Tres siglos de luchas liberales

Autor: Alan Cathey Dávalos | RS 71


El pasado 5 de junio, sin mayor fanfarria, se conmemoraron los 300 años del nacimiento de Adam Smith, una de las más significativas mentes dedicadas a la filosofía política y al estudio de la ciencia económica.

A una época en la que se encuentra tiempo para celebrar el día del bizcocho, difícilmente se le puede pedir que recuerde al padre del liberalismo económico, que fue capaz de identificar, en su momento, las reales motivaciones de los actores económicos al interior de la sociedad humana. Su genial intuición económica, se completó con un agudo sentido ético, del que poco se habla, y de la contraparte política, la proveniente de la Ilustración, con los valores y principios que ésta encarna. La obra del pensador escocés es corolario de un proceso que se inicia siglos antes, cuando la energía de la razón se libera de las ataduras y miedos del dogma, con el Renacimiento.

La valentía de Galileo, o de Copérnico, cuyo aniversario 550 se recuerda también este año, al jugarse la vida ante la Inquisición, por discrepar de la superstición establecida como dogma de fe, y mostrar a sus contemporáneos que tales mitos y doctrinas no eran más que un marco ideológico falsificado, que la razón probaría vacío de cualquier realidad. Con el coraje de esos y otros personajes, la ciencia regresó al plano del que nunca debió salir, precipitando la revolución científica y tecnológica, que cambiará al mundo decisivamente.

Adam Smith articula en su obra el virtuoso círculo del liberalismo económico, basado en la comprensión de que es el Individuo libre el que está mejor calificado para decidir qué es lo que más le conviene hacer para ganarse la vida, en función de sus capacidades y de sus aficiones, y no alguna nebulosa y arbitraria autoridad, usurpadora de ese fundamental derecho de las personas. Sostiene Smith que, en una sociedad democrática, en la que los esenciales principios del derecho a la propiedad, de los bienes y de las ideas, están garantizadas por unas leyes que establecen límites al poder, que impiden las arbitrarias y abusivas apropiaciones, por parte de una autoridad omnímoda, de los bienes ajenos y privados, se producirá naturalmente, dentro de lo que llama “mercado”, el equilibrio de aquel, a través de la oferta y demanda de bienes, ideas y servicios.

OBSERVAR LA REALIDAD

Smith, contrariamente al arquetipo común del académico de la época, no es un investigador de escritorio, al que le caen las ideas por una divina inspiración. El observa lo que sucede en el prodigioso momento en el que le toca vivir, el arranque de la revolución industrial en Inglaterra, observando directamente cual era la realidad en las nacientes fábricas, con todos los excesos y abusos que se daban. Al contrario de Marx, que probablemente nunca puso sus pies en una fábrica, el conocimiento de Smith es pragmático, real y objetivo.

AMBICIÓN Y LIBERTAD.

Smith se da cuenta del impresionante poder de la libertad y de la ambición humana, como los motores del desarrollo económico del mundo. Por esta comprensión, no se debe separar su pensamiento de lo político y ético, pues a la larga, cuando este círculo virtuoso se rompe, termina por romperse también su efectividad. Una economía de mercado libre, dentro de una realidad política autoritaria, no permanecerá como tal por mucho tiempo, pues la tentación del poder a meter mano en la gestión económica terminará por dañarlo.

Lo mismo sucederá si el poder económico lo falsea, a través de los cárteles dolosos, y más aún, de los monopolios, una agresión, tanto a la sociedad, como al mercado.

Mientras se ha logrado, a través de la Ley, el control de estas perversiones del concepto liberal, se han obtenido los resultados más espectaculares, en creación de riqueza, por una parte, y en su distribución, por otra, a través de impuestos y sueldos, que retroalimentan al proceso, pues está claro que, si no hay compradores, no hace sentido producir.

LA RIQUEZA DE LAS NACIONES.

No es en vano que sea durante los últimos 250 años, que la “riqueza de las naciones”, el título del más famoso de los textos de Smith, se haya multiplicado en una relación nunca antes vista en la historia, y que ésta no haya quedado en mera riqueza acumulada, sino haya contribuido a una mejora decisiva en la vida y su calidad, en todo el mundo.

EL CAMBIO

Las tragedias de la mortalidad infantil, que se llevaba a la mitad o más de los niños antes de los 5 años, de las madres que morían de parto, de las epidemias, que muy democráticamente se llevaban a nobles y a plebeyos, de las hambrunas, por cualquier variación climática o plaga que afectara a los cultivos, de la insalubridad por falta de agua potable y drenajes, en fin, por la pobreza más absoluta en que vivía prácticamente toda la población humana. Esta transformación en la realidad del mundo es inocultable para quien observe objetivamente la realidad.

Que no sea perfecta, que puedan existir situaciones extremas, qué hay mucho por hacer, claro que si, pero ignorar, por conveniencias o por dogmas, el profundo cambio vivido, es una deshonestidad intelectual muy grave, como el pretender no darse cuenta de que, ése cambio es producto de una manera pragmática y eficaz de organización política y económica, que es la democracia liberal y el libre mercado.

LA REALIDAD NO MIENTE

De nuevo, la observación de la realidad nos revela que las economías más prósperas, con los más altos niveles y expectativas de vida, los más elevados standards de educación y salud, y el mayor respeto por los derechos individuales y las libertades, son aquellas, exceptuando a las que lo son por alguna lotería geológica, que se han estructurado alrededor de las ideas que Smith desarrolló y formuló en su época. Siguiendo su ejemplo de objetividad y observación de la realidad, es conveniente establecer comparativos en el mundo y la región, para darnos cuenta de los impactos que una democracia liberal efectiva trae allá donde se la aplica, y lo que producen los modelos estatistas.

MIGRACIÓN, ORIGEN

Un criterio bastante ilustrativo de los niveles de insatisfacción de los ciudadanos respecto del país en que viven es el de la decisión que sus ciudadanos adoptan, de irse de ellos, aún a pesar de unos riesgos muy elevados para su bienestar, dignidad, y hasta su vida.

Al margen de la migración ucraniana a partir de febrero de 2022, por la agresión rusa, que ha forzado a cerca de 8 millones de personas a refugiarse en Europa principalmente, los peores casos de migración, por motivaciones económicas y por violaciones de derechos humanos, se han dado en Siria, con 8’ de migrantes, Venezuela, con 6’, Afganistán, con 6’, Myanmar, con 4’. Curiosamente, la cabeza de la lista sitúa a Rusia en el primer lugar, con casi 11 millones de migrantes. Tan solo en el último año, a raíz de la agresión rusa contra Ucrania, más de un millón de ciudadanos han escapado de las campañas de reclutamiento, refugiándose en países vecinos.

América Latina ha sufrido también una fuerte migración, al margen de la venezolana antes mencionada, desde Nicaragua, que, por las acciones autoritarias de la dictadura, genera a lo largo de los últimos 2 años, cerca de 150 mil refugiados en Costa Rica, además de los 150 mil que han llegado a Estados Unidos, que se han unido al millón de migrantes previos. Desde Cuba, en el último año, han migrado 180 mil personas, en su mayor parte a Estados Unidos, donde ya se hallaban 1.3 millones de migrantes de la isla, además de otros 300 mil en otros países de la región y en Europa. Haití por su parte registra 1.5’ de migrantes, a Estados Unidos y la República Dominicana principalmente, a Chile y Canadá en menor medida.

Ninguno de estos países tiene, ni un gobierno democrático, ni es una sociedad de mercado.

MIGRACIÓN, DESTINO

Con excepción de Rusia, de donde una parte pequeña de su migración termina en algunas de las exrepúblicas soviéticas autoritarias del Asia Central, la práctica totalidad de los migrantes tienen como destino países donde la calidad de vida y las posibilidades de un progreso material existen, es decir, aquellos donde se aplican los principios de libertad de mercado y democracia política. Que se sepa, el número de migrantes a Siria, a Venezuela, a Cuba o a Corea del Norte, debe ser cercano a Cero, pues a nadie le interesa salir de la sartén para caer al fuego.

De 2010 a la fecha, Estados Unidos ha recibido 12’ de migrantes, cifra similar a la alemana, con 10’ durante el mismo período, registrándose importantes migraciones, sobre todo asiáticas y africanas, a numerosos países de la Unión Europea, en todos los cuales, sin excepción, se aplican los principios de democracia y libertad de mercado, el círculo virtuoso que ha logrado la prosperidad de las naciones que lo aplican.

LA LEY EN LIBERTAD

Es la libertad y su imprescindible contraparte, la Ley, el necesario marco para el desarrollo social, junto al trabajo de los individuos, para su beneficio en primer lugar, que redundará, según lo comprendió Smith, en el supuesto de un mercado libre, en el bienestar general.

Las promesas de demagogos, milagreros, mesías y otros encantadores de serpientes, no son más que globos vacíos, aire caliente, que al primer pinchazo se revelan como las mentiras y engaños que son.

RIQUEZA ES CREACIÓN

Smith comprende aquello que se escapa, por conveniencia seguramente, a buena parte de esos milagreros, que la riqueza no es algo que cae del cielo, ni el dinero, un mero medio de cambio, sino el producto del trabajo y del ingenio, lo que el hombre es capaz de extraer de la tierra y de su mente. Al margen de esos afortunados que se encuentran algún tesoro oculto, la indispensable condición para que una persona haga fortuna dentro de la Ley, es que quiera hacerlo y esté dispuesta al trabajo que esto demanda. Pero si los gobernantes no comprenden que, si esa ambición y esa voluntad no encuentran un marco legal y social que les permita desarrollarse, se irán a buscarla a otro lado. Esas personas son la mayor riqueza que un país tiene, y su pérdida es una catástrofe mayor que un terremoto. Lo que aquellos países que expulsan a sus más creativos ciudadanos, por despojarlos de su libertad y por asesinar sus sueños, lo ganan, sin costo, quienes hacen lo contrario. Ahí está la razón del subdesarrollo y la miseria, para el que la quiera ver, y no en desvaídas explicaciones ideológicas de resentimientos y culpables.

MERCANTILISTAS DESHONESTOS

Observa con acierto como el mercantilismo, el intento estatal de su época, por dirigir, por medio de favores, exoneraciones o privilegios, en un sentido u otro, la economía de sus países, castigando con aranceles, que hacen más caros los bienes importados, obligando a sus ciudadanos a pagar altos precios por malos productos, a la larga termina provocando el atraso y el fracaso, por no comprender ese tema de fondo, al que Smith llama “libertad natural”.

Hoy en día, la mayor amenaza para la visión de Smith es su propio éxito, por la enorme riqueza creada, con los crecientes riesgos de la excesiva y absurda concentración de ésta. Así se matan las expectativas de movilidad social, factor esencial de motivación para que los agentes económicos privados se apliquen a buscar un mejor futuro para sí y sus hijos.

LAMENTABLES EXPERIMENTOS

El que se haya llegado a los conglomerados monopólicos de dimensión planetaria que hoy tenemos, no se debe a algún fallo en los postulados de Smith, sino porque no se los aplica en toda su extensión, porque se están pervirtiendo los mecanismos institucionales indispensables para el funcionamiento del sistema. Ésta es la tarea esencial para los modernos economistas, adaptar a una nueva y rápidamente cambiante realidad, los conceptos que tanta prosperidad y progreso han traído al mundo, en contraposición a los lamentables “experimentos” totalitarios, que lo único que han obtenido es la esclavitud y la miseria.