Iconos de nuestra música: Marco Tulio Hidrobo Cevallos

Autor: Ramiro Ruiz R. | RS 87


Ramiro Ruiz en su profundo amor y conocimiento de los grandes creadores de la música del norte del país, nos trae un relato inolvidable de este gran músico y compositor Imbabureño.

Si llueve, guarda mi ropita
Nació en Cotacachi el 12 de mayo de 1906. Compositor, Director de Bandas y conjuntos. Hijo de Modesto Hidrobo y Rosa Cevallos. Se casó con Ernestina Ojeda. Su hijo Homero, fue el más deslumbrante guitarrista del Ecuador y América. Sus hermanos Armando y Germán, destacados compositores y ejecutores.

En Marco Tulio, la música fue congénita. Desde niño reveló su predilección y habilidad musical. Fabricaba flautas de carrizo y se extasiaba tocando. Era la admiración de los músicos mayores.

Sus estudios musicales los hizo de niño en la Banda Cantonal, donde recibió clases con el maestro Carlos Urcisinio Proaño, director de la Banda Cantonal. Desde esa edad componía piezas musicales, que las hacía arreglar con su maestro.

El musicólogo Segundo Luis Moreno se distinguió desde niño como ejecutante. Tocaba el flautín en la banda de Cotacachi y dominaba el cornetín. Su conocimiento práctico y talento artístico, naturalidad y elegancia, fueron el soporte de artística. Ejecutaba los instrumentos de banda. Compuso piezas de diferentes géneros como la danza, marchas, valses, pasodobles, pasillos, sanjuanitos. Después aprendió bandolín, violín y guitarra hasta lograr una ejecución admirable.
Se radicó en Quito e ingresó al Conservatorio Nacional de Música. Tuvo una brillante actuación en radio Quito, HCJB La Voz de los Andes, Radio Quito y otras radiodifusoras importantes. Dirigió a los grupos que iban a grabar música ecuatoriana. Fue director del conjunto “Los Nativos Andinos” con Bolívar Ortiz, Gonzalo de Veintimilla y Carlos Carrillo. Esta agrupación se consagró en el mundo musical ecuatoriano. Fundó la estudiantina “Ecuador”, conjunto instrumental. Dirigió algunas bandas militares, como de los batallones Carchi, Esmeraldas, Policía Nacional de Quito y bandas municipales de Ibarra y Guayaquil.

Marco Tulio Hidrobo es de los más destacados compositores, ejecutores y directores de música ecuatoriana. Dio un aporte excepcional en la producción y difusión de la música nacional.

Apacible y sereno, mereció siempre las consideraciones y el aprecio de sus amigos más humildes hasta intelectuales y artistas. Su personalidad, plena de suave sencillez, lo expresó en todos los actos de su vida.

En 1961, con motivo de la celebración del Centenario de Cotacachi, con la sensibilidad y la emoción de artista magistral, regresó a Cotacachi y organizó una orquesta unificada con músicos cotacacheños. La gente recuerda como un verdadero acontecimiento histórico y fue la última ofrenda de su hondo amor a su tierra.

Por sus virtudes artísticas y personales, Marco Tulio recibió diversas distinciones: En 1947 fue miembro del Jurado de Música Nacional, auspiciado por la firma Reed and Reed, productora de discos. En 1956 recibió la condecoración Medalla de Oro, en el Concurso de Bandas en Ibarra. Insignia Dorada, alta distinción otorgada por la Unión Nacional de Periodistas del Ecuador.
Grabó en discos de diversos sellos, pero muchas de sus excelentes composiciones no han sido suficientemente difundidas y valoradas; sin embargo, Marco Tulio Hidrobo pertenece a un lugar de privilegio en la historia de la música ecuatoriana.

Obra
Pasillos: Ensoñación, Eulalia, Al besar de un pétalo, Encargo que no se cumple, Canta cuando me ausente, Canto de mi alma, Matilde, Anhelo azul, Para tu amor, Por qué, Quién me diera, Negrita linda, Anoche estaba soñando, Si te comprendo, Margarita, Luz de Luna, La Catedral. Pasodobles: Tarde española, Edgar Puente, La última faena. Sanjuanitos: Vamos a casa, Toros de pueblo. Tonadas: Unita que otra, Lejos de mi guitarra, Sufro y lloro. Albazos: Solo por tu amor, Mi cholita, Triste vivo yo. Fox Incaico: Lágrimas ocultas, Corazón muerto. Chilena: Caray, Caramba, Cariucho. Valse: Corazón muerto, Esta vieja herida.

Así es la vida: unita que otra
Fusto Romero Baroja, (Locutor de Radio Cotacachi en 1960, inicios hasta el cierre), nos contó esta anécdota: El maestro Marco Tulio venía a la casa a conversar. El me ayudaba a contratar músicos para la programación de la Radio.

Un día fui a Quito con el dueño de Radio Cotacachi, el Padre Raúl Arturo, párroco de San Francisco de Cotacachi. El padre me entregó un poco de plata para invitarles a tomar un trago. El se quedó esperándome en el carro. Yo entré a la tienda “Don Angelito”, en el barrio la Tola. Esa tarde estuvieron el maestro Marco Tulio, Segundo Guaña, el famoso flautista Arturo Mena; el compositor Marco Mendoza. El grupo de músicos reconocidos en el país y el extranjero, le decían al maestro Marco Tulio “Papá”.

Yo le pedí que por favor nos ayude a hacer un programa especial por el aniversario de Radio Cotacachi. Marco Tulio se quedó entusiasmado y les dijo a sus amigos: “Viene a vernos para tocar en Cotacachi, que maravilla, pero antes, tomemos unita que otra”.

Para qué vamos a Cotacachi, si los chagras son mejores músicos que nosotros – contestó Segundo Guaña, en tono de broma.

(En ese encuentro nació la idea de formar un grupo de música con el nombre “Los Chagras”: Guillermo y Rodrigo Grijalva en las trompetas; Gilberto Proaño, en el piano; Marco Proaño en el Acordeón; Pedro Proaño y yo en las guitarras).

El reconocimiento de maestros
Marco Tulio organizó una orquesta con 24 músicos cotacacheños. Se presentaron en el teatro de las Religiosas Franciscanas. El maestro Reinaldo Chávez estuvo sentado en primera fila como Jefe Político del Cantón acompañado del Presidente del Municipio y otras autoridades.

El maestro de ceremonias informó el programa musical de la celebración del aniversario de Radio Cotacachi. Presentó a la orquesta y a su director. Don Reinaldo Chávez, se acercó donde el Maestro Marco Tulio Hidrobo le dijo con una inclinación: “Le felicito maestro usted es un digno y privilegiado músico que nos honra a todos los cotacacheños y ecuatorianos”.

Usted don Reinaldo, es nuestro maestro y soy su discípulo.

Comenzó a dirigir la orquesta. Había compuesto para esa velada: El sanjuanito “Tundas de Cuicocha”, el pasillo “Ensoñación”.
Así era de humilde el prestigioso maestro Marco Tulio Hidrobo Cevallos.

Margarita Hidrobo, hija del maestro confirma la causa de esta pequeña historia: Parece que el maestro Reinaldo Chávez tenía algún encono con mi papá. Tenía celos de músico. Eran distanciados con los Proaño, sólo por los celos de música.

Ante todo, humilde
En uno de los innumerables encuentros, Jorge Proaño Almeida, le pidió:

Oiga, maestro Marco Tulio, usted que es hombre creyente en Dios, ¿por qué no le hace una composición a Jesús?
Yo no soy digno de amarrarle las sandalias a mi Señor.

Una jalada de orejas
La esposa se sentía cansada, Marco Tulio muchas noches regresaba a la casa tomado los tragos. No podía aguantar ni un día más esa clase de vida. Recogió la ropa de su marido y le puso en una maleta. Todavía no había llegado Marco Tulio. En la madrugada entró a la casa y Ernestina le salió al paso y le dijo:

Tu ropa ya está en esa maleta y no vuelvas.

Marco Tulio se dispuso a salir, pero regresó y le contestó a su mujer.

Mi hijita, antes de irme, te voy a pedir un favor: Si llueve guarda mi ropita.

¿Cómo remediaba los enojos de Ernestina? Con una, dos o muchas serenatas.

El divorcio
Mi mamá se divorció, cuenta su hija Margarita. Ella se separó y fue a vivir donde sus papás. Llegaba mi papá con la serenata y sus padres protestaban y le reclamaban: “Entonces a qué vienes”.

¿Por qué le iba a dar serenatas a su esposa?, se pregunta su hija Margarita. La respuesta es obvia: Le amaba. Los dos se amaban inmensamente. ¿Cuánto tiempo duró le divorcio? Seis meses. ¡Pero de qué separación sufrían!, en esos meses se encontraban. Entre ellos nunca se fue el amor. La inspiración de la música de Marco Tulio fue siempre su esposa Ernestina.

El albazo “Mi cholita”, muchos dicen que mi padre le escribió a mi abuelita. No, fue para mi mamá. Ella fue quien compartió cada día de la vida. Sufrió. Pero el amor lo perdonaba todo.

El pasillo “Al besar un pétalo”, es una maravilla. La música escribió mi padre. Pero no estoy segura. Alguna vez le pregunté a Luis Alberto Valencia (del dúo Benítez y Valencia). Me hizo una evasiva. Le dije: ¿Usted le escribió la letra del pasillo “Al besar un pétalo”? Me respondió. Algún momento conversamos. Nunca llegó ese momento.

Le guardo un pasillo que se llama Canción azul. Es el etilo clásico de los pasillos de mi papá.

El carácter se hereda; y lo que se hereda, no se hurta

Muay amable y cordial. Amoroso a sus hijos. “A mi mamá no de decía mi hijita, tampoco mi amor; le decía Ternita (Ernestina)”.

“A los hijos nos corregía con amor. Solamente a mi hermano mayor, Marco, vi que le dio un correazo. Parece que se fugó del colegio. Marco era parecido a mi abuelita Rosita. Ella era alta, pálida, de ojos claros. Por ella nació la música en sus hijos. Le decían vientre de conservatorio”.

Los nietos
“De mi padre, nació músico, Homero. De Homero su hijo Cristian es saxofonista. De Germán, Edgar es un músico magistral, así como Mario, Teresa, Juanita, María y el hijo de Edgar, Dany, un maestro completo. De Armando, ningún hijo. De mi tía Juanita también son músicos sus hijos Marco y Milton. Todos ellos forman una dinastía de músicos”.

“Mi papá tenía múltiples trabajos. Pero la música fue el principal. Era director de programas de la Radio Quito. Trabajó en la radio HCJB, en RCA Víctor, era arreglista. Si por los arreglos habría regalías, mi papá y mi hermano Homero hubieran sido millonarios. Los arreglos de Homero con los Brillantes, Los Latinos del Ande. No ha habido un cuarteto de guitarras como ese”.

“El sitio predilecto de mi papá era la tienda “Don Angelito”. Ese fue el centro de los artistas de Quito. Ahí tomaban los tragos. Se reunían los mejores músicos. En su tiempo fue también la “Cueva del Oso”. “Don Angelito” era en la Tola, en las calles León y Olmedo. Apenas era una tienda y detrás la cantina”.

“Me llevaba como a un llavero. Nos encontramos con alguien de Cotacachi. Profesor qué gusto de saludare, que bien que le veo. Mi padre era muy cariñoso. Hijito, como está. Y el señor me cogió la barbilla y me dijo: ¿La ultimita? Si la ultimita, mi chucita. Por supuesto, me faltan datos de la provincia”.

“Le conversé a mi hermano Homero: Sabes que papá se encontró con una persona de Cotacachi y le dijo que yo era la última hija. Pero también dijo que le faltaban datos de la provincia. Homero me hizo repetir la conversación con mamá. Y ella con mucha clama dijo: Ya vez, cualquier rato ha de aparecer el dato de la provincia. La verdad es que nunca supimos de algún hermano”.

Humilde
Si alguna persona se hubiera interesado por cobrar los arreglos de la música, habría sido de posibilidades económicas. Alguien le decía:

Maestro, tengo en la cabeza esta cancioncita.

A ver mi hijito-. Comenzaba a silbar la canción y mi papá escribía en ese momento. Enseguida tocaba en la guitarra. Otras veces le entregaban las canciones y escribía los arreglos. No era difícil. La mayoría de los albazos de César Baquero escribió mi papá.

No se ha escrito la vida de Marco Tulio. En el libro “Quién es quién en Quito”, hay una referencia a mi padre. Ese libro llegó a mis manos en 1975. Eran tres tomos de todos los personajes de Quito. A mi padre le consideraban quiteño. El libro refiere que Marco Tulio es de la provincia de Imbabura, de Cotacachi. Le dio esplendor a la música nacional, especialmente al pasillo.

Líquer Sánchez, contrabajista de la Orquesta Sinfónica Nacional, afirmaba que le dio un realce extraordinario al pasillo. Cuando le entregaron una condecoración de la UNP a mi padre, Líquer afirmó que la vistió de frac al pasillo. En el pasillo ecuatoriano hay un antes y un después. Le dio un estilo clásico y dejó de ser canción de baile.