Mujer Militar: Es la hora del relevo generacional femenino

Autor: Dra. Rosita Chacón Castro, Msc. | RS 56

La presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas, como oficial y personal de tropa de Arma, Técnicos, Servicios y Especialistas (como actualmente se conoce), data de muchos años atrás y hoy brevemente recordaremos la “impronta femenina”, como una forma de reivindicar su paso por la Institución Armada, porque muchas de ellas, allanaron el camino para las presentes y futuras generaciones, superando los convencionalismos de la época que les tocó vivir y los prejuicios dominantes en el imaginario social.

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Pese, a que aún no han alcanzado la distinción de “heroínas de conflictos armados”, ni hipotecado el “honor militar”, las consideramos herederas y custodias legítimas, del espíritu guerrero de las valientes e indomables “lorenzas, filomenas, manuelas, rosas, marías, baltazaras, dolores”, sintiéndonos honradas y dignas de haber sido parte de las gloriosas Fuerzas Armadas ecuatorianas, desde el espacio que nos fue asignado, con alegrías y tristezas, con triunfos y derrotas, venciendo el miedo y el cansancio de marchas forzadas, pero disciplinadas y bien formadas; demandando, ser iguales en el talante de la equidad.

Siempre presentes las mujeres militares en los importantes procesos históricos de la Patria, formando parte de los “ejércitos de carishinas y guarichas” de la Independencia y de la República, como lo hizo la Coronel Joaquina Galarza de Larrea, quien colaboró con valentía y altivez en las “montoneras” del General Eloy Alfaro, combatiendo en las batallas del 9 de abril y el 6 de agosto de 1895; así como, en 1910, la presencia destacada de la Coronel Filomena Chávez de Duque, también responsable de los abastecimientos para las tropas liberales.

Cuadros militares femeninos históricos y representativos, acumulados en el tiempo, comprendidos entre las décadas 1950, 1970, 1990, 2000, con liderazgos difíciles de sustituir, mujeres valientes, forjadas con espíritu indomable frente a la adversidad, con lealtad, compromiso y profunda convicción de servicio institucional, con honorabilidad, probidad, respeto y cortesía miliar; sin pretender, forzar y forjar liderazgos o protagonismos, desde una apreciación y rigor histórico de pertenencia e identidad, sin menoscabar o palidecer la dignidad o ante el infortunio frente a sus compañeros de armas, respetando siempre su trabajo y créditos.

LA IGUALDAD.-
En el marco del ejercicio por la igualdad, alcanzar la reivindicación de los derechos de las mujeres militares, es recuperar la memoria histórica colectiva, al superar paradigmas, costumbres y tradiciones militares y aperturaron la posibilidad de que, en el futuro, otras mujeres ingresen a la carrera militar; de ahí, la importancia de releer la historia desde otros escenarios, para que las historias de omisión, discriminación o exclusión, no se repitan; y, corrijan errores históricos, contradicciones en la información o de reserva innecesaria, que dificultan la investigación histórica, pero es necesario insistir – para reivindicar su presencia – en la justa medida y de la mano de figuras masculinas, visibles en los procesos histórico-militares.

Mujeres militares, en todo momento profesionales, cubriendo las necesidades orgánicas y operativas, desempeñándose de acuerdo al régimen interno de las unidades y repartos militares, superando el esfuerzo físico sostenido, siendo eficaces en la operatividad y, en los niveles de mando que les ha correspondido ejercer; ahí, permanecen en fila, cumpliendo el juramento militar de inicio de la carrera militar. Ceñidas, en un primer momento histórico, a su campo ocupacional profesional, como abogadas, médicas, odontólogas, veterinarias; y, en un segundo momento histórico, el grupo que pertenece a otra generación, grado y clasificación.

Para no incurrir en omisiones involuntarias, es preciso conocer las historias de vida de valiosas mujeres militares, para facilitar la actualización de la historia oficial, desde una mirada femenina inclusiva con visión de género, ya que es muy usual, leer una narrativa de su presencia con parco interés, sin particularizar ningún caso, en ocasiones hasta invisibilizando sus capacidades y méritos; adicionalmente, es frecuente, que se les dedica aleatoriamente breves líneas o ni siquiera son mencionadas, percibiéndose que todavía prevalece y persiste un silencio machista, con rostro discriminatorio, que no se ha desvanecido, porque los roles tradicionales masculinos y predeterminados femeninos, se mantienen salvos.

NUEVOS CAMBIOS
Cabe repensar, que el proceso que se está viviendo al interior de las Fuerzas Armadas, es similar al que viven las mujeres en la sociedad civil, debido a que está incursionando en espacios masculinos que obligan a las instituciones a cambiar y acoger las nuevas dinámicas sociales, desde sus diferentes ámbitos de acción, donde posicionarse sobre la base de sus capacidades y méritos profesionales, en una sociedad patriarcal y machista, ha implicado un largo camino que tampoco ha terminado de recorrer, porque todavía persisten ciertos comportamientos inadecuados, creencias y juicios de valor con intención de afectarla y hasta descalificarla, que se reproducen y replican negativamente que aunque sean casos aislados, deben motivar sean corregidos para no naturalizarse, pues desgastan la noble y buena imagen institucional que demanda de acciones oportunas y concretas, particularmente el fortalecimiento de los procesos de educación y capacitación en género, para superar justamente ese vacío en el modelo educativo militar, que genera distorsiones legales, operativas y ocupacionales, al momento del empleo y despliegue operativo del personal militar.

La estructura organizacional determina que al interior de las Fuerzas Armadas, cada uno de sus efectivos militares, ocupa una posición ocupacional y jerarquizada, a partir de la cual, se generan diferentes tipos de relaciones interpersonales entre superiores y subordinados, sea en torno a quienes toman decisiones, ostentan el poder, manejan recursos: talento humano, logísticos, operaciones, inteligencia o cualquier otra situación que los genere; por tanto, la inclusión de la mujer, va más allá de su ingreso, debe garantizarse su permanencia en las filas militares, para alcanzar su “Plan de Carrera Profesional Militar”, con la generación de un adecuado ambiente laboral, que les permita conciliar y guardar cierto equilibrio con su vida familiar, demandado por el incremento numérico y cuantitativo a las filas militares; sin embargo, este proceso inclusivo y cualitativo, siempre será incompleto, pues todavía están en construcción otros perfiles y liderazgos femeninos militares, porque, si bien en la actualidad las mujeres militares se desempeñan en funciones tradicionalmente masculinas, de alguna manera, continúan limitadas, sea por su grado y clasificación o por la propia cultura organizacional, que se relaciona con los aspectos intangibles institucionales, entre los que se encuentran la historia, prácticas, cultura, tradiciones y costumbres militares.

LA INCLUSIÓN
El proceso de inclusión de la mujer en las Fuerzas Armadas, ha sido progresivo y sistemático, a partir del año 1995; dando como resultado, al año 2021, un numérico del personal militar femenino en servicio activo de 1.698, que representa el 4,36% del universo del personal militar de las Fuerzas Armadas, en un pie de fuerza aproximado de cuarenta mil efectivos. De ese numérico, el 37% son Oficiales y el 63% es Personal de Tropa. Pertenecen el 1,27% a la Fuerza Terrestre; el 3,65% a la Fuerza Naval; y, el 3,14% a la Fuerza Aérea.

Sin embargo, es preciso destacar, que detrás del personal militar femenino en servicio activo de las Fuerzas Armadas, hay historias de superación y perseverancia para alcanzar un espacio de reconocimiento profesional, más allá de jerarquías, condecoraciones o medallas, que representan un justo derecho bien ganado, por sus méritos, valores y principios institucionales practicados fielmente, con capacidad, competencias militares de excelencia y, trabajo profesional eficiente y solvente; sobre la base, de una lealtad y disciplina institucional permanente e inmutable, porque ser militar no sólo es una profesión, es una forma de vida. Algunas mujeres militares, cuentan con la admiración de sus pares, por su compromiso personal y auténtica consagración institucional, porque priorizaron su carrera militar por sobre su vida familiar, opción altamente valedera y de firme autodeterminación.

Las actuales y jóvenes generaciones, tienen a su cargo, la narrativa de su trayectoria profesional y la misión de evidenciar y documentar, en futuras memorias, los aportes y avances de género en lo militar; porque, pertenecen a un segundo momento histórico, que obedece a esa apertura institucional, que a partir del año 2003, autorizó dar el alta militar (servicio activo) a mujeres como oficiales de “Arma, Técnicos y Servicios”, para que pasen a formar parte del escalafón y orgánico institucional.

Seria incompleto este breve recuento, si no citara la presencia y relevancia de las mujeres militares que fallecieron y que debe ser conocida y recordada, con extrema valoración positiva, marcado por un lenguaje laudatorio y sentido, en el marco de una narrativa de “historias de vida y obituarios de género”, con el ánimo de que por su valor, sus nombres trasciendan y sus familias encuentren algún sosiego y cierre, que les brinde paz y resignación, aunque ese dolor y grito callado permanezca por siempre en su corazón; en particular, para sus hijos, que tengan presente que la Institución Militar y sus compañeras de armas, no las han olvidado y han traducido y perpetuado ese liderazgo militar femenino, que por diferentes circunstancias, enfermedades y/o accidentes, sus carreras militares terminaron prematuramente, con su irremediable y lamentable partida, pese a que no hay palabras de consuelo que alivie su ausencia, a manera de plegaria, les decimos: “hasta reunirnos, son nuestras legiones de ángeles guardianes”. Su inclusión, entre otros hechos, obedece a cinco momentos cruciales e hitos históricos – normativos, que fortalecieron el proceso de inclusión de la mujer en las Fuerzas Armadas ecuatorianas y que la han posicionado como una Institución de avanzada en regulatorios de género.
Hago referencia a los instrumentos normativos y de política pública sectorial y transversal en el Sector Defensa, que constituyen Avances de Género, construidos durante los últimos 20 años (1999-2019), entre ellos: el Reglamento Transitorio para garantizar el principio de aplicación directa e inmediata de los derechos del personal militar femenino de las Fuerzas Armadas, el Reglamento Disciplinario y de Recompensas de los/as aspirantes en las Escuelas de Formación de las Fuerzas Armadas, la Política de Género de las Fuerzas Armadas del Ecuador, la Cartilla de Género de las Fuerzas Armadas del Ecuador, las Directrices de Derechos Humanos, Enfoques de Igualdad y Derecho Internacional Humanitario para el Sector Defensa y la Implementación del Servicio Cívico-Militar Voluntario Femenino, materializado y monitoreado por un Punto Focal de Género.

También suman, el ejercicio de buenas prácticas institucionales como el “Primer Encuentro de Mujeres Uniformadas” (Acuerdos por la igualdad de género) y la implementación de las “Campañas de prevención contra el cáncer de mama en las Fuerzas Armadas”.

AVANCES DE GENERO
Estos avances relevantes de género, además de fortalecer la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, celebra la diversidad en la carrera militar; impulsa la coeducación basada en principios de igualdad, no violencia y no discriminación por razones de género, que ha permitido el posicionamiento profesional de la mujer militar, lo que incide en el fortalecimiento de la cultura organizacional de las Fuerzas Armadas.

Si bien es cierto, las normas, resoluciones, acciones afirmativas, política pública, protocolos y las buenas prácticas institucionales de género, por sí solas no cambian la realidad de las instituciones, si contribuyen a mejorarla, porque éstas deben ir a la par del cambio de la cultura organizacional, que a su vez va a transformar las conductas, comportamientos, patrones y prácticas internas; y, aquellos cacicazgos masculinos y patriarcados residuales, deberán adaptarse a estas nuevas corrientes de dinámica social y de espacios femeninos, porque en la actualidad las mujeres están apropiadas del ejercicio de sus derechos, pese al riesgo de estar más expuestas a los embates y hostilidades de ciertas actitudes machistas que persisten, en una cruzada y diatriba que en ocasiones llega a ser fuertemente en su contra, por ser mujer o pensar distinto.

Ciertas consideraciones, han sido presentadas en una línea de tiempo y de historia reciente de las mujeres en los espacios militares, como un recurso válido, sin juicios de valor y en el justo medio, que pretende invitar a una reflexión en el momento actual, en un ejercicio participativo inclusivo y de contrapesos, de convivencia pacífica y conciencia social real, de narrativa histórica y fáctica vivencial, de iniciativas y criterios técnico-jurídicos, también para que las actuales generaciones de mujeres militares conozcan y valoren el trabajo de sus antecesoras, se motiven e inspiren en la historia y conocimiento de los avances normativos de género alcanzados, vigentes hasta la presente fecha.

En este marco, hay un trazo muy fino, un umbral invisible y resulta difícil determinar dónde se genera la violencia, el abuso y la discrecionalidad, promovidas desde algunos espacios de poder y originados desde la propia cultura organizacional. De ahí, la importancia de la educación y capacitación militar, sobre la base de la Doctrina Militar y el Manual de Ética para los Miembros de Fuerzas Armadas, que permita guardar el equilibrio en las relaciones desiguales de poder, de tal manera que ni hombres ni mujeres militares, se encuentren en ventaja o desventaja en relación con el otro grupo y, así sepultar de una vez por todas, los sesgos y todo tipo de violencia de género.

Otra de las importantes iniciativas de género, en los últimos meses al fin conquistadas, está relacionada con la propuesta normativa (observaciones al articulado de género en el proyecto original) que el Ministerio de Defensa Nacional, presentó a la Asamblea Nacional, denominada “Proyecto de Ley Orgánica de Personal y Disciplina de Fuerzas Armadas”, misma que se tramitó en la Comisión de Soberanía, Integración, Relaciones Internacionales y Seguridad Integral de la Asamblea Nacional, en la cual tuve la oportunidad de participar activamente para su prosecución.

En marzo de 2021, presente ante referida Comisión, algunas observaciones a este proyecto, desde otra mirada y con otra lectura, particularmente con enfoque de género en el ámbito militar. Por dos ocasiones, fui invitada y recibida el 8 de mayo y el 6 de agosto de 2021, para exponer y explicar de mejor manera, mis observaciones y argumentos técnico-jurídicos sobre ciertas disposiciones del referido proyecto, mismas que fueron acogidas favorablemente por la Comisión.

Como corolario de lo expuesto, el martes 24 de enero de 2023, en el Suplemento Nº 236 – Registro Oficial, fue publicado la Ley Orgánica de Personal y Disciplina de Fuerzas Armadas, con los aportes realizados, lo cual constituye una inmensa satisfacción personal, de que los temas de género presentados en su oportunidad, fueron acogidos por las máximas instancias Ejecutiva y Legislativa.

A las actuales generaciones femeninas en servicio activo, con ocasión de esta fecha, recordarles que no hay que perder de vista el pasado histórico de las mujeres militares que han forjado el camino que hoy transitan; el presente, que hoy está en construcción y que mañana será historia, ellas ahora actoras protagónicas del proceso de inclusión de la mujer militar y que deberán hacerse cargo de recoger sus propias historias, desde su perspectiva, vivencias y lecciones aprendidas, teniendo presente siempre el honor de haber portado un uniforme militar, que las acompañará por siempre.

RELEVO GENERACIONAL
Las mujeres militares de las generaciones presentes y venideras, tienen la “obligación moral” no sólo de vivir sus experiencias y guardarlas en el anonimato, sino de escribir y documentar sus propias historias, porque el camino les fue allanado y aperturado favorablemente, con una visión más amplia e incluyente, con fundamento legal y de política pública sectorial transversal, que demanda de historias de vida que incluso superen a sus antecesoras militares.

Por ello, el actual relevo generacional de mujeres militares, debe capacitarse y reforzar la memoria histórica reciente y contemporánea, los avances normativos implementados, la política pública sectorial transversal, las medidas de acción afirmativa, las buenas prácticas institucionales, el trato diferenciado en ciertos temas, integrados progresivamente a la cultura organizacional, durante los últimos 20 años (1999-2019); y, valorar las iniciativas y aportes del pasado reciente e impedir que se repitan historias de desigualdad; y, sobre todo, jamás retroceder en los derechos que han sido alcanzados con gran esfuerzo y gestión al más alto nivel, sin que la “deuda histórica” para su pionera y antecesoras, no sean reconocidas y queden en el olvido.

Este día en especial, resalta este aporte “articulador generacional”, que se convierte en “relevo generacional” con responsabilidad, para a través de esta corta narrativa informativa visibilizar la memoria de mujeres militares, cuya presencia en muchas ocasiones fue anónima y silenciosa, que coadyuvaron al fortalecimiento del campo ocupacional femenino en las áreas operativas, tácticas y administrativas.Tenemos el pleno convencimiento y grato recuerdo vivencial-profesional, demostrado en la cotidianidad, en el marco del respeto, la lealtad y la gratitud eterna, de varias generaciones de hombres y mujeres militares, que colaboraron y desarrollaron su carrera militar junto a nosotras y, que seguirán aportando a las ejecutorias pro mujer militar, siempre en el cumplimiento del deber, de la misión fundamental, servicio patriótico y que las actuales y futuras generaciones de líderes femeninas, se desarrollarán con éxito, en los ámbitos profesionales: operacionales, académicos, deportivos, técnicos y de voluntariado militar, con un férreo carácter e impecable desempeño profesional.

Mujeres militares de las Fuerzas Armadas del pasado y del presente, que merecen ser conocidas y reconocidas públicamente y hoy a través de esta Revista Semanal de La Hora, están siendo homenajeadas y refrendadas, como un tributo a sus ejecutorias profesionales.

¡Loor a las mujeres patriotas, militares y ecuatorianas!