Podredumbre humana

Sin duda alguna que Correa embaucó a muchísimos ecuatorianos, apresándolos con sus retóricas que como carnada disfrazó su política autoritaria e inmoral del socialismo siglo XXI. Las pruebas para su condena y acólitos de la delincuencia organizada, quedaron plenamente demostradas en el juicio, que determinó que fue él, quien manejó de manera magistral las batutas entonando un himno de inmoralidad con los hechos de corrupción. Sus gobiernos ocasionaron daños irreparables al pueblo ecuatoriano, que fueron como una pesadilla en manos de los insensibles saqueadores. Se hicieron aleados del narco tráfico, y cuando cerraron la base de Manta, hicieron del país una bodega y tráfico de drogas e incentivaron el consumo en la juventud, como un impacto criminal.

Nos metieron gato por liebre en la compra de helicópteros y radares, contratos petroleros perjudiciales al país, obras inconclusas y de mala calidad y como yapa los conocidos sobreprecios, floreció la delincuencia organizada y el tráfico de influencia, aparecieron como magia: “él come cheques”, “el caso de los chalecos”, “la narco valija”, “los Panamá Papers”, “Caminosca” y “el imperio de Odebrecht”.

Apareció el fantasma de la refinería del Pacifico como un pez gordo, apareció también como arte de magia la triquiñuela de repotenciación de la Refinería de Esmeraldas, no pudieron ocultar el engaño del 30 S, justificaron una justicia represiva de estado, la corrupción administrativa, la vieron como un hermoso amanecer con radiante luminosidad de dinero, los viajes secretos del avión presidencial sin destino, y qué llevaron, sin nada en la bitácora y una Asamblea calificada con ribetes de corrupción, hubo persecución implacable a quienes se opusieron al autoritarismo.

Con el autoritarismo apareció el fanatismo sin conciencia, que llevó a muchos a analizar a Correa, quien con su espíritu narcisista llegó en un momento dado a considerarse un semidiós y tuvo el descaro de burlarse, no sólo de sus seguidores, sino del país entero, por un lado pretendiendo ser un benefactor, mientras tanto dirigía todas sus fuerzas al engaño a través de su preparada demagogia de ofrecer y ofrecer pintando: “pajaritos en el aire”. Total, ha sido juzgado y encontrado culpable y condenado a ocho años de prisión y un pago de reparación, pero la remediación por el daño hecho al país, no la pagarán jamás, quedaron como ambiciosos, que en su afán de obtener más se transformaron en perros convirtiendo su olfato en codicia y aullando de desesperación por conseguir más riqueza.

Carlos Concha Jijón