‘‘Mis golpes sanan, pero el dolor en el alma no se cura’’

J. VIOLENCIA 1
MALTRATO. ‘Lucía’ fue trasladada por una vecina hasta el hospital Sagrado Corazón de Jesús, presentaba golpes en el cuerpo y rostro.

Quevedo es el cantón que registra el mayor número de denuncias por violencia intrafamiliar.

Los golpes recibidos en el cuerpo y rostro son huellas imborrables de lo que ocurrió.
Aún no concibe la idea de que la persona que dijo que la cuidaría y protegería la lastimaría en todos los aspectos.
Nunca pensó que por solo preguntarle a su pareja el por qué no había llegado a dormir a casa como en los últimos años le ‘costaría’ una ‘paliza’ de la cual no va a recuperar de manera fácil.
Por ahora, solo le queda cumplir al pie de la letra el tratamiento médico para que las lesiones físicas sanen; las del alma, aún no se sabe.
Lucía (nombre protegido) tiene 24 años de edad, trigueña, ojos claros, y mediana estatura.
Hace cuatro años, y mientras trabajaba como asistente en un estudio jurídico de Quevedo, allí conoció a un hombre de su misma edad que se encargaba de llevar y traer documentos.
Primero fue una estrecha amistad lo que surgió entre ambos, pero sin darse cuenta, ‘Cupido hizo de las suyas’.
Un año después ya convivían. Arrendaron una pieza en la parroquia San Camilo.
Todo iba de maravilla, hasta que ella quedó embarazada. fue allí que iniciaron los cambios. ‘‘Yo dejé de trabajar, él empezó a llegar tarde, estaba aquí en casa, pero daba lo mismo. No hablaba, no decía, todo le molestaba, era incómodo para ambos, un ambiente muy pesado’’, recordó Lucía.


Agregó que las cosas empeoraron cuando ella abortó, incluso llegó el momento en que su pareja la culpaba de lo ocurrido.
‘‘Pese a que estaba adolorida por la pérdida de mi niña, en vez de hallar consuelo en él, se encargó de culparme, de hacerme quedar mal cada vez que podía, poco a poco mi vida se fue convirtiendo en un infierno, llegó el punto en que ya no me tocaba, incluso me dijo que no le atraía sexualmente para nada’’, comentó Lucía.

Y los golpes llegaron

La relación entre Lucía y su pareja se tornó tan violenta que a más de los insultos llegaron las agresiones físicas.
En las palabras de ella: ‘‘Soportaba porque aún lo quería y tenía la firmeza que todo iba a cambiar y era pasajero, pero no fue así’’.
Cada día los golpes iban y venían, pero lo peor ocurrió el sábado anterior.
Ese día, el esposo de Lucía no fue a almorzar, tampoco avisó que no lo haría.
Por lo regular, los sábados, Alejandro (nombre protegido) llegaba a casa más tardar a las 18:00.
Eran las 23:00 y no se sabía nada de su paradero. ‘‘Con todo lo que ocurre en Quevedo, a una se le ocurre lo peor, le escribía, le llamaba y no me respondía; en serio pensé que le había pasado algo y eso me tenía más preocupada’’, refirió.
Cerca de las 06:00, Alejandró llegó. ‘El gran error’ de Lucía fue preguntarle dónde y con quién se había pasado la noche.
‘Solo bastó eso para que agarrara el palo de la escoba, me lo quebró en la espalda, me tiró un candado en el seno, y me tiró al piso y me pateó hasta que se cansó, grité y grité para que me ayudaran, nadie lo hizo, nadie me tendió la mano’’, recordó Lucía entre lágrimas.

Quebranto en su salud

Casi una hora después, Lucía fue socorrida por una vecina que la trasladó hasta el hospital Sagrado Corazón de Jesús, allí fue valorada por un profesional.
‘‘Es muy duro lo que pasé, aún no encuentro explicación alguna, en serio duele, más que el cuerpo, el alma’’, finalizó Lucía.

Ingreso de causas

Según la Dirección Provincial del Consejo de la Judicatura, CJ, de enero a septiembre, en Los Ríos ingresaron 964 causas por violencia intrafamiliar, pero se resolvieron 1.061 (se conocieron casos atrasados).
Estas mismas cifras indican que el cantón con más denuncias presentadas es Quevedo con 536 casos; le siguen Babahoyo con 254, Valencia con 46, Ventanas y Vinces con 39 cada uno, Puebloviejo con 23, Montalvo con 12,Urdaneta con 10 y Mocache con 5. Este año en el cantón Baba no se han reportado denuncias en la Unidad de Violencia.

Círculo de la violencia

Mariuxi Cárdenas, psicóloga, manifestó que la violencia intrafamiliar opera en tres fases: acumulación de tensión, estallido de violencia y la luna de miel.
Indicó que la primera es la más difícil de identificar y que su principal característica es la violencia psicológica, en la cual el agresor manifiesta cada vez mayor irritabilidad, intolerancia y frustración: insulta, aísla, crítica, humilla, responsabiliza de su estado de ánimo, cela, deja de hablar, discute y no permite hablar. En estas circunstancias la mujer suele justificar la conducta agresiva con frases como “yo lo provoqué” o “me cela porque me quiere”.
En la segunda etapa se pierde toda posibilidad de comunicación con el agresor y descarga sus tensiones.
Después del incidente violento, es posible que el mismo victimario cure las lesiones de su víctima o la lleve al hospital argumentando que se trató de un “accidente’’.
Y por último, se inicia un periodo de reconciliación, el agresor se muestra arrepentido, no por el hecho de haber estallado sino por haberse excedido en la manera de hacerlo, ofrece disculpas y promete que el incidente no volverá a suceder. Tras varias repeticiones del ciclo, la fase de la reconciliación desaparece, empezando todo de cero otra vez. (LL)