Reconfiguración mundial

Autor: Dr. Alan Cathey Dávalos | RS 72

Finalmente se concretó la muy postergada visita del Secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, a la China, tras los tropiezos y retrasos sufridos en el pasado.

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En efecto, el encuentro debió haberse producido hace varios meses, en febrero, pero debió ser suspendida por el incidente del globo de origen chino, presuntamente dedicado a labores de espionaje y vigilancia electrónica, que fuera detectado sobre los Estados Unidos, y que cruzó el país desde sus costas más occidentales, hasta las orientales, a todo lo ancho del continente, para ser finalmente derribado sobre el Atlántico, por un caza.

El incidente truncó la visita programada, a 2 días de su inicio, constituyéndose en otro de los agravios que enconaban las relaciones de las dos principales potencias mundiales, por el momento, en lo económico.

DIFÍCIL PASO
La visita de Blinken ha sido un modesto paso en un difícil camino que pueda contribuir, tal vez, a una relativa distensión de las posturas de las partes, que se han deteriorado hasta un punto peligroso, tanto para la economía, como para la paz mundial.

El trasfondo del conflicto, en cuanto a los temas geopolíticos más importantes, trató sobre cuatro ejes fundamentales, en los que se produjeron pequeños y cautos avances.

TAIWÁN
El primero, el que hace relación a Taiwán, en el que China ha reafirmado su postura sobre su soberanía, reclamando manos libres para resolver lo que China ve como asunto interno suyo. Blinken ha hecho una declaración de importante significación, como es la de que Estados Unidos no apoya las posiciones de independencia de Taiwán, mantenidas por sectores políticos importantes en la isla.

Esta declaración se alinea con el reconocimiento de la política de “una sola China”, que fuera el eje del acercamiento chino americano de los años 70 del siglo pasado, cuando la visita del presidente Nixon a su contraparte, Mao Zedong, en Beijing. Dos de los más hábiles diplomáticos de la época, Chou en Lai y Henry Kissinger, serían los arquitectos de una de las más sorprendentes maniobras de las que se tenga memoria en la diplomacia, pues la enemistad chino-americana, desde que en 1949 se proclamara la República Popular China, había sido una constante de la política internacional, al punto de llegar hasta un enfrentamiento militar directo en la guerra de Corea.

La creación de la República China por parte del generalísimo Chiang Kai Shek, que se retira a Taiwán con sus derrotadas tropas, tampoco contribuyó a las buenas relaciones, y menos aún la incorporación de Taiwán al Consejo de Seguridad de la ONU, como la representante de China ante el organismo. No dejaba de ser chocante que una isla de 35 mil km/2 y 15 millones de habitantes, actuara en representación del país más poblado del mundo.

Más allá de las posiciones soberanistas de China, o independentistas, de Taiwán, existe un trasfondo económico, pero, sobre todo, de carácter tecnológico, que afecta las ópticas de buena parte del mundo desarrollado: su altísimo nivel de dependencia de la industria electrónica de semiconductores desarrollada en Taiwán, que controla cerca del 70% de la producción mundial de microchips. Estos elementos, esenciales en toda actividad industrial moderna, vuelven al problema taiwanés, uno de interés internacional muy importante.

Las advertencias chinas a Taiwán, respecto de una “línea roja”, en el caso de declarar su independencia, se han visto respaldadas por la declaración de Blinken.

La creación de la República China por parte del generalísimo Chiang Kai Shek, que se retira a Taiwán con sus derrotadas tropas, tampoco contribuyó a las buenas relaciones, y menos aún la incorporación de Taiwán al Consejo de Seguridad de la ONU, como la representante de China ante el organismo. No dejaba de ser chocante que una isla de 35 mil km/2 y 15 millones de habitantes, actuará en representación del país más poblado del mundo.

Más allá de las posiciones soberanistas de China, o independentistas, de Taiwán, existe un trasfondo económico, pero, sobre todo, de carácter tecnológico, que afecta las ópticas de buena parte del mundo desarrollado: su altísimo nivel de dependencia de la industria electrónica de semiconductores desarrollada en Taiwán, que controla cerca del 70% de la producción mundial de microchips. Estos elementos, esenciales en toda actividad industrial moderna, vuelven al problema taiwanés, uno de interés internacional muy importante.

Las advertencias chinas a Taiwán, respecto de una “línea roja”, en el caso de declarar su independencia, se han visto respaldadas por la declaración de Blinken.

GUERRA EN UCRANIA
El segundo tema es el de la guerra en Ucrania y la ambivalente postura china, desde aquella declaración de “amistad sin límites” que hizo Xi Jingpin a su homólogo ruso Putin hace un par de años y su relativo apoyo a Rusia en el conflicto. China ha asegurado que no va a entregar armas a Rusia; sin ir más lejos, lo que no incluye, obviamente, la provisión de los medios para que Rusia pueda hacerlo por sí misma, y que, en lo esencial, son los componentes de alta tecnología de los que Rusia carece.

China es, sin duda, el mayor beneficiario estratégico de la guerra, tanto en lo geopolítico, pues pone a Rusia firmemente en su órbita, como en los aspectos energéticos, sobre todo con relación al gas ruso, cuyo mercado europeo parecería cerrado por mucho tiempo. Esto convierte a China en el único cliente real para Rusia, lo que la vuelve muy vulnerable. De hecho, tanto el gas como el petróleo ruso se venden a un precio especial a China, que además los paga en su moneda.

NO A DISTENSIÓN MILITAR
El tercer punto, en el que no hubo ningún tipo de avance, se refería al establecimiento de un marco de seguridad militar de conversación y comunicación regular entre responsables militares de lado y lado, para resolver las diferencias que pudieran darse, antes de una escalada peligrosa.

China ha cerrado esta puerta, seguramente para tener las manos libres en su política de expansión, sobre todo en su programa armamentista nuclear, que al parecer está orientado a lograr la paridad con los Estados Unidos a mediano plazo.

China no desea verse constreñida por ningún marco en su desarrollo militar.



LA ECONOMÍA
El cuarto punto, el económico, posiblemente el más importante, no fue muy destacado por ninguna de las partes. Sin embargo, ciertas pistas fueron bastante reveladoras, como la casi simultánea y personal visita del Sr. Gates a Xi, que lo recibió en su casa como un “viejo amigo”, con las connotaciones que este trato implica en China. Gates es una figura de primera magnitud en el mundo tecnológico, y su visita, como antes de otros personajes de talla similar, reflejan una comunidad en los intereses mutuos.

La recuperación económica post pandemia ha sido muy lenta para todo el mundo, China incluida, agravada por la guerra en Ucrania. A todos conviene revertir esta situación y dar un impulso mucho más firme al crecimiento económico. La guerra económica en curso hace daño a todo el mundo. El hecho de que Xi, al margen del rígido protocolo, haya recibido en persona al Secretario Blinken, es también una señal muy a destacarse, así como la declaración hecha por la Cancillería china, en el sentido de que China no está interesada en desplazar a los Estados Unidos en ningún aspecto.

INOPORTUNAS DECLARACIONES
Es lamentable que, a un par de días de haber entreabierto una puerta para conversar y no confrontar, el presidente Biden haya hecho unas desafortunadas declaraciones acerca de Xi, calificándolo de dictador.

Más allá de que esto sea cierto, pues China es un Estado de partido único, auto declarado como una “dictadura del proletariado”, es decir, una dictadura, un mandatario debe tener sentido de oportunidad, además de la capacidad de separar los escenarios internacionales de los domésticos. Esa trascendencia es lo que, en efecto, separa al gobernante del estadista.

OTRA VISITA
A continuación de la visita cumplida por el Secretario de Estado norteamericano a la República Popular China, paradójicamente se produce otra visita, nada menos que la del Primer Ministro indio, Narendra Modi, a los Estados Unidos, donde es recibido con los honores del caso, por el presidente Biden en Washington. En una misma semana, Estados Unidos mantiene encuentros del más alto nivel, con las dos naciones más pobladas del mundo, que suman el 35% de la población del mundo, 2800 millones de personas.

PROFUNDOS CAMBIOS
Nada puede ser más ilustrativo del profundo cambio que se ha producido en el mundo en las últimas dos décadas, que la creciente presencia de estas dos antiguas naciones, que sufrieron un prolongado ocaso desde la gran expansión europea a partir del 1600.
La lógica demográfica las ha devuelto a un protagonismo cada vez más importante, en lo que se ha denominado el “Indo Pacífico” que se ha convertido ya en el más dinámico escenario económico mundial, desplazando al comercio Atlántico, que por siglos fue el dominante. China es la segunda economía mundial, y la India, la cuarta.

EL CAMBIO EN 50 AÑOS
Cincuenta años atrás, algo así era impensable, con una China en medio del caos de la trágica Revolución Cultural, en una catastrófica condición económica y un país que aún no superaba el trauma de los 50 millones de muertos de hambre a causa del desquiciado Plan Quinquenal de Mao, y una India inmersa en el suyo, a causa de la desmembración de parte de su territorio tras el final del Raj británico, en 1948, para crear a Pakistán, convertido en su enemigo principal, con el que se enfrentaría en varias guerras, a lo largo del siglo pasado.

REALINEAMIENTOS
La visita de Modi tiene relevancia especial en estos momentos, pues los alineamientos que marcaron las relaciones internacionales en la Guerra Fría han tenido profundos cambios.

La URSS ya no existe, y hoy, sus estados sucesores mantienen alineamientos que para nada pueden considerarse homogéneos, por la misma diversidad de cada uno.

China, en ese breve período, logró salir de la postración en la que la sumiera la ceguera ideológica, para convertirse en una potente locomotora de la economía global, sacando a 600 millones de chinos de la pobreza, y proyectándose como la potencia emergente más importante del mundo.

LA REALIDAD, HOY
La estatura internacional de China es el más importante cambio geopolítico en los últimos 50 años, y contrariamente al rostro pacifico que China ha pretendido promover, de cara a sus relaciones internacionales, nos muestra que no ha dudado en usar la fuerza, sea para imponer sus ambiciones territoriales como en el Tíbet, o en enfrentamientos violentos con sus vecinos, como la propia India, Vietnam o la URSS.

TRABAS DEMOCRÁTICAS Y BUROCRÁTICAS.
India no ha logrado equiparar el gran avance chino, experimentando las dificultades que se pueden esperar en un régimen democrático en lo político, aplicado a una población que, en esos 50 años, se ha más que duplicado.

Uno de sus mayores problemas es un Estado profundamente intervencionista, origen de las más importantes distorsiones y debilidades de su economía, que ciertamente debe hacer frente a unos retos gigantescos por tener ya la mayor población del planeta, en un tercio de la superficie de China.

Durante estos 50 años, India estableció unas muy estrechas relaciones, con la URSS en un primer momento, y con Rusia, tras el final de la Unión Soviética, particularmente en el plano militar,
pero también el económico, con muy significativas inversiones rusas en el campo de las refinerías, pues pese a carecer de petróleo propio, India ha desarrollado una importante capacidad de refinación, al punto que los derivados del petróleo son su principal rubro exportable. La dependencia de India en lo militar, la deja en condición de grave desventaja, ante la obsolescencia y la falta de desarrollo tecnológico de la industria militar rusa.

LA NUEVA AMENAZA
El enfoque estratégico de la India ha tenido un cambio significativo, al constituirse China en su principal amenaza, por encima de la tradicional visión de Pakistán en tal papel, ya que, además de las diferencias fronterizas con China en el Himalaya, que han dado pie a conflictos recientes, además de la guerra que enfrentó a China e India en 1962.

China se ha vuelto el principal aliado de Pakistán, tanto en lo militar, como en lo económico, siendo esto último de preocupación para India, pues los opacos tratos financieros y comerciales entre ambos países, pueden desembocar en lo que ya sucedió en Sri Lanka, donde quedó bajo el control absoluto de China el puerto de Hambantota, al no poder pagar Sri Lanka los préstamos chinos para su construcción, que ahora puede ser utilizado incluso por buques de guerra chinos, situado a poca distancia del extremo sur de India. Si algo similar sucediera en Pakistán, en el puerto que China está financiando y construyendo sobre el Océano Índico, las líneas de comunicaciones marítimas indias quedarían comprometidas gravemente.

¿“AMISTAD SIN LÍMITES”?
Ciertamente, para India debe ser motivo de alarma la “amistad sin límites”, proclamada por Xi a Putin, y evaluará con mucho cuidado la conveniencia de mantener su cercanía con una Rusia que depende cada día más de la China, en lo geopolítico y en lo económico. ¿Cuál relación será, al final del día, más importante para Rusia? Esa incógnita es, sin duda, la más compleja de despejar para la India, y está totalmente fuera de su control.

ACUERDOS IMPORTANTES
En tal sentido, el acuerdo alcanzado con los Estados Unidos para el montaje de una nueva fábrica de motores de aviación a reacción, de última tecnología, constituye para India un paso decisivo, para desarrollar capacidades propias en su industria militar, que le abran la posibilidad de una independencia estratégica en este campo. Igualmente, la adquisición de aviones no tripulados, cuya necesidad se ha vuelto tan evidente tras la guerra en Ucrania, que le serán de gran utilidad a la India en las alturas del Himalaya, es, también, parte de los acuerdos alcanzados con Estados Unidos.

¿QUAD vadis?
Su participación en el llamado QUAD, como marco defensivo en el Indo Pacífico, ante el creciente poder naval chino, vuelve en cierta forma inevitable alguna forma de proximidad estratégica con Estados Unidos, Australia y Japón, aún a pesar de las reticencias indias en tal sentido, en su propósito de aparecer como el líder del llamado “Sur global”, para lo cual requiere mantener equidistancias con los actores estratégicos globales.

Sin duda, se trata de complejas definiciones para India, entre su seguridad e independencia futura, y su tradicional postura de no alineación, que, en las actuales circunstancias, le puede llevar a un arriesgado aislamiento.

UN PAPEL TRASCENDENTE
En cualquier caso, el Primer Ministro Modi ha sido acogido con alfombra roja por Biden en Washington, con el consiguiente mensaje, no verbal o escrito, pero bastante claro para el que lo quiera leer. India es un actor decisivo global, y esa posición se afianzará cada vez más, pudiendo convertirse en un factor de unidad para ese Sur global, del que, con total claridad, no son parte ni China ni Rusia, que juegan sus propios juegos para sus agendas particulares.

El abanico de opciones que se le abren a India resulta por demás interesante. Ojalá, Modi, pueda elevarse de las rencillas y los líos domésticos y asumir un papel mucho más elevado, para sí, para su país, y para ese Sur global sumido en las incertidumbres y las dudas.