Tiranos atrevidos e ignorantes

Autor: Alan cathey Dávalos | RS 89


Durante la segunda mitad del siglo XVIII, en Europa surge, entre los monarcas absolutos de la época, o entre algunos de ellos al menos, una tendencia hacia la adopción de ciertos conceptos provenientes, aunque nos parezca contradictorio, de la Ilustración. Los conceptos incorporados se refieren al uso de la razón como herramienta de análisis y de gobierno, para darle a la política una base distinta al mero despotismo, basado tan sólo en la voluntad del gobernante.

Algunos de los más poderosos monarcas europeos de aquel tiempo, como María Teresa de Austria, Carlos III de España, Federico II de Prusia o Catalina II de Rusia, adhirieron a esta tendencia, con la presencia de filósofos ilustrados valiosos en sus cortes respectivas. Obviamente, este ejercicio de un enfoque racional y humanista del gobierno, hasta un cierto punto, pronto se debió enfrentar con las contradicciones que el ejercicio del poder sin más legitimidad que la del “derecho divino”, enfrentaría, con las tendencias liberales que disputarían, durante el siglo XIX, el omnímodo poder político de la monarquía, para dar paso al modelo liberal de elección popular y división de poderes, que se expresará en el sistema parlamentario, el más extendido en Europa, o el presidencial, más en boga en América Latina o en Estados Unidos.

Déspotas armados
De hecho, en la primera, a pesar de las vacías proclamas constitucionales republicanas, fue en realidad el despotismo a secas, muy poco ilustrado, a decir verdad, el que se impuso por toda la región, alrededor de caudillos, en gran medida militares, que gobernarían durante la mayor parte de la historia republicana del siglo XIX, y buena parte del XX. Ciertamente, el término Ilustración, resultaría, por regla general, y en cualquiera de sus acepciones, lo menos aplicable a los perturbadores, y por momentos perturbados, caudillos que serían los eternos gobernantes de la región, fuente principal de inspiración de toda la literatura latinoamericana, que encuentra en el Caudillo al arquetípico padre severo, en una sociedad que se resiste, hasta hoy, para alcanzar su mayoría de edad, y sigue aguardando a esos mesías providenciales, que por arte de magia redentora, traerán la prosperidad y la justicia.

Nuevos redentores
El final siglo XX, que tras un breve paréntesis de unos 20 años, durante los cuales pareció que finalmente terminaríamos alcanzando la tan anhelada institucionalidad democrática, dio paso a una nueva camada de redentores, cobijados bajo el manto de una corriente inspirada en un nunca explicado y peor comprendido Socialismo del Siglo XXI, tan o más pernicioso que el del XX, puesto en manos de los renacidos caudillos, convertido en instrumento de opresión y enriquecimiento de una clase a la que, difícilmente se puede calificar de política, pues para ésta, la política es una herramienta diseñada para obtener su personal beneficio, al darles, con el control del poder, acceso a las riquezas del Estado, vía comisiones y chanchullos de toda naturaleza, que les permite el impune saqueo del Estado.

Las Ilustraciones, subversivas
Ciertamente, la Ilustración, tanto la filosófica, que les resulta subversiva y debe perseguirse a sol y sombra, pues pretende mantener esos burgueses conceptos de libertad y derechos personales, y de límites al poder estatal, que les resultan tan incómodos cuando quienes los reclaman y exigen no son ellos, como la que hace referencia a la cultura, como expresión de conocimiento y sabiduría, que les resulta incluso más ajena, acostumbrados como están al lugar común, el slogan o esas frase hechas, por lo general laboriosamente construidas por algún asesor.

Los torrenciales discursos, llenos de nada, pero eso sí, pronunciados con las entonaciones y los énfasis técnicamente recomendados, prometiendo lo que saben no van a cumplir, pero que las técnicas aplicadas de medición indican que son lo que el pueblo quiere oír, son en realidad el compendio de su cultura. Un par de textos mal leídos y menos comprendidos, algún folleto, alguna revista y alguna nota de prensa superficial, conforma el máximo de su horizonte cultural.

El epítome
De éstos, ciertamente, el representante más conspicuo, por las enormes limitaciones que de inicio lo aquejan, es sin duda el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, un personaje de meme, como se dice hoy para referirse al que provoca hilaridad, cuando no vergüenza ajena, por sus torpezas o ignorancia.

Compendio del ridículo
Ya se ha perdido la cuenta de su permanente vocación por el ridículo, algo que sucede casi cada vez que abre la boca. Los intentos por expresarse en inglés, idioma que al parecer le es casi tan impermeable como el castellano, han sido motivo de jolgorio y burlas. Estas dificultades idiomáticas parecen bastante extendidas entre otros mesías y redentoras, tal vez originadas en alguna alergia mental a los idiomas anglosajones, aun cuando se ha notado similar problema hacia el francés.

Sus confusiones entre panes y penes, al referirse al milagro de la multiplicación de los primeros, a pesar de proclamarse y presumir de una fe cristiana esotérica, seguramente no entendida y peor digerida, o de los cultivos de pollos, que al parecer confunde con peras o tomates, que supongo imaginará cuelgan de ramas o arbustos, o de los libros y libras que el gobierno dice que entrega a los estudiantes, tal vez asumiendo que, como los granos se compran al peso, o de la orfandad de esposa de Bolívar, nueva categoría que se ha inventado, quien sabe si a causa de que la condición de viudo está más allá de su pobre vocabulario, o la revelación de su inasistencia a sus clases de geografía, que lo han llevado a ubicar a Venezuela y Portugal en un mismo continente, solo por el conocido, alguna ignota Atlántida, extendida desde Lisboa a Caracas, o de aquel pajarito azul que le trae mensajes, del más allá, de Hugo Chávez, algún tweeter cósmico seguramente, diálogo que más tarde se repetiría, ya no con aves, sino caballos, o los “millones y millonas” de preseas ganadas por deportistas venezolanos, son parte ya de un folklore regional que ha bautizado a este prolífico generador de estupideces, acertada y agudamente, como Maburro.

Paraguas general
Probablemente, éstas gaffes serían hasta bien recibidas por sus congéneres, que, aliviados verían como sus propias tonterías palidecen ante las perlas del dictador Maduro.

Manuel López Obrador estará encantado de que sus “abrazos y no balazos” queden ocultos. más allá, de las víctimas de las despiadadas guerras entre las bandas criminales, o de los ciudadanos atrapados en el fuego cruzado, o los periodistas descalificados por López, de manera sistemática, y luego asesinados por las bandas crimínales o políticas, cuya línea de separación es cada vez más delgada. No se recordará tampoco sus abrazos a la madre del Chapo Guzman, merecedora según el de su afecto, en medio de las ridiculeces de un personaje como Maduro.

Reescritor de la historia
Su nivel de torpeza tuvo un espectacular pico la pasada semana, durante los trágicos días que se han vivido, y que continúan generando dolor y muerte en Israel y en Gaza, con unas declaraciones delirantes, en las que desvaría hasta unos niveles que hacen sospechar, si no de un proceso progresivo de retardo mental, si al menos de una desconexión con la realidad y la temporalidad absolutas.

Declarándose un cristiano, afirma que Cristo es palestino porque nació en Belén, hace miles de años, sin entender aparentemente bajo que calendario vive hoy, en el 2023 de la era cristiana. Su argumento es de una simpleza abrumadora, y se origina en la actual ubicación de Belén y Nazareth, en el área que se asignó por la ONU a Palestina en 1948. El que la propia Biblia hable de “Belén de Juda”, en poco lo ayuda para frenar sus desvaríos. Con su lógica, palestinos serían el Rey David, Salomón o María Magdalena y Julio César sería italiano, e inglés el Mahatma Ghandi, pues la India era parte del Imperio Británico. Como Bolívar nació en territorio español, ésa sería su
nacionalidad, Atahualpa sería ecuatoriano, y así hasta el infinito.

¿Cristo con un AK-47?
Continúa afirmando que ése Jesús palestino era poco menos que un precursor de Hamas, que, con la espada al brazo, se habría enfrentado a la burguesía, anticipándose por milenios a Marx, a Lenin y al Che Guevara, un socialista del SXXI fuera de su época , un viajero del tiempo, y un héroe revolucionario al que las oligarquías, seguro capitalistas de la época, representadas, léase con atención, por el Imperio español, ni más ni menos, lo crucifican, tras alguna campaña mediática a cargo de la “prensa corrupta”.
Un Imperio Español que, por arte de alguna hechicería, habría llegado en sus carabelas al Oriente Medio, donde, en lugar de los indígenas americanos, hallaría a revoltosos palestinos, a los que encontraría muy difícil evangelizar, por falta de Evangelio. Habría faltado tan sólo que los recibieran con misiles, para terminar de configurar las desorbitadas visiones de la historia que desfilan por su mente.

Ensalada mental
No cae en cuenta de la ensalada que ocupa su mente, pues, si se tratara de algún pobre cómico que soltara sus chistes, vaya y pase; pero se trata del dictador de un país cercano, de un individuo cuyas decisiones afectan a millones de personas, y que, ante el drama que vive Venezuela, son trasladadas a toda la región, que debe acoger a 7 millones de seres humanos, damnificados de la peor catástrofe que le puede sufrir un país, caer en manos de delincuentes rapaces, por una parte, y de débiles mentales por otra. “Más daño hace un tonto que un terremoto” es la sabiduría popular que calza, como anillo al dedo, a este despistado historiador.

El riesgo de la tontería
En Europa o en Estados Unidos, donde poca paciencia o buena disposición existe hacia la estupidez y la ignorancia, fácil resulta meter a toda la región en el mismo saco, y extraer por generalización, las pertinentes conclusiones. Una región que sigue aferrada a dictaduras durante 60 años, como en Cuba, o de 20, en Nicaragua o Venezuela, o de una Argentina en plena esquizofrenia, o de una Colombia en la que el iluminado de turno hace gala de su raíz revolucionaria, alineándose con quienes se dedican a lanzar misiles y asesinar civiles o secuestrarlos, quien sabe si en un ataque de añoranza por pasadas épocas, no está en posición de aspirar a convertirse en algún referente moral, y eso por no hablar de cómo la región va camino a convertirse en un narco continente, donde imperan la ley de la selva o la de las mafias.

El resultado, como ya hemos tratado en otros comentarios, es el ningún interés que la región despierta, más allá de sus materias primas, en el resto del mundo. Allá la han llevado sus muy poco ilustrados caudillos, pero bien preparados atracadores de bienes y recursos públicos, a la cada día más profunda irrelevancia.

ALAN CATHEY DAVALOS [email protected]