Fin de una época




La historia humana nos permite, adoptando la debida perspectiva, observar y anotar como, por las
fluctuaciones de varios indicadores, se modifican, unas veces muy rápido, otras más lentamente, las
tendencias que, por su duración y permanencia, parecerían eternas e inmutables. La realidad nos
demuestra que la única constante en la historia, es el cambio.

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La profundidad filosófica de Heráclito de Efeso, en el siglo V AC, nada menos, ya postula, desde la filosofía, esta realidad, en contraste con otros pensadores, que postulaban lo opuesto, la inmutabilidad de un orden así definido desde siempre, una noción jerárquica de amplia aplicación en el mundo, como argumento para la estratificación de la sociedad a perpetuidad. Un ejemplo claro de tal concepto, se mantuvo vigente al interior de la sociedad hindú, hasta bien entrado el siglo XX, durante 3500 años. Fue sin duda la concepción que consolidaría el absolutismo en el ejercicio del poder a lo largo de buena parte de la historia humana, y que, pese al desarrollo de la filosofía política en el tiempo, se mantiene aún como factor decisivo en las diversas autocracias del mundo.

Bloqueo al progreso
Posiblemente, la persistencia casi universal de esta visión, ha determinado la lentitud de los cambios en todos los ámbitos, pues la misma idea del cambio era subversiva, y no muy bien vista, ni por los grupos de poder, monarcas, nobles y altos cargos militares, ni por un clero interesado en mantener, para su beneficio, el monopolio del conocimiento.

No debe sorprender que sea en la civilización griega, proclive desde sus inicios a especular alrededor de la razón, en la que se desarrolla el primer experimento democrático, sea donde las ciencias, la lógica y el pensamiento racional, saquen su carta de naturalización.

Con todo y su lentitud, los cambios se dan en diversos momentos, y algunos de éstos son de tal significación, que determinan cambios de época.

De la caza al cultivo
Sin duda, la adopción generalizada de la agricultura, marca un decisivo cambio de época en la historia humana, al pasar del nomadismo y la incertidumbre de la cacería y la recolección, a la relativa certeza de las cosechas. En unos 3000 años, este cambio de época se ha concretado, volviéndose una circunstancia universal. Otro cambio decisivo será el propiciado por la urbanización, el paso de lo rural a la ciudad, definiendo a ésta como el espacio de la cultura y la civilización, donde se desarrollará la ciencia y la técnica.

La metalurgia dará fin a la prolongadísima edad de la piedra, pasando primero a la del bronce y luego a la del hierro. Así, de la mano de las tecnologías, los cambios de época se van sucediendo en el tiempo.

Las estructuras cambian
Conforme esos cambios suceden, también se dan ascensos y descensos de las estructuras políticas que se desarrollan, inicialmente a distancia entre sí, a las que conocemos como ciudades-estado primero, y como Imperios, a medida que su complejidad y extensión crece y se expande. La Mesopotamia es escenario de las primeras civilizaciones, de sumerios, acadios y caldeos, con similares ocurrencias posteriores en Egipto, el valle del Indo, en China, a orillas del Yang Tze y el Hoang Ho, y en Perú, en Caral al norte de la actual Lima.

Armas y Leyes
La época del Imperio Asirio culminará con el ascenso del Babilónico, que reemplaza el imperialismo militar asirio, por la legitimidad jurídica y religiosa emanadas del código de Hammurabi. Paulatinamente, el componente político se vuelve significativo para definir los cambios de época. Macedonios y romanos desarrollan nuevas tecnologías militares, ya no en torno a algún nuevo material, sino a concepciones tácticas más eficientes, que dan origen a la era helénica, y a la Romana más adelante. Este proceso se reproduce en otras culturas, siendo muy destacable lo que ocurre en China, durante los mismos años en que están produciéndose los desarrollos de Grecia y Roma. Entre el 600 AC y el 220 AC, se producen en China una serie de conflictos, en el período que será conocido como el de “los reinos contendientes”, de grandes penas e inestabilidad para la población china, que ya para esa época, era la mayor del mundo.

El “Primer Emperador”
En 220 AC, finalmente emerge una figura que logra imponerse militar y políticamente sobre los diversos reinos, y unifica bajo su voluntad al país. Se trata de Shi Huangdi, que adopta el nombre de “Primer Emperador”, como los futuros emperadores chinos se harán llamar, hasta 1911, cuando desaparece la monarquía, y China se proclama república. Shi, como la casi totalidad de los autócratas, decide que la historia empieza con el.

Ordena borrar toda la historia china anterior a el, destruyendo todo libro que no sea de ciertas ciencias. China se inicia con él, que une las murallas existentes, de las ciudades conquistadas por todo el país con tramos de nuevas murallas, dando forma a lo que será la Gran Muralla China, de valor militar muy relativo, pero de trascendental importancia para el desarrollo de la identidad de una nación, casi 1500 años antes de que la ocurrencia de algo similar en Europa. Para la población que habita al interior de la Muralla, ellos son lo Qin, el nombre que adopta Shi Huangdi para su dinastía, y del que se origina el del país, China. Pero Shi no se queda solo en eso, pues impone y unifica el uso de los ideogramas y del chino mandarín como idioma oficial para toda la administración y los contratos públicos o privados, así como la unificación de pesos y medidas en el país, y la eliminación de las aduanas internas.

Como se puede ver, y a contramano de muchos de sus imitadores, Shi, a su particular manera, si refunda China, permaneciendo espléndido en la memoria nacional como Primer Emperador por excelencia, pese a los cientos de miles de trabajadores chinos muertos y enterrados en la Gran Muralla, como eternos defensores de la China, que serán imitados, en el complejo funerario de Shi, por los millares de soldados de terracota, encargados de velar por el, por toda la eternidad.

Permanencia Imperial
Doscientos años antes de que la República Romana se transforme en Imperio, China lo es ya, y seguirá siéndolo, como la principal potencia económica y demográfica del mundo, durante al menos 1000 años más, a pesar de temporales conquistas bárbaras, a las que, en poco tiempo, ha digerido y las ha domesticado, volviendo a los conquistadores en chinos fervorosos.

La gran Era Romana dura 3 siglos y medio, la de los Califatos Árabes otros 300, la Era Inca o la Azteca, que no llegan a los 100 años, muy lejos están del poder y continuidad que hasta el 1500 DC, mantiene el Imperio Chino. Si no operáramos bajo las categorías de análisis y la óptica de las culturas occidentales, ése período entre el año 450 DC y el 1500, sería identificado como la Era de China.

Vuelven las tecnologías
Esto cambiará decisivamente cuando de nuevo la tecnología regresa con fuerza para cambiar el pausado ritmo establecido desde la edad del hierro. Portugal y España deciden buscar su futuro en el mar, dando inicio a la llamada Era de los Descubrimientos, inscrita dentro de la revolución mental que precipita el Renacimiento, que se extenderá hacia el pensamiento racional, y finalmente científico, que precipitará a su vez la revolución tecnológica, expresada en la industrialización de la producción.

El primer producto industrial
Es ilustrativo, valga el término, constatar que el primer producto industrial que aparece en Europa, es el libro impreso, por la adaptación brillante del impresor alemán Johannes Gutenberg, de una tecnología desarrollada siglos antes en China.Que sea el libro lo que primero se produce masivamente en Europa, es heraldo de la revolución del pensamiento que proyectará al mundo Occidental, ya no en las escalas regionales de las épocas históricas previas, sino en una global, pues, a los descubrimientos portugueses de las rutas a las especias, circunvalando el Africa y navegando el Océano Índico hasta la India y las Molucas, se une el descubrimiento de las Américas, literalmente, un Nuevo Mundo, con el que se descartan las creencias medievales de la geografía tolemaica.

La dinámica que se desata con estas revoluciones, que luego se potenciarán con la Ilustración y la liberación de las fuerzas productivas nacidas desde la libertad y la seguridad de la propiedad material e intelectual, origina la superioridad abrumadora en lo económico, industrial y militar, de ese mundo Occidental, durante los siguientes 4 siglos, hasta finales del siglo XX.

Sin temor a equivocarnos, podemos hablar de una Época Europea o Atlántica, durante la cual el dominio Occidental es incontrastable. De hecho, los principales conflictos que se producen en esta Época, se dan entre las varias potencias europeas, en sus diversos momentos hegemónicos. La única excepción significativa a esta realidad, se da con Japón, que enfrenta y derrota decisivamente a una gran potencia europea, la Rusia zarista, en el año 1904, para casi 40 años después, retar a la primera potencia mundial, enfrentándola durante cuatro años y medio de dura lucha.

Suicidio colectivo
Esta hegemonía Occidental empezó a resquebrajarse a lo largo del siglo XX, con las dos Guerras Mundiales, extensos conflictos, una suerte de suicidio colectivo, que minaron la posición e imagen de Occidente en el resto del mundo. El agotamiento del modelo colonial, con el abandono obligado de países que habían estado sometidos durante mucho tiempo a regímenes opresivos de explotación y abuso, tampoco contribuyó a mantener una buena relación, por los resentimientos y las heridas dejados. Hacia finales del siglo XX, se produce la disolución del Imperio Sovietico, el último de los Imperios Europeos en caer, para ver en pocos años el resurgimiento del imperialismo Ruso.

Declive sostenido
Mientras esto sucedía en Europa, China, que, a partir del año 1500, cuando representaba al menos el 40% de la economía y el comercio mundial, había experimentado, por muchas razones un sostenido declive en su presencia e importancia en el mundo, en un aislamiento que la alejó de los avances tecnológicos y científicos, cuando China había sido un motor fundamental en esos ámbitos, había tocado fondo hacia 1974, cuando representaba algo menos del 4% de la economía mundial.

Las causas finales de semejante caída fueron fundamentalmente los dogmatismos ideológicos de Mao y su círculo de poder, que condujeron al país a una hambruna terrible a finales de los años 50 del pasado siglo, para a continuación embarcarse en la absurda aventura de la Revolución Cultural. China cayó en una parálisis y hasta retroceso en su desarrollo.

Que el gato cace ratones
Cuando Deng Xiaoping se hace cargo del gobierno, adopta inmediatamente una actitud y visión pragmática, con su famosa frase de que a el no le interesa si el gato es blanco o negro, sino que cace ratones, y se enfrenta a los radicales del Partido, imponiendo una política de apertura hacia los inversionistas que trajeran sus capitales y tecnologías para impulsar el progreso del país, aprovechando sus enormes recursos humanos, seguridad jurídica de inversiones, y la garantía de una absoluta estabilidad laboral, sin huelgas ni paros de ninguna especie, y con unos costos laborales sumamente bajos. Su invitación dio lugar a una caudalosa respuesta empresarial, con un explosivo crecimiento de la economía china. Similares procesos, tal vez no tan exitosos, pero igual de significativos, se han producido en otros países de la región, como Filipinas, Vietnam y sobre todo, la India, que se han convertido en ejes manufactureros de dimensión global.

Nuevo cambio de época
Podemos hablar de que, en este momento, asistimos a otro Cambio de Época, que girará en torno al comercio en la zona del Indo-Pacífico, donde se concentra más del 50% de la población mundial. China, con sus políticas comerciales de la Ruta y la Franja, es el centro y el eje de esa nueva era, siempre y cuando logre una convivencia con la otra gran potencia económica, los Estados Unidos, cuyos intereses en la zona son muy considerables también, en lo económico y lo estratégico. El ejercicio de la diplomacia y las buenas relaciones internacionales, permitirá un desarrollo pacifico hacia esa nueva época, signada por el peso demográfico de la región.

Encuentro en San Francisco. 11/16/23
La visita del premier Xi Jingpin a los Estados Unidos, y su encuentro con el presidente Joe Biden, adquiere una importancia y significado enormes, tras el muy largo período de tensión que se ha mantenido entre las dos economías más poderosas del mundo, sobre múltiples, y a momentos ásperas diferencias, no tan sólo económicas, entre las dos potencias. El tono de Xi ha sido bastante más conciliador que la retórica a la que nos acostumbrara durante el último período.

Reunión con la empresa
Posiblemente el mensaje más importante que el premier Xi envió en su visita, fue su reunión con destacados ejecutivos americanos, de las mas importantes empresas del país, ante los cuales expresó sus deseos de restablecer un clima de cooperación comercial, en lugar de la vigente confrontación. Expresamente, llamó a superar la política comercial, a la que llamó “de suma cero”, que ha imperado por los últimos años.

Simbólica selección
El hecho mismo del sitio escogido para este encuentro, la ciudad de San Francisco, tiene un claro simbolismo y significado, orientada cómo está la ciudad, al Océano Pacífico, el escenario previsto para el desarrollo de la economía mundial, por muchos años por venir. San Francisco además fue la puerta de ingreso de una gran migración china durante la segunda mitad del siglo XIX, durante la llamada “fiebre del oro” en California, durante la cual se diera el desarrollo ferroviario más espectacular en la historia de Estados Unidos, con las líneas Interoceánicas que unieron la costa este del país, con California. La mano de obra china fue fundamental para esa monumental obra, y la huella y presencia china en San Francisco se ha mantenido, en la llamada Chinatown, con sus tradicionales festejos del Año Nuevo, su gastronomía, y sus comercios.

Referencias interesantes
Xi hizo además una referencia, curiosa por lo demás, a una unidad aérea norteamericana, los llamados “Tigres Voladores”, que durante la II Guerra Mundial, combatieran en China, enfrentando al Japón Imperial, que ocupaba parte del país. En medio de las tensiones que se han dado recientemente, aviones de combate chinos acercándose peligrosamente a unidades aéreas americanas, y protestas de China por el tránsito de buques de la Armada norteamericana por el estrecho de Formosa, aguas internacionales para todo el mundo, la mención de ésta unidad y su presencia como aliados en la guerra, constituye un mensaje por demás interesante, ante la insistencia del gobierno americano por el establecimiento de canales permanentes de comunicación, entre las fuerzas armadas respectivas, para prevenir que incidentes menores que puedan suscitarse, pasen a mayores. El recuerdo que hace Xi, de esa antigua colaboración, resulta sugestivo.

Dejar el globo atrás
A 10 meses del incidente del globo chino que se detectó sobre el espacio aéreo de los Estados Unidos, y que atravesó todo el país de oriente a occidente, hasta que fuera derribado sobre el Atlántico por un caza, esta mención adquiere relevancia, pues establecer canales de comunicación, justamente está buscando prevenir el tipo de escalada que se suscitó con el incidente, y que descarriló las reuniones que se habían programado entre el Secretario de Estado Anthony Blinken, y sus contrapartes chinos, que debían haber tratado, hace casi un año, parte de la agenda que ahora tocan los dos mandatarios.

También se refirió al tiempo qué pasó, hace ya cuatro décadas, en Estados Unidos, junto a una familia americana que lo recibió en el estado de Iowa, en un intercambio que hoy propone revertir, invitando, durante los cinco años siguientes, a 100 mil estudiantes americanos, con becas de estudio para que puedan conocer China, su cultura y valores.

Retomar el pragmatismo
Los pasos y el tono de la reunión, marcan sin duda también una postura más pragmática y desideologizada, del premier Xi, enfrentado a unas realidades económicas que hace un año no se percibían tan complejas, pensándose, al interior del régimen, que la reapertura de la economía tras la pandemia, significaría una muy potente expansión de la economía, algo que estuvo lejos de suceder.

El impacto del COVID sobre los ahorros de la población, al no recibir apoyos y subsidios por la brusca paralización de la economía, ha provocado una gran contracción de la demanda interna, con sus lógicas consecuencias.

Alinear el dicho al hecho
Sinembargo, los últimos meses han mostrado en China, al empresariado mundial, un muy diferente rostro del que Xi hoy muestra en San Francisco, el rostro de un duro régimen autoritario, hosco hacia los ejecutivos de empresas internacionales, americanas varias de ellas, encarcelados por nebulosas acusaciones por presuntas acciones contra la “seguridad nacional”, en un entorno legal absolutamente opaco, carente de cualquier atisbo de independencia, sometido y a las órdenes del poder y del Partido. Realizar un negocio o inversión en un ambiente hostil y agresivo, rodeado de incertidumbres, no ya solo por las inversiones económicas, sino por la seguridad personal, resulta poco atractivo.

Ese factor que Deng Xiaoping tan hábilmente proyectara, el de un ambiente amigable para los negocios, y seguro para los inversionistas extranjeros, se ha visto muy venido a menos por la cada vez más arrogante presencia del Partido, como factótum y juez inapelable, en todo asunto, con procedimientos totalmente opacos, tanto en el plano político, con las súbitas “desapariciones” de funcionarios del más alto nivel, como en el económico, donde algo similar sucede con algunos de los más destacados empresarios chinos, a los que se los deja de ver por meses, sujetos a unas investigaciones misteriosas, que culminan con frecuencia en multas confiscatorias o en pasar al control total del Partido. Este es, sin duda, el escenario más propicio para que la tan perseguida corrupción, según el régimen, campee a sus anchas. Discrecionalidad y opacidad son hoy por hoy obstáculos graves para recuperar los niveles de inversión de capital extranjero, que reflejan este año una caída a niveles inferiores a los de 1998.

Construir confianza demanda un esfuerzo de mucho tiempo. Destruirla es cuestión de muy pocos días. Ahí está la tarea del premier Xi, meter en cintura a los ideologizados ultras del Partido.