El invento de las máquinas a vapor marcó cambios profundos en la sociedad, dejando atrás la sana actividad artesanal, naciendo una masiva actividad laboral de los ciudadanos en el mundo, así como la producción variada desde un alfiler hasta una nave espacial, consecuentemente vino mayor liquidez y solvencia económica, familiar y societaria.
Esta revolución industrial en su primera etapa permitió conocer solamente las ventajas económicas, rentas millonarias para los inversionistas convertidos en multimillonarios. La humanidad vivía inocente de los efectos secundarios causados por los gases tóxicos al medio ambiente, como monóxido de carbono, azufre, etc. que lanzan al medio ambiente y que progresivamente ocasionan la muerte a los seres vivos; así tenemos el caso de Esmeraldas que a diario mueren personas con cáncer de pulmón, y otras enfermedades a causa de estas sustancias nocivas y que ningún gobierno le interesa remediar el origen de esta tragedia.
Todos los años se reúnen en distintos puntos del planeta los presidentes de todos los países industrializados para tratar el tema de la contaminación ambiental, pero solamente se escuchan impresionantes discursos políticos, uno mejor que otro- pero con un fondo lleno de espantosas mentiras en razón que en vez de disminuir el CO2 dióxido, cada vez se aumentan más.
Albert Einstein dijo: “No valores a un hombre por lo que dice, sino por lo que hace”. Los industriales siempre dicen maravillas en las reuniones anuales pero lo que hacen en realidad causa terror porque el cielo del planeta ya no es azul ni transparente sino gris como clara expresión de enfermedad ambiental y, todo por la voraz ambición innecesaria de tanta riqueza que durante toda la vida y la de su generación no alcanzaran a gastar.
Tomas Alva Edison dijo: “El descontento es la primera necesidad del progreso. Los industriales deben reemplazar el petróleo que tienen fórmula de muerte por la energía eléctrica y por la fuerza hidráulica saludable.