Drogas: Remolino diabólico y su legalización

Autor:Manuel Castro M. | RS 65



ATRACCIÓN NO OCULTABLE
El narcotráfico ha sido calificado como un “remolino diabólico” porque atrae con la increíble fuerza por la abundancia del dinero fácil, no solo a pobres, jóvenes, desempleados, sino a gobernantes, políticos, jueces, militares, policías, que se supone son los guardianes de la ética, el bien común, la justicia, la seguridad y la soberanía. Además tal “negocio” ha traspasado fronteras y existen los denominados “carteles” que parece superan a las grandes transnacionales, pero con el aditamento que destruyen la salud y moral ciudadanas, crean adicciones, destrozan vida jóvenes, corroen el sistema democrático e implantan el terror mediante la violencia para seguir con su “negocio”, en medio de la ineficiencia de controlarlo y de la impunidad que obtienen mediante pagos a corruptas autoridades o la intimidación y amenazas criminales que hacen temblar -el miedo es tan humano- a dichas autoridades. Finalmente: quien cae en sus redes ya su vida no será igual que antes pues ha terminado en una “selva peligrosa” como ha sido calificado el ambiente del narcotráfico.
FICCIÓN TOMADA DE HECHOS CIERTOS: EL PADRINO
Hoy no es de actualidad ver tal vez la película “El Manto sagrado” o la “Vida de Cristo”, ya sea realizada por un devoto cineasta o por un agnóstico Passolini, sino ver dos o tres veces la superproducción “EL PADRINO” 1 y 2, considerada la mejor película de todos los tiempos (Hasta mejor que la Guerra de las Estrellas o el Ciudadano Kane), basada en una novela Mario Puzo, traducida a treinta idiomas, “Novela con magníficas calidades” como la califica Hernán Rodríguez Castelo, quien sí ha leído los libros que comenta, obra que se la cita cien veces más que “El Quijote”, la “Ilíada (que no es precisamente un romántico idilio, sino de un crucero, cuyo capitán es Ulises el héroe de esta epopeya), la “Eneida” (que no tiene relación con el “popular dúo de Benitín y Eneas), o con las comedias y tragedias de Shakespeare (Romeo y Julieta, Hamlet, Macbeth.)



La película-novela es la vida doméstica y mafiosa de Vito Corleone, Don Vito, el jefe, el verdadero padrino, el capo más respetado de Nueva York, déspota benevolente, inteligente y fiel a los principios de honor y amistad, implacable con sus rivales, padre amoroso, inmejorable abuelo, atento esposo, exitoso criminal, rodeado de sabrosos espaghettis, damas y esposas obedientes y maternales, ternuras y nostalgias, venganzas criminales por atentar contra el “honor” de la familia, luchas sin cuartel y sin medida por el territorio de las diversas familias mafiosas que llevan a cabo ejecuciones “necesarias” ante la impunidad y paga a jueces, fiscales y policías. Sin embargo, lo triste es que tal película y novela se convierte en una motivación a la violencia y al triunfo por cualquier medio; consciente o inconscientemente deslumbra y se aplaude el éxito de los “malos” que saben hacer dinero, tienen contenta a su familia, poder que todos ansían, y les lleva a admitir que el crimen sí rinde, más allá de la ética o de la ley. En nuestra pequeña mafia es: “Roba, pero roba bien”, dicho de una asambleísta; o “Es legítimo que un alcalde lleve a su bolsillo el 25% de los contratos municipales”, dicho por un burgomaestre recién elegido.

REALIDAD: LA LEY SECA EN ESTADOS UNIDOS
La Ley Seca, entendida como la prohibición de beber bebidas alcohólicas, estuvo vigente en los Estados Unidos entre el 17 de enero de 1920 y el 6 de enero de 1933. Consideraba ilegal la fabricación, importación, distribución y venta de bebidas alcohólicas. La Ley Seca tiene su origen en la Inglaterra del siglo XVIII donde se daban importantes problemas de alcoholismo. En Estados Unidos se argumentaba que el consumo de alcohol provocaba pobreza en las masas, enfermedades varias, violencia familiar, demencia, y estimulaba la delincuencia.
Severos analistas consideraron que las principales consecuencias de la aplicación de la ley seca fueron las siguientes: “La disminución del consumo de bebidas alcohólicas. La proliferación de mercados negros de fabricación e importación de bebidas y alcohólicas”, actividades ilegales que fueron administradas por distintas mafias, como las regentadas por Al Capone o Lucky Luciano, organizaciones que alcanzaron grandes fortunas y que estuvieron en posición de sobornar a funcionarios, policías y jueces. En general aumentaron los delitos (trata de personas, juego clandestino, protecciones (vacunas), violencia por bandas armadas que luchaban entre sí por el control del tráfico de alcohol. Aumentó el número de reclusos y el presupuesto del gobierno federal para la lucha contra el crimen organizado. Parece una xerocopia de lo que sucede en la actualidad con el narcotráfico y sus delitos derivados: sicariato, poder político, sobornos a las autoridades, fin de la ética y del trabajo honrado.
En Estados Unidos en 1930 los ciudadanos comenzaron a pensar que había sido peor el remedio que la enfermedad. Así que en un inició se legalizó la venta de vino y cerveza; fue derogada en 1931 y oficialmente en 1933, con la XXI Enmienda de la Constitución norteamericana.
AMÉRICA LATINA Y EL NARCOTRÁFICO
Varios países de Latinoamérica están asediados por los traficantes de drogas, sustancias estupefacientes y psicotrópicas, tanto en su producción como en su distribución. El negocio es demasiado bueno, para obtener negociaciones, su renuncia a cambio de nada o apenas de impunidad legal no es suficiente. Aparte de los problemas de salud y adicción existe un entramado con el crimen común organizado. Hechos indetenibles, que apenas se pueden disminuir, con severas acciones policiales y militares de control, cuando cunde el desempleo, la pobreza y la falta de educación ética en los jóvenes.
Es cierto, como sostiene Martín Pallares: “esas mafias no quieren Estados con justicia independiente ni sociedades deliberantes: quieren impunidad y control. La crisis política en el Ecuador es una muestra.”, Venezuela es un narcoestado. Varios Estados en México ya son gobernados por narcos. La otra verdad es que la guerra contra el narcotráfico ha fracasado. Es momento de legalizar la producción, tránsito y consumo de tales drogas. La tarea no es fácil: es indispensable un acuerdo regional o continental, reformas constitucionales y legales. El gran óbice es la división que existe entre los países de América Latina, algunos porque tienen propios intereses y sistemas antidemocráticos: como Venezuela, Nicaragua, Cuba; otros por ingenuidad o demagogia, como la Colombia de Petro (negociar con las mafias, ni que estuvieran locas para dejar el gran negocio); en México, AMLO, tiene temor a las mafias, carteles y laboratorios; “abrazos y no balazos” su proclama, ha terminado en un gran fiasco. Estados Unido, el mayor consumidor, tiene traficantes propios que participan del negocio. En el caso de la legalización, cada país deberá tener un programa de prevención para el uso de estupefacientes o substancias psicotrópicas y otras artificiales nocivas para la salud y el desarrollo, hospitales para adictos, programas de educación para la niñez y juventud. Tarea de titanes, pero no imposible sino se “quiere perder a Latinoamérica”, como afirma M. Pallares. Las dificultades con tropiezos ha sido la eterna lucha del hombre para mejorar las sociedades. “El futuro importa más que el presente”, como escribe Montaigne. Completaría: No contentarnos con lo que sucede al momento sino emprender en esta innegable posibilidad.