Los cien cuyes del escritor Peruano Gustavo Rodríguez

Autor: Byron Rodríguez Vásconez| RS 73


Hace poco, un crítico de la revista Babelia, de Diario El País, de España, calificó a Gustavo Rodríguez como un buen narrador, pero escribió que en los personajes de Cien cuyes no se desarrolla a profundidad la idea de la soledad ni de la eutanasia.. Yo pienso lo contrario: En cada frase, en los diálogos de los personajes, en sus coquetas y hermosas reuniones, se sienten la soledad, el miedo y el abismo hacia la muerte que acompaña a los viejos como una sombra que está allí el día y la noche.

Afable y sencillo. No mira a la gente por encima del hombro. No es sobrado, una frase coloquial ecuatoriana. Gustavo Rodríguez (Lima, 1968) obtuvo el reciente Premio Alfaguara de Novela, uno de los más reconocidos de Iberoamérica, edición 2023, con su novela “Cien cuyes«.

Saludó con calidez a quienes asistimos a la antigua casona de Librería Española, donde funciona desde 1974 en la Avenida Diez de Agosto y Montevideo, frente al legendario parque de El Ejido. A la casa -de estilo neoclásico de fachada blanca y mampara de madera- asistió Gustavo Rodríguez a un diálogo con cuatro importantes periodistas y escritores: Rubén Darío Buitrón, Juan Carlos Calderón, Esteban Michelena y quien escribe esta crónica.

En el diálogo estuvieron también editores de medios culturales como Santiago Estrella, de El Comercio; Gabriel Flores, de la revista Diners, y de otros medios convencionales y digitales y los entusiastas empleados de Librería Española, auspiciante de la presencia de Rodríguez. El ámbito: un local con tragaluz en el segundo piso de la casona a donde se ingresa por añejas gradas de madera.

La novela del escritor peruano es bella. Poética. Desde las primeras páginas, el lector se embarca en el mundo cotidiano de la clase media limeña. Es una historia que juega con el encanto de entrañables personajes, viejecitos de una ancianato, quienes miran sus últimos días con especial sensibilidad, porque comparten sus soledades, y nostalgia por el tiempo pasado.

En la novela también juega el azar, aquel lenguaje secreto que, de pronto, se revela como un rayo inquietante, lo cual le sucedía a Maqroll El Gaviero, marino aventurero y errante, personaje principal de las siete novelas del autor colombiano Álvaro



Mutis, amigo de García Márquez. “Illona llega con la lluvia” es su novela más conocida. O «La Nieve del Almirante”. Para mí, el azar es un símbolo de un trébol de cuatro hojas. La noche anterior a la presentación de la novela soñé con un bosquecillo de tréboles, entre miles, como un tropel de pequeños cuyes, y hallé uno de cuatro hojas. Como creo en el azar pensé: Qué suerte, qué chévere, voy a conocer y a dialogar con Gustavo Rodríguez, su universo de asombro y de la sensual escritura tersa, con olor salobre a la piel del mar limeño.

En la mañana desperté con buena energía y la última imagen que vi desde mi ventana del dormitorio: el césped y los tréboles agitados por el viento fresco.Los invitados preguntaron a Gustavo sobre el humor, los personajes cálidos y humanos que conviven en el ancianato de Lima, vecino al mar verde turquesa, contiguo al mítico barrio Miraflores en el cual vivió Vargas Llosa en su agitada juventud.Gustavo admira la disciplina del autor de “Pantaleón y las visitadoras”, entre otras célebres novelas del Premio Nobel.

Conversamos de los personajes de “Cien cuyes”: La Pollo, fina y elegante, toda una madame; el Tío Miguelito y sus obsesiones presentes y pasadas; Eufrasia y su generosidad hacia doña Carmen a quien le ayuda a sobrevivir en el tiempo de la nostalgia y la soledad.

Eufrasia también acompaña al médico gringo Jack Harrison; ahí están en cuerpo y alma Ubaldo, el poeta; Tanaka, descendiente de los miles de japoneses que, imagino, emigraron a Perú desde principios del siglo XX; Giacomo, ex marino de la Armada peruana; Los 7 Magníficos, llenos de albures y humor…Yo me concentré en la influencia de los escritores más reconocidos de Perú: Julio Ramón Ribeyro, autor de célebres cuentos como “Silvio en el rosedal”; Alfonso Cueto, autor del extraordinario libro de cuentos “Cinco para las nueve”, cuyos personajes son los colegiales limeños, sus intensos y primerizos amores, la iniciación en los licores y la marihuana, las fiestas rockeras, los conflictos con los padres.

Hablamos de Alfredo Bryce Echenique y su literatura de humor y de sentido amatorio; Manuel Scorza, poco conocido en Ecuador, quien escribió con un lenguaje pleno de imágenes poéticas las luchas de los indígenas en el Perú de los años 80. Por supuesto, ahí, en la casona, estuvo onmipresente Vargas Llosa con sus novelas contemporáneas.

Gustavo Rodríguez dijo que Ramón Ribeyro fue uno de los autores que más influyó en su literatura por la elegancia de su lenguaje. Dijo que la muerte, un hecho inexorable que sienten sus personajes, en el mundo occidental es un tabú, difícil de asumir. Rodríguez se refirió a Lima como una ciudad intensa, iracunda y divertida. El humor se siente en las calles peruanas, irreverentes, mientras que la élite conservadora practica la cultura de los mármoles, seria y formal.

Hace poco, un crítico de la revista Babelia, de Diario El País, de España, calificó a Gustavo como un buen narrador, pero escribió que en los personajes de Cien cuyes no se desarrolla a profundidad la idea de la soledad ni de la eutanasia. Es decir que, según él, Gustavo no profundizó aquellos sentires y la dura enfermedad senil. Yo pienso lo contrario: