ARMANDO DAZA QUIÑÓNEZ
Existe un jefe de la oposición política en autoexilio, cuyos atracos y robos hechos en diez años de gobierno lo han hecho uno de los hombres más ricos del Ecuador. El Papa Francisco al respecto manifestó: “La corrupción le pasa factura a los más pobres”, al correísmo le importa un pepino, pero sí les interesa el poder, para continuar con el insaciable enriquecimiento ilícito; este personaje actualmente se encuentra prófugo de la justicia ecuatoriana que por bribón lo condenaron a ocho años de presión y además tiene varios procesos jurídicos en camino.
Por su conducta astuta y lasciva también es conocido como del grupo rosa, arroz verde y fosforito entre otros; su nombre original es Rafael Correa. La llegada al poder de Guillermo Lasso lo tiene como trastornado puesto qué no acepta que un ciudadano práctico que apenas tiene educación secundaria haya llegado a la presidente de la República. Con artificio ha creado la teoría llamada CONMOCIÓN POLÍTICA, con el argumento de los panamá papers, lo cual es un error extremo puesto que conmoción social significa alteración brusca y turbulenta en los grupos sociales políticos de un país.
Benjamín Jhosef dijo: “La ambición es como un torrente que nunca mira hacia atrás”. Esta ambición ciega lo obligó a proponer la terminación del gobierno de Lasso; a cinco meses de estar en funciones, sin mirar que atrás por lo menos cinco millones de ecuatorianos se encuentran con hambre y en consecuencia con profunda necesidad de lograr cambios en el país en todos los aspectos básicos como seguridad, justicia, salud, educación, economía y reestructuración del sistema penitenciario que se ha escapado del control administrativo, y que en estos aspectos merecen atención urgente, por haber tocado fondo.
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