Cumbre de Norteamérica

Acaban de reunirse en Ciudad de México los presidentes de Canadá, Trudeau, de Estados Unidos, Joe Biden siendo el anfitrión mexicano, Manuel Andrés López Obrador, para su celebración anual de la cumbre de mandatarios de Norteamérica. La región reúne a algo más de 500 millones de habitantes, y según los datos estadísticos destacados, asómbrese, supera a la Unión Europea económicamente.

INTERMEDIARIO IDEAL
Desde cualquier perspectiva, una reunión de mandatarios de la zona es un acontecimiento de gran trascendencia, y mucho más cuándo uno de ellos, México en este caso, mantiene además unos crecientes vínculos con otras regiones, particularmente en Latinoamérica, sobre la que, por vía ideológica, se ha vuelto referente de un neo socialismo del siglo XXI, y en lugar favorito de refugio temporal de los líderes de tal tendencia venidos a menos, que son requeridos en sus países para cumplir las condenas por el saqueo a sus éstos, y, ojalá, para devolver algo de lo robado. De hecho, la nueva internacional de delincuentes de cuello blanco se ha constituido como el “grupo de Puebla”, sucesor modernizado del Foro de São Paulo, en territorio mexicano.
La Cumbre ha tenido dos ejes principales, más allá de las habituales declamaciones económicas, que se centran en la migración y el narcotráfico, particularmente sensibles para Estados Unidos.

LA MIGRACIÓN
Este es un tema cuya importancia crece en la medida en que se acerca la campaña presidencial en Estados Unidos, puesto que el partido Republicano la utiliza como tema básico de su campaña, al dificultar al máximo el ingreso de migrantes indocumentados al país. Recordemos nada más las acciones y declaraciones del ex presidente Trump, quien convirtió en bandera electoral la construcción de un muro para contener a los migrantes, a lo largo de la frontera con México, muro que, además, debía ser pagado por éste último.

Como es comprensible la visión mexicana sobre el tema, difiere significativamente de la canadiense o estadounidense, pues México es origen de una alta proporción de esos migrantes, permanentes o temporales, a los Estados Unidos. López Obrador ha pedido en la Cumbre que se busque una política para la regularización en Estados Unidos, del status migratorio de millones de mexicanos que, a lo largo de años, han llegado ilegalmente al norte. Para México, el hecho de que buena parte de los estados fronterizos del lado de Estados Unidos, fueron en su momento parte de México, como California o Texas entre los más importantes, tiene una gran importancia sociológica y sicológica. López Obrador resaltó que el actual gobierno de los Estados Unidos no ha construido un solo metro de muro adicional, lo que no pudo decir durante el gobierno de su buen amigo Trump.
Con Canadá, se ha llegado a un acuerdo para acoger a 25 mil migrantes legales por año, migración que, por otro lado, resulta esencial para este último, sobre todo para su desarrollo agrícola, que, al parecer, con el cambio climático, va a estar en posibilidad de crecer exponencialmente, al disponer Canadá de gigantescas reservas de agua dulce, y de tierras cada vez más aptas para la agricultura, por el calentamiento global.

El quid pro quo para satisfacer las demandas mexicanas respecto de sus nacionales en los otros dos países, es su participación en el control de la migración ilegal de Centro y Sudamérica, cuyo explosivo crecimiento se origina en la desastrosa gestión económica y administrativa de los Socialistas del Siglo XXI en su primera versión. Las cifras son contundente prueba de este aserto, pues esta migración se halla compuesta principalmente por venezolanos, nicaragüenses, cubanos, hondureños y salvadoreños, justamente de aquellos países que han sufrido el azote de la incompetencia, la corrupción y la ceguera ideológica. El caso haitiano es más grave aún, ante su situación, ya evidente, de estado fallido, cuya supervivencia depende hoy por hoy, de la caridad internacional. Tenebrosamente, Haití puede ser visto como un viaje en el tiempo, al futuro de la región, de no cambiar el rumbo hacia el estado mafioso, paso previo al de fallido, que buena parte de América Latina transita en el momento actual.

Inevitablemente se viene a la memoria que la condición de gendarme que se le pide jugar a México respecto de esos migrantes externos terminará siendo parecida a la de Turquía, la que, a cambio de concesiones económicas y políticas muy significativas de parte de la Unión Europea, se convirtió en la “aduana” de los refugiados sirios, que por millones debieron abandonar su país para salvar sus vidas, durante la guerra civil emprendida para deshacerse del dictador Bashar al Assad, sin éxito, ante los poderosos apoyos que éste recibió, tanto de la teocracia iraní, como de Rusia.
De cualquier manera, en este espinoso tema, México tiene una poderosa posición para sus intereses nacionales, al ser tierra de paso obligada para los migrantes. Resulta amargo observar cómo éstas víctimas del fracaso de sus gobiernos, son convertidas en moneda de cambio en las relaciones internacionales, al punto de ser utilizadas hasta como arma, como fuera el caso hace más de un año, cuando Belarus abrió sus fronteras para el ingreso de refugiados afganos, yemeníes y sirios, para direccionarlos a la frontera con Polonia, ya en la UE, con la intencionalidad evidente de generar dificultades a quienes habían condenado las prácticas atrabiliarias de Lukashenko contra la oposición política.

INTENCIONES SENSATAS
Al parecer, parte de los acuerdos alcanzados se han dado justamente en compromisos para importantes inversiones que se harían en los países más empobrecidos de la región, y por ende de donde más migrantes salen. El presidente Biden ha puesto énfasis en el desarrollo de una potente industria regional de semiconductores, que resuelva el cuello de botella actual, donde la casi totalidad de éstos vitales elementos para las tecnologías modernas, se producen en Taiwán y China, con los altísimos riesgos que semejante dependencia estratégica significan para las industrias de los tres países. La evidente ventaja adicional de acortar sensiblemente las cadenas de suministros es un importante bono extra, que volvería más atractivo y factible este proyecto. Tan solo si se puede generar empleo atractivo, y condiciones básicas de salud, educación y calidad de vida, en los países que son hoy fuente de migrantes, será posible detener la marea migratoria.

DELINCUENCIA Y NARCOTRÁFICO
En cuanto al segundo tema, tan o más grave que el primero; y, de hecho, con vinculaciones a éste, pues el tráfico de migrantes es fuente de cuantiosos ingresos para las bandas de coyoteros, tanto dentro como fuera de Mexico, es decir, el del crimen vinculado al narcotráfico, constituye sin duda la amenaza más grave, no sólo para Estados Unidos o Canadá, sino para el propio estado mexicano, que ya ha perdido el control de buena parte de sus estados norteños, donde bandas criminales de narcotraficantes se han convertido, en efecto, en la autoridad.

CAPTURA AD HOC

El caso de la captura, la segunda, del hijo del Chapo Guzmán, justo a tiempo para exhibir un trofeo en la Cumbre, y único resultado tangible de lucha contra el narco, se produjo con el despliegue de un operativo militar de gran envergadura, con más de 3.000 efectivos del ejército y la marina, y en medio de unos enfrentamientos mortíferos con los ejércitos privados que el imperio del narco y sus “señores de la guerra” han logrado crear. La capital del estado de Sinaloa, Culiacán, se convirtió en zona de guerra, y sus ciudadanos debieron permanecer encerrados en sus casas durante varios días. Cuando las fuerzas militares se retiren, seguramente el tristemente célebre Cartel de Sinaloa, una de las más poderosas mafias mexicanas, recuperará el control e impondrá de nuevo el terror en el estado.

JUECES AD HOC
Mientras tanto, el plan de extraditar a Gustavo Guzmán para que le haga compañía a su padre en una cárcel en Estados Unidos, sin yacuzzi ni visitas extraconyugales, fue oportunamente bloqueado por un juez de la República, y no debe causar sorpresa algún escape próximo. Entre la primera captura de Gustavo hace un año, con su liberación inmediata, ordenada por el presidente López Obrador, supuestamente para proteger la vida de los ciudadanos, y la segunda, quien sabe cuántas muertes se habrán producido en el Estado, muchas de ellas, de inocentes. Es con la abuelita de este delincuente, con la que el presidente López Obrador se abrazó, en aplicación de su “estrategia” anti crimen, la de “abrazos y no balazos”. Al parecer, el pone los abrazos y ellos, los balazos. Para las frágiles democracias latinoamericanas, esas organizaciones delictivas son su riesgo más grave. No comprenderlo es dejar las puertas abiertas para su perdición. La historia, lejana y reciente, revela cuanto poder puede llegar a tener una organización criminal.

DROGAS, PODER Y TERROR
En el imperio persa del siglo XI, Hassan Ibn Sabbah, al que se conocerá como “El viejo de la montaña”, crea una secta que proyecta su poder en el Oriente Medio, a través de jóvenes a quienes ha vuelto adictos al hashish, y que, para satisfacer su adicción, están dispuestos y son entrenados para matar a quienes Hassan desee. Las crónicas de los caballeros francos en Tierra Santa dan cuenta del terror que se infundía por los temerarios ataques de éstos fanáticos drogados. Los conocían como los comedores de hashish, o haxixin, que al trasladarse a los idiomas europeos se volverá “asesinos”. Casi mil años antes de nuestros actuales sicarios juveniles, el concepto del uso de la droga como instrumento de terror, era ya un procedimiento bien establecido. Como se dice, nada o muy poco nuevo hay bajo el sol.

Vale recordar el insólito caso de los comerciantes ingleses, que, ante el desinterés chino por productos industriales europeos, debían pagar en plata física por sus compras de sedas, porcelanas y té, lo que originó lo que hoy llamaríamos una crisis de balanza de pagos. La Compañía Inglesa de las Indias Orientales, reanudó la práctica de los emperadores mogoles de la India, de vender opio a China, a cambio de plata. Grandes extensiones de tierra en Bengala fueron destinadas al cultivo de amapola, para producir opio a gran escala. El siguiente paso sería enviciar a varios millones de chinos, generando un enorme mercado de consumidores. De hecho, la Compañía se convirtió en el primer cartel narcotraficante del mundo, que producía, refinaba, transportaba y comercializaba el opio para el mercado chino.

El impacto de la adicción fue tal, que el gobierno chino intervino, parando el contrabando del estupefaciente y destruyendo más de 20 mil cajas de opio que requisó a los comerciantes ingleses. Esto fue visto como un “casus belli” por Gran Bretaña, a la sazón el más poderoso imperio mundial, que despachó su flota y fuerzas armadas en la que será conocida como la “guerra del opio”. La superioridad militar y naval inglesa le aseguró la victoria, y la imposición de unas duras condiciones de paz, entre las cuales estaba la aceptación del detestable comercio del opio y la apertura de los puertos chinos al comercio. Finalmente, la cesión de la isla de Hong Kong a la Gran Bretaña por 150 años fue el cierre de la primera guerra del opio, en lo que China ha denominado “el siglo de la humillación”.

Imposible no asociar esta protección estatal a los narco comerciantes ingleses de mediados del siglo XIX, con la producción masiva de opiáceos, la causa principal de muerte por abuso de drogas en Estados Unidos, que se pueden adquirir en la farmacia de la esquina.
Más cerca a nosotros, pues se produjo hace menos de 100 años, está aquel episodio de la historia de los Estados Unidos, conocido como “ley seca” que se aplicó ante la presión de fundamentalistas cristianos, empeñados en impedir el vil pecado de la bebida, al mejor estilo de cualquier clérigo musulmán extremista actual. El lamentable resultado de la virtud impuesta “manu militari”, ante la persistencia del dionisíaco espíritu pecador, fue el desmesurado éxito de la mafia, inicialmente italiana, convertida en la proveedora de éstos prohibidos placeres, a cambio de jugosas ganancias que, en diez años, la convirtieron en el principal imperio criminal en Estados Unidos, con el capital y la red de distribución que más adelante le daría un negocio aún más provechoso que el del licor, el de las drogas de varios tipos, que se volvieron otro filón para los delincuentes.
Ojalá alguna de las interesantes posibilidades que el encuentro ha abierto, prosperen y puedan llegar a buen puerto, y no se queden, como es tan frecuente, en pura retórica para lucimiento de los presidentes de turno.

Dr. Alan Cathey