La nueva generación



El proceso electoral que hemos vivido este año los ecuatorianos nos muestra un fenómeno que, seguramente, tendrá una importante influencia en el futuro político del país.

Tras el llamado del Consejo Nacional Electoral, se inscribieron ocho binomios buscando seducir al electorado; de estos 3 candidatos presidenciales habían participado en elecciones anteriores: Yaku Pérez y Xavier Hervas, y Andrés Arauz, mientras que para la vicepresidencia solo este último tenía ese antecedente. Tres candidatos tenían antecedentes de haber participado recientemente en funciones gubernamentales o políticas: Daniel Noboa hasta el cierre de la Asamblea fungía como presidente de la Comisión Económica de dicha institución; Andrés Arauz y, Otto Sonnenholzner, quien había sido vicepresidente de Lenin Moreno; es decir los perfiles de todos los candidatos y candidatas dicen a las claras que ha surgido una nueva generación de líderes en el escenario político del país.

No ha sido el único fenómeno
No es un fenómeno de reciente data. Ya en ocasiones anteriores el Ecuador asistió a un recambio de líderes políticos similar. El anterior a este, lo recordamos en 1979, cuando los militares decidieron abandonar el Poder y entregarlo a los civiles.

En aquella ocasión también surgieron nuevos líderes que buscaron la Presidencia. Los viejos dueños de los partidos no supieron leer los tiempos y pronto se vieron rebasados por la historia.

Desapareció el partido Conservador y en su lugar surgió la Democracia Cristiana con Osvaldo Hurtado a la cabeza. El partido liberal permaneció un tiempo más, pero también se dividió en la Izquierda Democrática y en el partido Demócrata, Rodrigo Borja y Pancho Huerta, respectivamente, fueron los abanderados de estas nuevas agrupaciones.
El CFP, partido populista no resistió los embates de los tiempos y Assad Bucaram debió entregar, a regañadientes, el liderazgo a Jaime Roldós.

A la muerte de este último, su cuñado Abdalá Bucaram tomó la posta y fundando el Partido Roldosista Ecuatoriano, (PRE), también populista.
Eran tiempos en que aún la política se jugaba en una cancha diseñada y marcada por la guerra fría y las ideologías.



La caída del Muro de Berlín
La caída del muro de Berlín vendría a modificar los temas y la actitud y comportamiento de los partidos y los líderes políticos. El mundo cambió y los viejos y tradicionales dogmas perdieron vigencia. Los nuevos líderes comprendieron esta realidad y supieron adaptarse a las nuevas realidades.

La crisis del 2000 y el fin de los partidos políticos
La crisis económica del año 2000 encontró como presidente a Yamil Mahuad, último representante de lo que se conoció como “partidocracia”; es decir la presencia permanente de dirigentes de los partidos políticos que actuaban como círculos cerrados que, sin participación de sus adherentes, peor de una presencia popular, eran los encargados de nominar a los candidatos a las más altas dignidades políticas. creció entre los ecuatorianos un sentimiento de enojo y hastío hacia esa forma de actuar

Los outsiders y la corrupción
A partir de ese momento, quienes se sucedieron en el solio presidencial fueron los llamados “Outsiders”, es decir, no pertenecían a ningún partido tradicional, y aunque la Ley exigía que los candidatos debían tener el respaldo de una agrupación política, estos personajes fundaron, al apuro, sus propias tiendas electorales, en unos casos, o en otros se cobijaron bajo alguna existente pero sin haber militado en ellos y sin intención de gobernar, en caso de ser electos, bajo los idearios de fachada, de aquellos.



Así, entonces, Gustavo Noboa Bejarano, Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio pudieron gobernar libres de las ataduras partidistas. Si estos mandatarios gobernaron bajo estas condiciones, Rafael Correa Delgado, otro Outsider, antes de ser presidente, fue, por pocos meses, Ministro en el gobierno de Alfredo Palacio, lo que le bastó para lanzar su candidatura cobijado bajo un membrete con el nombre de Revolución Ciudadana. Desde el inicio de su presidencia lo hizo con un autoritarismo disfrazado de democrático con el que atacó a la “partidocracia” hasta destruir a los pocos partidos tradicionales que aún existían. La Asamblea Constituyente de Montecristi elevó a la categoría de constitucional esta nueva actitud y comportamiento.

En los 10 años de su gobierno desaparecieron varios partidos y movimientos que anclaban su accionar en ideologías, aparecieron otros que, apenas, respondían a intereses particulares o grupales, sin definición política alguna. La política y los políticos, sin una institucionalidad que controlara su accionar convirtieron a la política en un gran mercado; el país descubrió el significado de “corrupción”.

Tal vez, Lenin Moreno sea el último presidente con un historial de militancia política, bien sea en la extrema izquierda en su juventud, o en la Revolución Ciudadana en los primeros años del correato.
Guillermo Lasso es otro outsider, aunque antes de triunfar en unas elecciones siempre estuvo cerca del Poder, ya que lo había intentado acceder a éste en varias ocasiones anteriores, pero siempre como abanderado de una agrupación política creada por él.

La tecnología aparece en el escenario
Una revolución similar se empezó a gestar a partir de la universalización de la llamada “revolución tecnológica” que trasciende a la forma de conectarse. Ahora el conocimiento es universal y puede acceder a él, quien esté dispuesto a apropiarse y a hacer uso de su inmenso Poder.

Las nuevas reglas del Poder
Las nuevas generaciones nacieron bajo su influencia y se apropiaron de esta nueva revolución. La forma de aprehender el tiempo y el espacio cambió, ahora ambas están al alcance de quien usarlos con apenas un clic y con ello la comprensión de velocidad también se modificó. Aparecieron el Internet, el Wikipedia, las redes sociales y estas nuevas herramientas dejaron obsoletas las concentraciones políticas, los debates y otras formas de acercarse a los votantes; ahora la imagen, la resiliencia, la capacidad de compartir con las masas son más importantes. Los zapatos rojos, los lentes inteligentes, las gafas blancas con lentes oscuros son más importantes que las ideas. La aplicación X, el Face book, el Tik tok, el Instagram, y tantas otras plataformas están en contacto a millones de posibles votantes con los que los candidatos pueden conectarse con mayor rapidez y con una sensación de una conversación personalizada.

Daniel Noboa no solo es un outsider, sino que forma parte de una nueva camada de jóvenes políticos que piensan diferente, sienten la política en forma diferente y actúan diferente; al menos así lo demostraron en la campaña electoral.
La conformación de su gabinete ministerial tiene un promedio de 40 años, incluyendo a una ministra de apenas 26 años nos está diciendo que ha llegado la hora de esta nueva generación.



Los temas de la política cambiaron
Los candidatos que no lograron los votos necesarios para pasar a la segunda vuelta electoral también pertenecen a esta nueva generación. Ellos también están inmersos en los nuevos temas que traen aparejados los nuevos tiempos: el feminismo, la inclusión de los grupos minoritarios como los LGBTQ, los grupos ecologistas, los pro-vida, los defensores del aborto, tienen cabida en el debate. Los segmentos poblacionales preteridos como los indígenas, los afrodescendientes también; ya no es importante la guerrilla, ahora es la narco violencia con su secuela de incertidumbre y muerte de inocentes y culpables, la destrucción de la paz y la confianza ciudadana, la salud, los subsidios, la economía basada únicamente en el extractivismo de los recursos naturales antes que su industrialización, etc. Es decir, el debate cambió. Temas tales como la economía y el comercio internacional que ahora es global, la distribución de la riqueza, que hasta hace poco definían la inclusión en la izquierda o la derecha del espectro político, si bien son importantes ya no son los únicos que circulan que lo hacen.

Los dinosaurios
Paradoja de los tiempos. Si bien en el 2006 Rafael Correa apareció como abanderado de lo nuevo, hoy día, es el representante de los viejos líderes, con un viejo monocorde discurso de intentar defenderse de los juicios incoados en su contra, antes que pensar en los temas del del país. No ha sido capaces de entender este nuevo escenario y por eso su presencia, si bien es importante, ya no logra seducir a los nuevos segmentos ciudadanos que conforman una mayoría de los votantes, y se ubican en un peligroso inmovilismo.
Mientras tanto los nuevos líderes lo comprendieron y por eso su presencia en el futuro político del país está asegurado.

Filósofos como Thomas Hobbes, el inglés representante del materialismo y del absolutismo político, así como el alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, representante del idealismo filosófico, coinciden en que lo que diferencia al ser humano del animal, no es el pensamiento, tampoco su capacidad de hablar, sino la necesidad de ser “reconocido” por otro ser humano como tal. En ese reconocimiento radica el desarrollo del pensamiento y de la realidad.
Pero, para lograr ese reconocimiento, los nuevos líderes deben entender que el mundo cambió y los cambios no son cosméticos, sino profundos; si no lo hacen pronto desaparecerán del escenario político del país.