Desafíos del G7 y el ascenso del G20

Autor: Denise Ortiz Jaque y Michael Murphy Pazmiño | RS 77


El Grupo de los 7 es un foro político mundial conformado por las economías más grandes del mundo. Se reúnen anualmente abordando cuestiones económicas, políticas y sociales de importancia global. Su papel en el sistema internacional ha sido importante por ser un espacio de negociación previa entre las mayores potencias de Occidente. En la última Cumbre se discutió sobre la guerra Rusia-Ucrania y la resiliencia económica. Actualmente, uno de sus más grandes retos es la pérdida de relevancia con el ascenso de potencias emergentes y foros alternativos como el G20.

El Grupo de los 7 (G7) sigue siendo relevante para el sistema internacional debido a su importancia económica y política. Conformado por Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos, sus países miembros representan más del 60% de la riqueza neta mundial y el 27% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Como economías importantes, las decisiones y políticas formuladas por el G7 tienen un impacto sustancial en la estabilidad y el crecimiento económico mundial. El foro ofrece una plataforma para dialogar y coordinar a sus miembros para abordar desafíos comunes, intercambiar ideas y diseñar políticas que afectan no solo a sus propios países sino también a la comunidad internacional en general.

El grupo inicialmente se originó tras la crisis del petróleo en 1973 con seis miembros: Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. Al ser testigos de la pérdida generalizada de puestos de trabajo, aumento de inflación y colapso del comercio debido a las interrupciones de un producto básico formalizaron las conversaciones sobre el estado de la economía mundial y la política internacional. Así, en 1975 se formalizó el “Grupo de los 6”. Desde entonces el Grupo se ha reunido con regularidad y su composición ha evolucionado con el paso del tiempo. En 1977 se incorporó Canadá, convirtiéndose en el “Grupo de los 7”.

Rusia se incorporó debido a su peso político en 1998 y permaneció hasta 2014, cuando el bloque era conocido como el “Grupo de los Ocho” o G8, pero fue suspendida tras la anexión de la región ucraniana de Crimea. Además, la Unión Europea (UE) ha participado plenamente en el G7 desde 1981 como miembro “no enumerado”.

La presidencia rota anualmente entre los estados miembros y es responsable de establecer la agenda de la cumbre y organizar la logística para la misma. Este 2023, Japón tiene la presidencia y la cumbre se celebró el pasado mayo en Hiroshima. El pasado trágico de la ciudad y su posterior transformación en un faro de paz reivindican el poder de la reconciliación y enfatizan el imperativo del desarme nuclear.

Esta cumbre no fue ajena al componente geopolítico, al ser Japón el anfitrión, se demostró la fuerte relación existente entre las potencias occidentales y el país, que ha visto como Corea del Norte y China realizan maniobras agresivas cerca de sus aguas.

La guerra entre Rusia y Ucrania fue uno de los temas que dominó en la cumbre, además de la necesidad de aumentar la resiliencia económica y construir un enfoque unificado hacia China. Los países miembros del G7 contaron con la presencia del presidente de un país no miembro, Volodymyr Zelensky, quién recibió convincentes señales de que el apoyo de las potencias occidentales continuará como hasta ahora.

Es importante destacar que, si bien el G7 ha sido un actor relevante en el sistema internacional, también ha sido objeto de críticas y cuestionamientos. El futuro del G7 se ha visto desafiado por las persistentes tensiones con Rusia y los crecientes lazos con China, así como por los desacuerdos internos sobre la política comercial y climática.



En los últimos años, situaciones como la pandemia o la presidencia de Donald Trump han afectado la cohesión del G7 en cuanto a la postura de sus miembros y las concesiones que están dispuestos a hacer en nombre del consenso. Además, el ascenso de China y el recrudecimiento de la guerra en Ucrania pone a los países del G7 en una posición incómoda, esto debido a la franca confrontación, al menos en lo económico por ahora, entre China y EEUU. Otros países del bloque son más cautos en las medidas tomadas contra China porque es la segunda economía del mundo y una potencia comercial.

Adicionalmente, el surgimiento de foros alternativos como el G20 ha desviado parte de la atención internacional del G7 como la plataforma principal para las discusiones económicas globales. Establecido en 1999, el G20 está formado por 19 países más la Unión Europea, que representan un espectro más amplio de economías desarrolladas y emergentes. Las potencias emergentes, incluidas Brasil, China, India, México y Sudáfrica, cuya ausencia del G7 se notó a menudo, pertenecen todas al G20.

El G20 se estableció para mejorar la cooperación económica internacional y abordar problemas que afectan tanto a los países desarrollados como a los emergentes. Su inclusión y representación de las economías emergentes proporcionó una plataforma para perspectivas más diversas y un foro más amplio para abordar los desafíos globales, en comparación con la membresía limitada del G7.
La representación más extensa y la agenda más amplia del G20 lo han convertido en un foro más relevante para abordar los desequilibrios económicos globales, las crisis financieras y los problemas de desarrollo y reducción de la pobreza.

El G7 sigue desempeñando un papel fundamental, con una membresía menor que permite discusiones más francas y una coordinación efectiva entre economías avanzadas de ideas afines.
El G7 tiene frente a sí un mundo que se complejiza cada vez más y uno de los principales retos que tiene por delante es mantener la cohesión entre sus miembros. Resulta fundamental para este conglomerado de países en su actuar conjunto como bloque que mantengan valores comunes y visiones compartidas porque lo contrario supondría un resquebrajamiento de su organización y poder. La forma en que sorteen los embates de este complejo escenario será clave para su futuro.