Arturo Briceño: 100 años de vida y un legado de historias en la Loja de antaño

CONMEMORACIÓN. Desfile de los Miguelinos, 2023.

Celebrará su centenario de vida en el mes de octubre y es un auténtico tesoro de historia viviente. Su extraordinaria longevidad le ha brindado la oportunidad de presenciar y ser testigo de los numerosos cambios y transformaciones que han moldeado la hermosa ciudad de Loja a lo largo de los años.

Alberto Arturo Briceño Burneo nació en Loja en octubre de 1923 y es el mayor de seis hermanos. En pocos meses cumplirá 100 años de vida. Durante el desfile de exalumnos de la Unidad Educativa Miguel Riofrio, celebrado el pasado 9 de junio de 2023, fue el único representante de su generación que desfiló. «Me sentí como un muchacho», dijo con emoción.

Con una mirada llena de nostalgia, comenzó a describir los recuerdos de su juventud y cómo era Loja en aquellos tiempos. Rememoró las calles empedradas, estrechas y pintorescas, rebosantes de vida y actividad. Lo que más destacaba eran las estatuas en cada esquina, representando a un niño desnudo a las que él llamaba «pichilón». Era común ver a los vecinos conversando animadamente en las esquinas, mientras los vendedores ambulantes ofrecían sus productos frescos.

FESTEJO. En su cumpleaños 98 acompañado de todos sus seres queridos.

En su mente afloró la imagen del medio de transporte que se utilizaba en ese entonces. La cooperativa de taxis Burro, propiedad de Miguel Solórzano, era muy famosa en Loja. Los Burros eran vehículos que movían la producción y se convirtieron en un transporte popular, descrito como una experiencia única y encantadora.

La plaza de San Sebastián, el corazón de la ciudad, era el punto de encuentro para numerosas actividades sociales. Desde fiestas y bailes hasta juegos generales, todas las festividades y eventos culturales se celebraban allí. Era un lugar vibrante y animado donde la comunidad se reunía para disfrutar de momentos de diversión y convivencia.

También habló de los hermosos paisajes que rodean Loja, con sus montañas imponentes y ríos cristalinos. Estos solían ser destinos populares para excursiones, ofreciendo una naturaleza exuberante y tranquilidad, un refugio perfecto para escapar del bullicio de la vida cotidiana.

Entre sus recuerdos más destacados se encuentra una experiencia durante su tercer grado, cuando no hizo su tarea y su profesor Julio Carpio lo castigó encerrándolo en un aula para que repitiera diez copias del trabajo. Pasaron horas y sus padres, preocupados, fueron a buscarlo, ya que su maestro se había olvidado de liberarlo. Recuerda ese momento con mucho humor.

«La escuela ha cambiado muchísimo. Ya no están las canchas en las que jugaba de niño, ni los dos patios. Todo se ha transformado. Antes también se celebraban corridas de toros. Recuerdo mucho a Conchita, la torera», mencionó con nostalgia.

APRENDIZAJE. Arturo junto a sus compañeros de la escuela y su profesor Miguel Ángel Suárez.

Esfuerzo

Arturo Briceño y Rosa Elvira Burneo, sus padres, eran personas de escasos recursos económicos, pero con un amor enorme hacia todos sus hijos. Siendo el mayor, comenzó a trabajar como carpintero para ayudar en su hogar. Vendía clavijas de madera para guitarras y, gracias a su gran habilidad manual, se adentra en el mundo de la fabricación de estos instrumentos. «Tengo ganas de hacer una guitarra ahora», expresó entusiasmado.

Durante la Feria de Loja, junto a su padre, fabricaba alrededor de 6 a 7 guitarras para vender, ya que llegaba gente desde Perú y llevaba instrumentos desde Ecuador.

Testigo de la innovación

También fue testigo del momento más novedoso en Loja cuando encendieron el primer foco de luz en la ciudad. El Municipio estaba instalando postes de madera para brindar acceso a la electricidad. «Los gritos se escucharon hasta el cielo. Los muchachos estaban felices viendo el foco encendido», rememoró.

Por otro lado, relató que viajar a Cuenca era una odisea. El trayecto duraba 8 días y muchas personas fallecieron en el camino. Sin embargo, había una quebrada que servía de punto de descanso, desde donde continuaban el viaje a lomo de mula. Esta quebrada se denominaba «Quebrada de las Lágrimas» porque era allí donde la gente se despedía llorando de sus familiares.

Compartió un dato sorprendente durante tiempos de guerra entre Ecuador y Perú. Debido a la escasez de sal de cocina, la gente consumía agua salada de una vertiente ubicada en lo que hoy es Jipiro.

Briceño también fue el fundador de la Liga Deportiva de Loja y la Liga Deportiva Bernardina. Mencionó que llegó un señor llamado Mahuad y, juntos, comenzaron a fomentar el fútbol en la ciudad hasta crear un equipo. En aquel entonces, el estadio estaba ubicado donde ahora se encuentra el Parque Bolívar.

RECUERDO. La fotografía más antigua del lojano.

Hazaña 

Además de todas estas experiencias, se suma un episodio en el que fue reconocido por la ciudadanía lojana por acabar con la vida de un león que merodeaba la ciudad. Junto a su padre, se dedicaban a la caza y, con la ayuda de sus perros y carabinas, persiguieron al león hasta acorralarlo en Tierras Coloradas. Arturo sacó su carabina y acabó con el león. Como agradecimiento, la ciudad le obsequió un borrego.

Aunque el encuentro más peligroso que vivió fue en la quebrada de Namanda, cuando se topó con una mujer desnuda de cabello negro y largo. Asustado, simplemente corrió.

Pero más allá de los cambios físicos, hizo hincapié en las experiencias y los valores que ha vivido a lo largo de los años. Habló de la importancia de la solidaridad y el sentido de comunidad que existía en aquel entonces. La gente se conocía entre sí y se ayudaban mutuamente, creando un ambiente de apoyo y camaradería.

Escuchar sus vivencias fue como dar un paseo en el tiempo por la ciudad de Loja hace varias décadas. Sus recuerdos vívidos y emocionantes nos transportaron a una época en la que la vida era más pausada pero llena de conexiones humanas y encanto. Su testimonio nos invita a apreciar y valorar la historia y el legado de una ciudad que ha evolucionado, pero que todavía conserva el espíritu y los recuerdos de aquellos tiempos pasados.

Familia

Osman Briceño, su hijo, mencionó que su padre fue excepcional y muy cercano. «Nos dio mucha libertad. Nuestros padres nos brindaron un estilo de vida diferente. Ambos venían de una gran pobreza. Mi padre siempre se preocupó por nosotros y nunca nos faltó un plato de comida. Fue realmente maravilloso, por eso es un placer y una alegría estar con él hasta el día de hoy», expresó con felicidad. Actualmente, Arturo vive con Osman y su familia.

FAMILIA. Actualmente, Arturo vive con su hijo Osman y su familia.

EL DATO

Arturo Briceño fue el primer y mejor egresado de la carrera de Agronomía en la Universidad Nacional de Loja (UNL).

TOME NOTA

Recuerda con claridad cuando llegó el primer automóvil a Loja. Era de color azul y lo trajeron en piezas.