“Lloro por la madre del Dr. Arroyo del Río”

Delia Ibarra De Velasco

Dr. Pedro Velasco Espinosa | [email protected]

 

Mi papá solía contar una conmovedora escena de tal día: su madre, Doña Delia, presenciaba desde el balcón de la soberbia mansión de un distinguido amigo de la familia, Don Modesto Larrea Jijón, el apoteósico recibiendo que el pueblo de Quito tributaba a su hijo José María a su arribo para asumir la Jefatura Suprema de la República.

Persona que estaba junto a ella vio con asombro que Doña Delia lloraba, con lágrimas de dolor y no de alegría, ante tan inusitado hecho le preguntó el porqué de su inconsolable quebranto, a lo cual ella respondió: “lloro por la madre del Dr. Arroyo, lloro pensando en la angustia y parecimientos que ahora tendrá ella”.    Horas más tarde, volverían a verse madre e hijo al cabo de 9 años.  Las crónicas de prensa lo relatan: “Momentos emocionantes fueron aquellos en que el Dr. Velasco Ibarra saludó a su señora madre, doña Delia Ibarra de Velasco en la casa del Dr. Alberto Acosta Soberón, una vez que salió del Palacio Presidencial. En el hall de la casa se hallaba Doña Delia, madre del Presidente de la República, el Sr. Pedro Velasco Ibarra y su señora María Teresa Espinosa, la Sra. Lucila Velasco de Acosta Soberón y la Srta. Ana María Velasco Ibarra. El Presidente abrazó emocionadamente a su señora madre, a sus hermanos y más familiares.

La señora Delia Ibarra, en medio del júbilo que le embargaba al abrazar a su hijo a los nueve años de ausencia, derramó abundantes lágrimas.”  La última vez que la madre había visto a su hijo fue el 20 de agosto de 1934, día en el cual aquél fue apresado en la Casa Presidencial. Ella y su hija Ana María le habían acompañado en la residencia presidencial, por entonces ubicada en la esquina sur-oriental de las calles Guayaquil y Mejía, fungiendo de “amas de casa”.

 

Como verdadero tesoro epistolar, yo conservo en mis archivos el original de la siguiente carta: “Buenos Aires, 3 de marzo de 1941.- Señora Doña Delia Ibarra de Velasco, Quito. Mi mamacita: El 8 de este mes es su onomástico. No la olvido nunca.

¡Cuán buena fue Ud. conmigo! Todo lo bueno a Ud. se lo debo. Todo lo malo ha sido obra exclusiva mía. Desde la distancia la amo y la venero. Cada minuto pienso en Ud. Y las noches me traen la felicidad de vivir con Ud. Al amanecer, todo ha sido sueño… Felices los que con Ud. viven.

Corita me encarga especiales recuerdos. Está algo asmática. Salude a Anita. Reciba el corazón afligido de José María.”

“Ni un día más, ni un día menos” había dicho que gobernaría el Dr. Arroyo del Río, ofrecimiento truncado por la Revolución del 28 de mayo de 1944, trascendental remate de una serie de sucesos originados el día mismo en que tuvieron efecto las elecciones presidenciales de 1940, que llevaron al Poder al Dr. Arroyo. 

Hay un antecedente de singular importancia, poco conocido, que hirió de muerte al régimen arroyista: el 28 de mayo de 1942, día que, sin duda alguna, será rememorando dos años después, y por “todo lo alto”. ¿Qué sucedió este primer 28 de mayo, cuáles sus inmediatos antecedentes y cuáles sus coletazos?

El 11 de enero de 1940 gana en las elecciones presidenciales el Dr. Arroyo del Río. El diario socialista El Día de Quito dirá lo siguiente en la crónica “Para la Historia Nacional” del 1º de enero de 1941: “sobre el fondo de la cuestión, de nuestra parte debemos decir que en verdad en las elecciones de enero no hubo fraude al estilo de otras épocas, no hubo la multiplicación de votos en forma escandalosa; sin embargo, aquellas elecciones estuvieron viciadas profundamente, porque ningún principio de ética general y de ética política fue el que se impuso, sino que determinaron un triunfo sobre bases absolutamente falsas”.

El 12 de enero, en Guayaquil, las masas populares reclaman en las calles contra el fraude electoral y son reprimidas brutalmente. El diario El Telégrafo del día 13 informa que “tres muertos y buen número de heridos fueron el epílogo sangriento en los comicios presidenciales en esta ciudad. La Policía se vio obligada a disparar, para disolver a las turbas”.

El mismo día, la Base Aérea de Guayaquil se rebela para impedir que asuma el Poder el candidato Electo Carlos Alberto Arroyo del Río; los sublevados llaman en su apoyo al Dr. José María Velasco Ibarra. Al acudir a la Base el Dr. Velasco Ibarra, acompañado del Dr. Carlos Guevara Moreno y del Coronel Ricardo Astudillo, son tomados presos y trasladados al buque “Presidente Alfaro”; ante la reacción de los Marinos que reciben al Dr. Velasco Ibarra con vítores, se ordena el traslado de los detenidos al Penal “García Moreno” de Quito.

En los enfrentamientos entre el pueblo que respalda el movimiento de los aviadores y los Carabineros se producen 4 muertos y 30 heridos. Luego de un Consejo de Guerra, serán condenados a prisión, acusados de participar en la fallida subversión, el Capitán Galo Almeida (4 años), subtenientes José M. Becerra y Ernesto Larrea (3 años y medio), subtenientes Carlos Dávila y Gonzalo Jácome (3 años).

En Quito es apresado, entre otros, el Dr. Camilo Ponce Enríquez. Diario El Comercio de Quito informa que, en el Penal García Moreno, el preso Dr. Velasco Ibarra se entrevistó con el Encargado del Poder. Dr. Andrés F. Córdova. El día 14, el Dr. Velasco Ibarra es obligado a salir del País “en aras de la tranquilidad y orden de la República”, rumbo a Cali, por autorización del Dr. Córdova Nieto, a instancias de su mi papá Don Pedro Francisco Velasco Ibarra, en un avión especialmente fletado por el Gobierno. Lo hace en compañía de su esposa Corina Parral Durán y de su sobrino Guillermo Acosta Velasco.

El írrito protocolodel 29 de enero de 1942

El 29 de enero de 1942 se firma el írrito Protocolo mal llamado de “Paz, Amistad y Límites” en Río de Janeiro, en momentos en que fuerzas peruanas mantenían invadido el territorio patrio.

El 25 de febrero,  prestantes ciudadanos de todas las tendencias políticas exponen al Senado de la República la situación de la Nación “duramente golpeada en el exterior por la guerra y la desmembración territorial y en el interior por la pérdida de las libertades fundamentales, de prensa, de opinión, por la persecución a periodistas, el destierro de estudiantes, la cárcel y la destitución de catedráticos, el aumento de la miseria y el hambre por el aumento increíble de impuestos que van a llenar un presupuesto desequilibrado por la inercia y la malversación”, al tiempo que solicitan la derogatoria de la Ley de Facultades Omnímodas.

El 28 de febrero, el Presidente Arroyo “ratifica” el texto del Protocolo, una vez que las Cámaras del Senado y de Diputados aprobaron dicho texto, ratificación para la que tuvo la aprobación previa del Consejo de Estado. 

El 28 de mayo de 1942

El entonces Capitán Leonidas Plaza Lasso, en la tarde de este día, dicta una conferencia -en el Paraninfo de la Universidad Central- alusiva al Protocolo y en condena de éste. Enardecidos los ánimos de los asistentes, muchos de ellos, a la cabeza de los cuales está el Capitán Plaza, intentan invadir el Palacio Nacional para pedir la dimisión del Presidente, y se produce un sangriento enfrentamiento con los carabineros que custodian Carondelet; Esa noche y en días posteriores son tomados presos: el Capitán Leonidas Plaza Lasso, Pedro Velasco Ibarra, Isaac Santos, Julio Teodoro Salem (a la sazón diputado), Luis Dueñas, Gonzalo Cruz, Sergio Plaza, Isaac Santos, Vicente Haro Montalvo, José y Gabriel Martínez, Gonzalo y Francisco Terneux, identificados por el Gobierno como “cabecillas” del asalto al Palacio Nacional. Los presos son procesados por orden del Mandatario y de su Ministro de Gobierno Aguilar Vásquez.

También es detenido, aunque no procesado, Galo Plaza Lasso, quien había intentado disuadir a su hermano Leonidas de sustentar la charla patriótica, habida cuenta de la animosidad gubernamental. Luis Felipe Borja del Alcázar (padre del futuro Presidente Rodrigo Borja Cevallos), otro “cabecilla” del frustrado, para el Régimen, “Golpe de Estado” logra fugar al Perú, y es procesado en ausencia.

Los detenidos son inmediatamente procesados en el Juzgado Tercero del Crimen de Pichincha. Actúan como Abogados defensores los siguientes distinguidos jurisconsultos: Dr. Andrés F. Córdova Nieto y Dr. Carlos Murriagui (del Capitán Leonidas Plaza Lasso), Dr. Juan Isaac Lovato Vargas (de Isaac Santos y Gonzalo Cruz), Dr. Luis Cornelio Díaz (de Vicente Haro Montalvo), Dr. Ricardo Cornejo Rosales (de Julio Teodoro Salem), José Federico Ponce Martínez (de Pedro Velasco Ibarra) y el Dr. Luis Felipe Borja Pérez (hijo) (de su hijo Luis Felipe Borja del Alcázar). También son tomados presos el Dr. Antonio José Quevedo Moscoso (Canciller de la República, 1932-1933), Coronel Francisco Urrutia, Gonzalo Pesantez Lafebre (a la razón concejal de Quito), Dr. Modesto Ribadeneira Chiriboga. y Gustavo Tamayo Benalcázar.

Mi padre soportó infame prisión en el Penal García Moreno, hasta el 29 de septiembre, día en el cual obtuvo el “sobreseimiento definitivo”.

El Capitán Plaza, que fuera condenado a 16 años de reclusión por un Consejo de Guerra ad-hoc, protagonizará el episodio de antología que paso a narrar, con lujo de detalles pues que la proeza lo amerita.

Al Dr. Arroyo del Río y a su brazo represor el ministro cuencano Aguilar Vásquez les importó “un pepino” que el Capitán Plaza fuese un Héroe Nacional por su valerosa defensa del territorio patrio en el Combate de Panupalí, de septiembre de 1941, conjuntamente con el teniente Moisés Oliva Ojeda, entre otros patriotas, por igual que les valió que Galo Plaza hubiese sido Presidente del Concejo de Quito y Ministro de Defensa en 1938 y 1939, o que Pedro Velasco Ibarra tuviese a calidad de legislador en 1939 y 1940 y fuese alto dirigente del Obrerismo Católico.

¿Quizá en los hermanos Plaza Lasso y en Don Pedro había que vengar viejas rencillas políticas?

Leonidas Plaza se fuga del penal disfrazado de José María Plaza

El 25 de diciembre de 1943, sábado de la Pascua de Navidad, tiene lugar una de las fugas más notables de la historia del Penal García Moreno de Quito, por la originalidad de la misma, que la hace hasta chusca, amén de patética burla al régimen imperante. Tiene como protagonistas estelares a Leonidas Plaza Lasso, que guardaba prisión desde el 28 de mayo de 1942, con una condena a 16 años de reclusión, y a su hermano menor José María, con la complicidad de Galo, el mayor de ellos, y de toda la familia íntima.

Leonidas se había dejado crecer una luenga barba. José María, de fisonomía harto parecida a la de su hermano, le visitó en la mañana del sábado, por dos ocasiones, aprovechando que era “día de visitas” a los presos, usando unas oscuras gafas y con un notable esparadrapo en la mejilla derecha. José María no usaba barba. Estas visitas fueron planeadas para que los guardianes se grabasen bien la imagen del hermano visitante: sin barba, con gafas y con parche en el pómulo diestro.

Ni bien iniciadas las visitas, ingresa a la celda de Leonidas su esposa Susana Larrea Freile; cerca del mediodía, José María y su esposa Mignon, también entran de visita a la celda de Leonidas; entre esposa y cuñada proceden a la paciente labor de afeitar la barba de Leonidas terminado lo cual le colocan un espadrapo en la mejilla derecha, tal cual lo llevada José María. Para terminar el atuendo, Leonidas se cala las gafas de aquél; en tanto había llegado de visita la suegra de Leonidas, Cecilia Freile de Larrea Jijón, y su tía doña Clemencia Lasso. A las tres de la tarde Leonidas, retocado como José María, emprende rumbo a las puertas de la penitenciaria de brazos de Doña Mignon -aparentemente su esposa- y de la tía Clementina, despidiéndose muy horondos y lirondos de cuanto carabinero estaba de guardia, traspasadas las cuales, con pasmosa tranquilidad siguieron caminando ya fuera del Penal hasta el vehículo de la familia. En la celda se quedaron la esposa de Leonidas, la madre de ésta, Doña Cecilia y el verdadero José María, en papel del preso Leonidas.

Media hora después llegaron el feliz prófugo, su cuñada Mignon y la tía Clemencia, a la casa de Galo Plaza, quien de inmediato emprendió camino al Panóptico para completar el sainete visitando, él también a Leonidas. A la hora de terminarse las visitas, el verdadero José María, la madre política Cecilia, la esposa Susana y Galo salían del Penal, ellos también despidiéndose cordialmente de cuanto gendarme encontraban al paso.

La osadía y picardía de Leonidas no quedó solo en llegar a casa de su hermano Galo. Todavía disfrazado de José María, se dirigió a casa de un amigo, habiéndose cruzado en el trayecto con Juan Elizalde y su esposa, con Juan Barberis, con el Coronel Filemón Borja y con las señoritas Pallares Guerrero,  quienes intercambiaron saludos con José María, sin sospechar ninguno que se trataba de Leonidas.  El Domingo de Resurrección resultó unas verdaderas Pascuas para la –hasta el día anterior- afligida familia.

Para quien no resultó un día de Pascua fue para el ministro Aguilar Vásquez quien las “vio color de hormiga” para tratar de explicar a los acuciosos periodistas el cómo y cuándo de la colosal hazaña del Capitán Plaza.

Triunfante la Revolución del 28 de mayo de 1944, Leonidas será Jefe de Edecanes, Galo Embajador en los EEUU y José María diputado asambleísta, siendo su suplente Pedro Velasco Ibarra.

A fin de cuentas, entre enero de 1940 y diciembre de 1943, estuvieron en el Panóptico: toda la familia Plaza Lasso, Galo y Leonidas como reclusos por políticos, y toda la familia Velasco Ibarra, José María y Pedro también como presos políticos, y los restantes como visitantes, incluido un tierno niño de año y medio de nombres Pedro José que, de las manos de su mamá María Teresa Espinosa, visitaba a su papá. 

Dr. Pedro Velasco Espinosa | [email protected]