El silencio habla

Autor: Yohanna Piedra Costales| RS 86


El silencio es la magia del pensar
tener siempre la mente ocupada
y saber realmente dilucidar
MARGARITA DIMARTINO DE PAOLI

El silencio permite gritar,hablar, reflexionar, confluir todo en el esfuerzo del pensamiento. Según, Heidegger es la máxima expresión de la palabra y la aproximación de acercamiento al ser interior.

También el escuchar es un asunto fundamental, ya que pensar es escuchar desde dentro, la escucha pensante, cuyo trasfondo es el silencio. De ahí, su insistencia en que deben darse las condiciones existenciales de hablar y oír para comprender.

El silencio y la sonrisa son dos armas muy poderosas, la sonrisa resuelve problemas y el silencio los evita. El filósofo Picard publicó El mundo del silencio, una obra que es una mezcla de filosofía y poesía, en la que aborda el silencio desde múltiples facetas. Entre estas, considera el silencio como un fenómeno absoluto, como el origen de la palabra.
En cuanto esto último, dice: “La palabra vino del silencio, de la plenitud del silencio. Pero el silencio que precedió a la palabra es el signo de la actividad del espíritu creador: extrae la palabra de la entraña materna del silencio”.

Afirma, también, que “Cuando dos personas conversan entre sí, siempre está allí un tercero: el silencio que escucha”, lo cual hace del silencio un interlocutor. Además, es reveladora la afirmación de Picard, al agregar que “El silencio puede existir sin la palabra, pero no la palabra sin el silencio”, lo que le otorga a su pensamiento un matiz místico. Su preocupación es ver cómo la palabra experimenta en la modernidad un grave deterioro, causado por la abundancia y la desconexión con el silencio del cual proviene.

DESDE LA PSIQUIATRÍA

Corbella propone “la necesidad de afrontar el silencio, un silencio como capacidad de descontaminarse de los estímulos ambientales y de escuchar los que germinan en el interior de cada uno” de manera que se dé el encuentro con uno mismo. Por eso, dice:

El silencio como una forma más de vida, como una circunstancia vital indispensable para un adecuado encuentro personal y para permitir la posibilidad de desarrollar, con un menor grado de angustia, una vida presente y futura en la cual el individuo tenga una valoración por sí mismo y la búsqueda del ser, la del hacer con una seña de identidad que personalice e individualice.

En definitiva, Corbella hace énfasis en el aislamiento del mundanal ruido para que el ser humano se recupere como persona.

El silencio es el trabajo duro y el éxito será el ruido

El silencio es una aspiración que el ser humano se traza en la perspectiva de construir su propio desarrollo humano.

Las nuevas generaciones han sido educadas en el horror al silencio y muchos jóvenes son incapaces de concentrarse en una tarea sin tener ruido continuo que para ellos es música.

Nótese en esto último, la fuerza con que los medios de comunicación y las redes sociales han influido en la psiquis de la infancia y la juventud, creando una cultura del ruido.

Es una preocupación la sobreabundancia de palabras, de mensajes propositivos y proyectivos en la actualidad, asunto que impide la instalación de la persona en su presente, esto es, en la dimensión de su estar.
Por esto, no es nuevo decir que en nuestra sociedad se idolatra el discurso.

Hay mucha palabra y poca escucha Desde la pedagogía
Se considera que “el silencio es el gran ausente de los procesos educativos” y que el estudiante en el aula aprende gramática, “pero no aprende a callar ni a compartir la experiencia silente con sus compañeros” Esto deja ver el malestar que se vive actualmente en la escuela del ruido. Recientemente ha dado a conocer la profunda crisis de la escuela, resultado de equivocadas interpretaciones de la libertad y de las normas que regulan la convivencia en las escuelas, hasta tener un sistema educativo que raya en el delirio, pues en el aula de clase se “eliminó todo sentido de disciplina, orden y esfuerzo personal”. Bajo este estatuto, el maestro es aniquilado en su función de constructor social, pero, irónicamente, también se desvaneció la función recreativa del estudiante.

Tal estado de cosas, reclama la presencia de un mediador: el silencio activo, como generador de participación y promotor de una ética de la comunicación pedagógica que haga posible el reencuentro de los sujetos educativos con su cultura. Desde una orientación del crecimiento espiritual, por ejemplo en los ejercicios espirituales ignacianos, se considera: hacer silencio exterior para poder hacer silencio interior y escuchar la voz de Dios.

El silencio y la prudencia caminan despacio pero llegan siempre.