La violencia es el problema no la solución

El conflicto nos roba la oportunidad de escuchar, comprender y ser escuchados por la otra persona. También nos impide encontrar soluciones creativas a nuestros problemas y colaborar para seguir adelante.

Si no se resuelven, los conflictos también pueden dar lugar a sentimientos perjudiciales como la ira, el resentimiento y la frustración, y socavar nuestro sentido de la confianza en los demás, lo que conduce a la tensión y el aislamiento una vez más.

Por qué discutir no es una buena solución al conflicto
Si discutimos, no estamos escuchando. Estamos cerrando la oportunidad de resolver el problema juntos. Si conoces a alguien que discute crónicamente, es una gran pista de que tampoco te está escuchando. Esto se debe a que no están en contacto con lo que sienten o piensan en este momento, sólo se permiten prestar atención a sus propios sentimientos. Puede que sean conscientes o no de que están discutiendo, puede que estén bloqueados o atascados en algo que aún no están preparados para dejar atrás. Si te encuentras en una discusión, detente y pregúntate si realmente estás tratando de resolver el problema o si sólo estás discutiendo. Si es lo primero, esfuérzate por encontrar una solución creativa o no conflictiva.

Cómo tener conversaciones eficaces
Las conversaciones eficaces se producen cuando intentamos comprender a la otra persona y lo que es importante para ella. Podemos hacerlo escuchando activamente, mostrando interés, asintiendo con la cabeza y emitiendo sonidos alentadores. Pero las conversaciones efectivas también implican que hagamos preguntas y hagamos participar a la otra persona. Puede ser para saber más sobre sus preocupaciones, sus planes o sus acciones. Si estamos tratando de encontrar un nuevo trabajo, por ejemplo, podemos preguntar a nuestro colega sobre sus intereses, pasiones y planes para su carrera. También podemos hacer preguntas para entender mejor cualquier diferencia cultural, de género, de edad o personal. También podemos utilizar preguntas abiertas para animar a la otra persona a hablar más.

Cómo evitar discusiones y conflictos
Si intentamos resolver un problema sin entrar en conflicto, podemos evitar las discusiones. Aunque el conflicto es inevitable, no tenemos que dejar que las discusiones tiñan nuestras relaciones ni que ocupen toda nuestra atención. Podemos dejar que pasen, aceptando la incomodidad del momento sin dejar que nos apaguen (o que apaguen a los demás). Si dejamos que las discusiones pasen, no tenemos que seguir reproduciéndolas en nuestra cabeza o en las conversaciones con los demás. Podemos elegir dejar atrás el pasado, perdonar y soltar cualquier resentimiento o enfado. Las discusiones son como las olas: vuelven a aparecer, pero no hay que dejar que nos arrastren todo el tiempo.

Cómo tener soluciones productivas a los conflictos
Cuando intentamos resolver un problema juntos, podemos afrontarlo con creatividad y flexibilidad. Podemos intentar encontrar soluciones que sean mutuamente beneficiosas y respetuosas. Para ello, podemos intentar comprender las preocupaciones, los sentimientos y los valores de la otra persona. Mediante preguntas abiertas y una escucha activa, podemos intentar comprender su perspectiva y lo que quiere. También podemos tener en cuenta lo que la otra persona aporta. Con toda esta información, podemos intentar encontrar una solución que realmente beneficie a todos. Por ejemplo, en una situación profesional, podemos intentar encontrar una solución colaborativa que permita a todos trabajar juntos para mejorar su trabajo. Esto puede hacerse delegando, rotando las tareas o creando «talleres» para que la gente hable de su trabajo y reciba ayuda para mejorar sus habilidades.

Conclusión
Cuando nos encontramos con conflictos y discusiones en nuestra vida cotidiana, a menudo nos preocupa que algo vaya muy mal y que la otra persona esté siendo intencionadamente hiriente. Pero en realidad, el conflicto es una parte normal, aunque difícil, de la vida, y no tiene por qué ser siempre algo malo. Cuando entendemos por qué las discusiones son tan frustrantes, podemos tomar mejores decisiones para evitar que perturben nuestras vidas. También podemos aprender a hablar y escuchar de forma más eficaz y respetuosa. Esto puede hacer que nos sintamos más conectados con los demás y menos aislados, permitiéndonos colaborar más. Por ejemplo, cuando nos encontramos con un conflicto, podemos optar por escuchar haciendo preguntas para entender mejor lo que pasa por la cabeza de la otra persona. También podemos intentar encontrar soluciones creativas que beneficien a ambas personas.(IA)