujo (Perú), 1.500 años, en cuyos brazos y manos aún se conservaban tatuajes de serpientes, arañas, cocodrilos, monos, leopardos, abejas y mariposas.
Tras la larga historia
Miles de años después de que el tatuaje formó parte de la convivencia de los pueblos, de la ritualidad religiosa, del estatus social, de las guerras, de navegar por los mares, resurgió en la década de los 60’-70’ con los hippies.
Y en estos tiempos es aún un tabú para algunos de las generaciones que promedian los 50 años y más. Sin embargo, en la población joven tiene mucha acogida los diseños únicos, las líneas finas, los colores variados que forman figuras, rostros, naturaleza y que salen de las manos de los tatuadores considerados pintores y artistas visuales como Juan Carlos Rodríguez, profesional en diseño gráfico y arte, tatuador con más de 12 años de experiencia.
Busca un profesional
Rodríguez recomienda buscar especialistas con larga experiencia, que tengan acceso a su portafolio, que el lugar de atención sea un sitio limpio, que verifiquen el uso de materiales de calidad y que tomen en cuenta las referencias de otras personas. Solo con esta seguridad se conseguirá un buen trabajo, afirma este artista, quien revela haber aprendido y heredado técnicas y conocimientos de otros para poner en práctica sus especialidades: tatuajes tradicionales (dibujos básicos con colores sólidos), japonés (temática oriental) y estilo libre.
Un buen mantenimiento
Inmediatamente después de realizado el tatuaje, Rodríguez recomienda mantener limpia el área, lavar de dos a tres veces al día, usar crema antibacterial y cicatrizante, evitar el sol y no ingresar a piscinas y jacuzzi. Todo esto por el lapso de 10 días para permitir una buena cicatrización. Después de ese tiempo, se hace una evaluación y se determina si falta pigmento en una de las áreas del tatto.
Un trabajo bien hecho no requerirá de retoques ni modificaciones a largo plazo, aclara el especialista. La buena alimentación, el uso de cremas hidratantes para proteger la piel y la aplicación de protector solar permitirán mantener vivos los colores. “El sol es uno de los elementos que más desgasta el pigmento y opaca el tono”, indica.
Sin embargo, recuerda que el proceso normal de envejecimiento hará que las figuras, los rostros … se vayan deteriorando y engrosando.
Un tatuaje, con el paso de los años, no va a quedar como en el primer día en que se lo hizo, pero se puede mantener bien si es que se hizo una buena aplicación en la piel, se utilizaron adecuados materiales, si quien lo realizó hizo un trabajo sólido, si no se lastimó la piel y otros factores.
Entonces, dependiendo de cómo esté la línea, cómo cicatrizó y del envejecimiento, es posible recomendar cubrir completamente el tatuaje y comenzar un nuevo diseño desde cero, comenta. (CM)
Alertas con el material
°Los pigmentos de buena calidad no agreden a la piel porque tienen glicerina, alcohol y componentes que le hace hipoalergénica, manifiesta el tatuador Juan Carlos Rodríguez.
En cuanto a los colores, explica que hay débiles como el amarillo, naranja, blanco… que se absorben más con el tiempo; y los fuertes, como el azul, el turquesa, el verde, el negro, el rojo… mantienen la tonalidad por más tiempo y si el material es bueno dará buena vejez.