Los gigantes de Changaimina

Revista Semana| RS 63

En el pequeño poblado ecuatoriano de Changaimina, parroquia rural del cantón Gonzanamá, provincia de Loja, se han encontrado restos que habrían pertenecido a antiguos gigantes de 7 metros de altura y en la actualidad hay una investigación científica que intenta recuperar todos los vestigios de la existencia de estos “gigantes”, que al parecer poblaron esa zona hace miles de años.

El hallazgo de hombres gigantes en Ecuador tiene ya larga data, los avisos vienen desde el siglo XX. Una de las personas que habría conservado estos huesos fue el sacerdote Carlos Miguel Vaca Alvarado, hasta su muerte en 1999. Y gracia a ese dato, se puso en marcha el proyecto de recuperación de esas osamentas.

Changaimina deriva de dos voces kichwas: “changa” que se refiere a “pierna”, en particular al fémur o en general a los huesos humanos, y “mina” que significa depósito.

EXISTENCIA DEL MISTERIO
Pero el misterio que rodea al descubrimiento de los huesos no es reciente, existen relatos, leyendas o mitos que nos hablan de la existencia de una raza de gigantes en la América prehispánica y en otros lugares de nuestro planeta.

Ya en los tiempos de Hernán Cortes, el conquistador de México, se han difundido noticias referentes a estos “desaparecidos gigantes”; pero, también en los tiempos modernos, periódicos como el “The New York Times” han publicado notas y reportajes que dan cuenta de que el misterio sigue presente.

A manera de ejemplo, en el diario ABC de Madrid, uno de sus cronistas y además nieto del fundador del diario, se refería a lo relatado por Bernal Díaz del Castillo en su ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’, escrita durante sus viajes junto a Hernán Cortes en el siglo XVI.

“El conquistador, afirmó que hubo gigantes colosos en América. Cortés negociaba la paz con el cacique Viejo de Tlaxcala, al que le preguntó quiénes fueron los primeros pobladores de aquella tierra. El cacique respondió que gigantes de exorbitante grandeza y proporciones nunca vistas ni imaginadas. Para probarlo, trajeron un hueso de uno de ellos.

El fémur era muy grueso y alto […] y correspondía a un hombre de algo más de siete metros de tamaño”.

Una crónica aparecida en España, el 4 de mayo de 1912, destacaba que habrían sido encontrados en los Estados Unidos, varios esqueletos humanos pertenecientes a «hombres de una raza desconocida hasta ahora», Ese artículo causó un gran revuelo en todo el mundo. La excavación había sido realizada en una colina junto al lago Delavan, en el estado de Wisconsin, después de que un equipo de arqueólogos del Beloit College descubriera más de doscientos montículos. Estos fueron considerados como un ejemplo clásico de la cultura Woodland, perteneciente a la prehistoria de América, del primer milenio antes de Cristo.

Es que en el siglo XX, han sido muchas las noticias del hallazgo de esqueletos supuestamente humanos de más de tres metros de altura que han fascinado a los lectores, pero, lastimosamente, nunca ha sido confirmados científicamente

Este tipo de noticias periodísticas han alimentado durante siglos la leyenda de que científicos serios y destacados habrían encontrado esqueletos de seres humanos de entre tres y siete metros de altura.

¿CUÁNTO MEDÍA ADÁN?
¿Quiénes eran estos seres gigantescos? ¿A qué raza pertenecían? ¿Cuándo se extinguieron? Por supuesto, no faltaron algunos investigadores y muchos de los lectores de los periódicos, que encendieron su imaginación y no vacilaron en afirmar que los restos pertenecerían a seres de otro planeta.

El 27 de junio de 1987, Torcuato Luca de Tena, en la revista La Tercera del diario ABC, de Madrid, se preguntaba ¿Existieron gigantes alguna vez en la América precolombina? y explicaba: “Antes de responder, conviene saber si los hubo realmente en cualquier otro lugar sobre la Tierra. Y no me refiero a los hombres un poco más altos que el resto de los mortales, sino a los desaforados, colosales, los que no precisaban empinarse para columbrar lo que había más allá de las montañas, los que no encontraban edificio que les cobijase ni caverna en la que cupiesen”.



Contaba Luca de Tena que, en 1718, hubo un académico francés llamado Henrion que defendía la «peregrina tesis» de que los hombres, inicialmente colosales, fueron reduciendo su tamaño con el paso de los siglos. Tras comprobar la estatura media de sus contemporáneos y realizar un cálculo aritmético un tanto cabalístico, llegó a la conclusión, “con exactitud tan envidiable como sospechosa”, de que Adán medía 40 metros; Noé, 34, y Abraham, 28.

LA NOTICIA NO ERA EXCLUSIVA
Claro que las noticias de hallazgos semejantes no fueron publicadas exclusivamente en los diarios mencionados. Otros, como El “Evening Star”, el “The Washington Post”, el “Evening Independent”, el “Pittsburgh Press, y otros de los Estados Unidos, también lo hicieron; pero, el citado “The New York Times”, al parecer, tenía una especial predilección por todo lo relacionado con este tema, y decía: “Varios trabajadores han descubierto en el sótano del viñedo de Illinois un esqueleto humano. Lo que más les impresionó fue el tamaño del esqueleto, que asciende a tres metros y medio. Tenía la mandíbula y los dientes casi tan grandes como los de un caballo”.

Doce años más tarde, el mismo periódico, el Washington Posdt, publicaba otro descubrimiento en las obras de una presa para la producción de energía hidroeléctrica en el río Mississippi, donde supuestamente se habrían desenterrado los restos de un esqueleto humano incrustado en una gigantesca roca de granito: “Los restos del humano gigante están completamente petrificados. La cabeza es masiva, de 80 centímetros de circunferencia, pero con una frente muy baja y plana en la parte superior. La altura total del misterioso individuo es de unos 3 metros y 40 centímetros».

Noticias similares aparecieron en diarios de muchos países, todos refiriéndose a estos gigantes, de los que la ciencia nunca ha dicha una sola palabra.

EN EL ECUADOR
Aquí en el Ecuador, en varias zonas también circula esta leyenda. En Manabí, por ejemplo, se habla en voz baja de esqueletos encontrados en sus zonas rurales, un tanto alejadas del mar.

Pero, la noticia de los “gigantes” de Changaimina, ha sido publicitada con fotos de los huesos encontrados rodeados de los miembros de la misión encargada de sus estudios entre los que constan miembros de las Fuerza Armadas. Lo raro es que ninguna institución pública ni privada, ninguna universidad o academia han dejado escuchar su voz para avalar o rechazar estas noticias. Un manto de silencio cubre estas afirmaciones.